Alejado de la teorías que localizaban las diferencias entre lo masculino y lo femenino en el cerebro, un nuevo estudio las ubica en la nariz. Se trata de un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard, en los Estados Unidos, quienes afirman ahora que el epicentro de esas diferencias está en esa zona del rostro al igual que los animales terrestres, con la excepción de los primates superiores (que incluye a los hombres y las mujeres).
Según publicó la revista británica Natur y reprodujo el diario Clarín, se trata del grupo de Catherine Dulac, quien realizó un experimento en ratones que le sirve de evidencia para sostener que el epicentro del comportamiento específico de cada sexo de muchas especies es el órgano vomeronasal, que se encuentra en los hocicos de los animales.
Generaron ratones hembras que, al ser mutantes, adoptaban comportamientos de machos, tales como montar y empujar la pelvis, y dejaron de hacer nidos y criar a sus descendientes, según Dulac. "Estos resultados son sorprendentes", dijo. Aclaró que no se pueden aplicar a la especie humana.
Sin embargo, “todavía no hay un consenso en la comunidad científica. No hay uniformidad de criterios. El tema seguirá en discusión hasta tanto haya más estudios y nuevas técnicas que permitan confirmarlo", manifestó Matilde Otero-Lozada, investigadora del Conicet y doctora en bioquímica.
La investigación realizada en los Estados Unidos consistió en colocar ratones hembras -que tenían una mutación en un canal iónico que les inhabilita el órgano vomeronasal- en una jaula con machos. Observaron que las hembras mutantes adoptaban comportamientos de cortejo que son comunes en los machos.
Además, cuando esas hembras mutantes tenían crías, sus conductas eran muy distintas a las hembras normales, que gastan el 80 por ciento de su tiempo en sus nidos y en su prole. Las mutantes, en cambio, abandonaron a sus crías a los dos días y aceptaban los nuevos cortejos.
Los resultados pueden analizarse desde dos acepciones, de acuerdo con la científica Dulac: "El órgano vomeronasal puede ser necesario para hacer crecer un circuito neuronal específico de lo femenino durante el desarrollo, o el cerebro maduro de las hembras puede necesitar de la actividad vomeronasal para reprimir el comportamiento masculino".
El estudio generó, paradójicamente, diferencias en las opiniones. "Algunos investigadores niegan que el órgano vomeronasal se encuentre en los humanos. Otros creen que existe, pero sin función. Un tercer grupo cree que el órgano interviene en comportamientos primitivos como ataque, defensa y hasta en la búsqueda de alimentos", señaló Otero-Lozada.
Para esta investigadora del Conicet, el órgano vomeronasal -que serían dos surcos que formarían parte del tabique nasal- sí estaría presente en humanos, aunque falta mucha investigación. "Es activado por las feromonas, que hace que las personas se acepten o rechacen". Los investigadores del grupo de Dulac, en cambio, niegan que el órgano se encuentre en los humanos.
Pero la científica argentina tiene otra diferencia con los estadounidenses."Lo masculino y lo femenino son categorías culturales e históricas. Por lo cual, no creo que un órgano sensorial pueda determinarlas".Y dio un ejemplo: "Si los hombres antes no cocinaban, no era porque no podían. Ahora lo hacen, porque hay un ambiente que alienta a que más hombres cocinen".
Según publicó la revista británica Natur y reprodujo el diario Clarín, se trata del grupo de Catherine Dulac, quien realizó un experimento en ratones que le sirve de evidencia para sostener que el epicentro del comportamiento específico de cada sexo de muchas especies es el órgano vomeronasal, que se encuentra en los hocicos de los animales.
Generaron ratones hembras que, al ser mutantes, adoptaban comportamientos de machos, tales como montar y empujar la pelvis, y dejaron de hacer nidos y criar a sus descendientes, según Dulac. "Estos resultados son sorprendentes", dijo. Aclaró que no se pueden aplicar a la especie humana.
Sin embargo, “todavía no hay un consenso en la comunidad científica. No hay uniformidad de criterios. El tema seguirá en discusión hasta tanto haya más estudios y nuevas técnicas que permitan confirmarlo", manifestó Matilde Otero-Lozada, investigadora del Conicet y doctora en bioquímica.
La investigación realizada en los Estados Unidos consistió en colocar ratones hembras -que tenían una mutación en un canal iónico que les inhabilita el órgano vomeronasal- en una jaula con machos. Observaron que las hembras mutantes adoptaban comportamientos de cortejo que son comunes en los machos.
Además, cuando esas hembras mutantes tenían crías, sus conductas eran muy distintas a las hembras normales, que gastan el 80 por ciento de su tiempo en sus nidos y en su prole. Las mutantes, en cambio, abandonaron a sus crías a los dos días y aceptaban los nuevos cortejos.
Los resultados pueden analizarse desde dos acepciones, de acuerdo con la científica Dulac: "El órgano vomeronasal puede ser necesario para hacer crecer un circuito neuronal específico de lo femenino durante el desarrollo, o el cerebro maduro de las hembras puede necesitar de la actividad vomeronasal para reprimir el comportamiento masculino".
El estudio generó, paradójicamente, diferencias en las opiniones. "Algunos investigadores niegan que el órgano vomeronasal se encuentre en los humanos. Otros creen que existe, pero sin función. Un tercer grupo cree que el órgano interviene en comportamientos primitivos como ataque, defensa y hasta en la búsqueda de alimentos", señaló Otero-Lozada.
Para esta investigadora del Conicet, el órgano vomeronasal -que serían dos surcos que formarían parte del tabique nasal- sí estaría presente en humanos, aunque falta mucha investigación. "Es activado por las feromonas, que hace que las personas se acepten o rechacen". Los investigadores del grupo de Dulac, en cambio, niegan que el órgano se encuentre en los humanos.
Pero la científica argentina tiene otra diferencia con los estadounidenses."Lo masculino y lo femenino son categorías culturales e históricas. Por lo cual, no creo que un órgano sensorial pueda determinarlas".Y dio un ejemplo: "Si los hombres antes no cocinaban, no era porque no podían. Ahora lo hacen, porque hay un ambiente que alienta a que más hombres cocinen".