A primera vista, parece que la comprensión de la física prohíbe el libre albedrío. Una persona está tomando la decisión consciente y voluntaria de leer este artículo. Pero la física dice que cada acción tiene una causa. Entonces, ¿realmente tomó esa persona esta decisión tan libremente como creía?.
Según escribió Pablo Sutter, colaborador de la página especializada Space.com, uno de los conceptos filosóficos fundamentales de toda la física es el llamado determinismo causal. Este afirma que todo efecto tiene una causa, y que si se conoce el estado actual de un sistema, se puede usar el poder de la física para predecir su comportamiento. Si los efectos ocurrieran sin causas, la física no sería tan necesaria. Y si no se pudiera predecir cómo se comportarían los sistemas, no se sería muy bueno en el trabajo.
Con esta filosofía, la física fue avanzando enormemente en la comprensión del universo, desde los sistemas cuánticos subatómicos hasta el Big Bang. Y una parte de ese universo contiene estas extrañas cosas llamadas cerebros, que poseen la curiosa propiedad de la consciencia y la capacidad de tomar decisiones libremente. Así que, a primera vista, parece que la comprensión de la física prohíbe el libre albedrío. En realidad, no se tiene opción, porque si se tuviera un conocimiento perfecto de todas las moléculas y la actividad eléctrica del cerebro, entonces se debería ser capaz de determinar las decisiones de antemano.
Pero hay tres aspectos de la física que añaden algunas complicaciones a esta línea de pensamiento. El primero es la teoría del caos. Algunos sistemas son fáciles de predecir. Pero otros, como los péndulos dobles y los patrones climáticos, son mucho más difíciles de abordar. En estos tipos especiales de sistemas, incluso una mínima incertidumbre en la medición del estado inicial de un sistema se convierte rápidamente en una completa ignorancia sobre su comportamiento futuro. Curiosamente, estos sistemas son perfectamente deterministas; las causas siempre conducen sin problemas a los efectos, por lo que no hay ningún misterio en ello. Sin embargo, son imposibles de predecir con antelación.
La segunda dificultad proviene de la mecánica cuántica, que dice que es imposible predecir los resultados de muchos tipos de experimentos con partículas subatómicas. Allí, las probabilidades son la norma, y lo mejor que se puede hacer es asignar probabilidades a ciertos resultados. La mecánica cuántica sigue siendo una teoría determinista de la naturaleza, pero, de nuevo, impone una capa de ignorancia sobre la comprensión. No se puede decir con certeza adónde irá una partícula ni cómo se comportará; solo se puede predecir lo que podría suceder. Pero no está claro si las reglas probabilísticas de la mecánica cuántica se aplican a aspectos como las conexiones neuronales en el cerebro y el surgimiento de la consciencia, que es un fenómeno emergente.
El último obstáculo es precisamente ese: la emergencia. Las descripciones fundamentales de la naturaleza no garantizan automáticamente la comprensión de sistemas más complejos. Por ejemplo, se cuenta con una teoría increíblemente sofisticada de la física de partículas, basada en la teoría cuántica de campos, pero esa teoría sofisticada solo funciona al describir sistemas cuánticos. No se tiene una descripción de la teoría cuántica de campos que describa cómo se forma una estrella ni por qué el chocolate sabe tan bien. Se tiene que adoptar otras leyes y teorías para describir los sistemas en su conjunto.
Ninguna de estas asperezas ofrece una respuesta categórica a la cuestión del libre albedrío. Sin embargo, sí demuestran que la comprensión de la física es limitada. La mayoría de los filósofos creen en una clase de ideas bajo el nombre de "compatibilismo", que sostiene que el libre albedrío y la física pueden coexistir en armonía. Es posible que la comprensión de la naturaleza aún no sea lo suficientemente sofisticada como para explicar cómo el libre albedrío puede funcionar con el determinismo causal.
En otras palabras, si se trabaja lo suficiente, algún día se podrá alcanzar un nivel de comprensión que preserve el determinismo causal y todas las bondades habituales de la física, incluyendo al mismo tiempo cosas como el libre albedrío en un marco que tenga sentido. De cualquier manera, no se tiene más remedio que seguir preguntando. La búsqueda de la verdad y la comprensión de la realidad es un viaje sin fin, y la cuestión del libre albedrío es solo uno de los muchos misterios que impulsan a seguir adelante.
La física puede que no tenga todas las respuestas, pero su búsqueda de conocimiento y comprensión es lo que permite avanzar y descubrir nuevas cosas. Y quién sabe, tal vez algún día se encuentre la respuesta a la pregunta que viene generando debates filosóficos y científicos durante siglos. Hasta entonces, se seguirá explorando y cuestionando la comprensión del universo y el lugar en él. La incertidumbre es lo que hace que la vida sea interesante, y la búsqueda de la verdad es lo que hace que se sea humano.



