“¿Viste la de los ladrones? ¿Los que robaron el Banco Río?”. Por estos días, estas preguntas se multiplican entre los que buscan algo nuevo para ver o recomendar en tele. Netflix estrenó hace algunos días una producción propia llamada “Los ladrones: la verdadera historia del robo del siglo”. Un documental donde los cuatros ladrones responsables del mayor robo en la historia de los bancos en la República Argentina, cuentan cómo idearon lo que iba a ser el atraco perfecto. El hecho sucedió en enero del 2006 en el Banco Río de Acassuso de la zona norte del Gran Buenos Aires. El final de la historia ya la conocemos. 

El director del documental, Matías Gueilburt, consideró que la mejor manera de reconstruir la escena del crimen era a través de maquetas en escala y con una enorme semejanza al espacio real donde sucedieron los hechos. Ahí entra en escena Guillermo “Turco” Haddad, director de arte rosarino con una vasta trayectoria en esa área a la hora de crear maquetas y escenografías para cine y TV.

“Yo ya los conocía a Matías Gueilburt y a Sebastián Gamba (productor), porque ellos habían sido los productores de la película de Fito (Páez) ¿De quién es el portaligas?, en 2006. Cuando llegaron acá llegaron con un equipo gigantesco de Buenos Aires, de gente súper profesional, muy capos los tipos y yo estaba a las órdenes de ellos", comenzó diciendo el Turco en diálogo esclusivo con Rosario3.

"Siempre tuvimos algún vínculo. Y hace cosa de dos años, en plena pandemia, me llamó Matías (Gueilburt), me contó este proyecto, me preguntó si podía hacerlo y obviamente que le dije que sí, porque me encantó el laburo. Nunca había hecho un trabajo tan grande, porque la maqueta es inmensa, si bien he hecho maquetas grandes esta tenía muchas particularidades”, describió Haddad en relación al principio de esta historia.

En tiempos de hípertecnología y realidad virtual, el director optó por el modo tradicional a la hora de recrear la locación donde se concretó el robo. Aerógrafo, esmalte sintético, látex, aerosol, pincel seco o lavado, alto impacto, acrílico, fibrofácil y la mano talentosa de un verdadero artista.

“Exactamente qué le disparó a Matías, que es el director y el guionista de esta película, yo no lo sé. Supongo que buscando una alternativa más artística para contar la historia. Es un documental, tampoco podía usar demasiados efectos especiales, ¿verdad?", continuó Haddad.

"Entonces me parece que encontró el equilibrio justo entre artificio y realidad, y la maqueta reunía esas condiciones. Porque si bien la maqueta es corpórea, es real, los personajes están incorporados a la maqueta con mucha tecnología", explicó Haddad. 

Y luego amplió: "Los tipos los filmaron a veinte metros en un estudio sobre un fondo verde, con todas medidas, cotas, líneas, una cosa de locos, que yo no entendía nada, y después ves el resultado que ves en la película es una maravilla. Yo no sé si la gente entiende que eso es una maqueta, parece una gran escenografía o parece por computación digamos”.

Un enorme desafío fue afrontar la idea de desarrollar toda una maqueta en plena pandemia, desde Rosario y los productores y el director del documental en Capital Federal. “Plena pandemia. Eso fue otro delirio, porque ellos no tenían ningún plano. Tenían la idea, hacer una maqueta en donde se vea un corte del banco, donde se vea piso por piso, como fue la mecánica del choreo y por donde entraron y por donde salieron y el río", destacó el artista rosarino.

"Al principio ellos pensaban en un tamaño mucho más grande, después hubo que resumir las distancias, porque si no la maqueta iba a medir veinticinco metros. La maqueta era en escala 1 en 24, que es una escala bastante interesante, te permite detalles. Pensá que un tren eléctrico es escala 1 en 87, o sea es mucho más chica, y esta era una maqueta bastante grande”, manifestó Haddad.

“Todo esto eran dibujitos que yo les hacía y se los mandaba, ellos me lo devolvían, hacíamos meet entre cuatro personas. Yo hablaba con el director de fotografía, la directora de arte, estaba el productor, estaba el director, entonces fue todo un intercambio de ideas por zoom. No es lo mismo que sentarte, porque hay gente que no tiene idea de las distancias”, remarcó.

Luego de varios meses de trabajo, ya en capital Federal y el resultado final estaba a la vuelta de la esquina. “De laburo manual fueron tres meses, pero de laburo de craneado y de ponernos de acuerdo fue un mes más. Fueron cuatro meses te diría. Después ellos me mandaron flete, y yo me fui para allá con toda la maqueta, la monté, y todos los chistecitos que tiene la maqueta, poner en marcha los gomones, se corre un mueblecito, se cae una cosita, se prende y se apaga las luces de los autos, el semáforo. Todo eso lo operaba yo. Había que montarla, había que unir las partes, volver a pasar enduido, volver a hacerle la textura, volver a pintar”, detalló. 

El placer de ver plasmado una creación propia en un documental de alta factura. “El resultado es increíble. Nunca pensé que iba a quedar tan bien. Todo. Porque el documental es narrativamente impecable, más allá de que si es apología del delito, si está en contra de los ladrones, el relato es increíble. Y los personajes, mamita, son unos personajes que te atrapan”, senteció Guillermo después de comprobar el resultado final.