El tren número 20 del Ferrocarril Central Argentino llega a la estación Rosario Central la noche helada del 24 de mayo de 1916. Cinco jóvenes disimulan sus planes y se suben al convoy que partió de Tucumán con destino a Retiro. Tienen boletos de segunda clase y se acomodan en el vagón más cercano al botín. Tienen el dato de que ese el “tren pagador”: lleva la recaudación de las boleterías de estaciones y del pago de los sueldos a los empleados.

Llevan días planeando el golpe. Noches de tertulia clandestina en el sótano del Teatro Colón de Urquiza y Corrientes, donde trabaja uno de los capos de la incipiente organización criminal. No pueden imaginar que un siglo después se seguirá hablando de lo que están por hacer. Que los medios de Buenos Aires pondrán la lupa en ese atraco cinematográfico, que por su osadía y sus apellidos italianos empezarán a hablar de “la maffia”. Que ellos, por necesidad o atropello, reforzarán el imaginario y la simplificación de que todo siciliano es delincuente.

Cuando el tren arranca, Pedro Alessi, ex trabajador del ferrocarril, se cubre la cara y saca un arma. El grupo reduce a los tres empleados que custodian el dinero. Con una tenaza cortan las cadenas que sujetan las cajas de recaudación. Otro secuaz acciona la palanca que comienza a frenar el tren. Se detienen frente a un predio donde los espera el jefe de la banda, José Cuffaro, en un sulky. Está todo listo para la fuga con los millones pero están demasiado cerca, apenas a media cuadra, de la siguiente estación: Coronel Aguirre, en Villa Gobernador Gálvez.

Uno de los empleados logra desatarse y alerta a los gritos lo que ocurre. El maquinista reanuda el convoy y un guarda de la estación llama a la Policía. El imprevisto altera los planes de la banda. Empiezan a arrojar las bolsas a toda velocidad y equivocan las que tienen el dinero con las repletas de estampillas.

Los cómplices cargan el sulky con lo que pueden y escapan. Pero dejan el campo sembrado de pruebas, desde herramientas a sus sombreros. Apenas sustraen 2.255 pesos de los 17.275 que tenía el tren pagador.

Con ese emblemático caso empieza el breve libro “Rosario, 1916: el asalto al tren nº 20 y el secuestro del cochero Zapater” de Ernesto Ciunne y Juan José Mocciaro. Los dos casos son la excusa para revisitar la criminalidad de principios de siglo pasado en una sociedad atravesada por la llegada de migrantes. Y cómo esa asociación (delitos y migrantes) se refleja en los diarios de la época, que los autores dividen entre los “serios” y los “amarillistas”.

Interrogar al pasado desde un presente violento

 

“Ellos se lanzan a hacer este delito pero les faltaba la templanza y la organización que iban a tener las bandas criminales posteriores. Porque en medio del atraco se asustan y en el apuro, y por la falta de experiencia, empieza a manotear cualquier saca. Entonces salen disparando y en el desbande se escapa uno para cada lado”, precisa Ciunne a Rosario3. Con el correr de los días, la Policía descubre quiénes son y detiene a la mayoría de los involucrados.

“Mientras tanto la prensa de Buenos Aires se hace eco del tema, como un gran golpe a la manera del cine norteamericano. Pero como no todos son detenidos, un mes y medio después, el 15 de julio de 1916, realizan el secuestro del cochero Zapater en Santa Fe y Balcarce”, sigue el autor del trabajo realizando en base a diarios de época como La Capital, La Reacción, La Nación o La Prensa; además de libros de Rafael Ielpi y Osvaldo Aguirre.

“A diferencia de los crímenes que cometería más tarde la mafia de los 30', de Chicho Chico o Chicho grande, la mayoría de este grupo que terminó detenido era parte de los desesperados y humillados. Gente que había venido como herramienta de trabajo y acá se los sometía a malos tratos, se los humillaba. No tenían estructura. Más bien buscaban dar un salto, un asalto”, define Ciunne.

El autor de otros trabajos como “La crónica roja entre 1910 y 1920 en el diario La Reacción de Rosario” e investigador de la historia del cementerio de Disidentes, resume la importancia del rescate de ciertos hechos, más aún en un contexto de violencia que atraviesa Rosario: “Es importante interrogar al pasado para pensar qué nos pasa en el presente”.

Ciunne junto a Mocciaro, presidente de la Familia Gangitana de Rosario, y el Centro de Estudios Sicilianos Giovanni Ruffino invitan a la presentación del libro que se realizará este viernes 1º de julio a las 17.30. Será en el centro de la UNR de Maipú 1065.