Se suicidó Tayda Lebón, la “hija” de David. Entrecomillo “hija” porque a Tayda la conocí como un inquieto pibito que acompañaba al padre, tocaba la batería, abría los ojos enormes en el mundo rock cuando a papá las cosas a veces no le salían tan bien y desde 2017 decidió mostrarse distinta. Desde el 2017 era una chica atrevida, trans pero conflictuada. Tatuada en todo el cuerpo se dedicaba a las perfomance neoyorkinas y desde hace algunos años a tatuar en la casa de Brooklin que compartía con su mamá. Quería tener tetas grandes.

Liliana Lagardé, su madre, fue pareja de David en los 70. Chica brava que entre su historial mítico aparecía como la Yoko Ono de Pescado Rabioso. Provocó la famosa pelea entre Spinetta y Lebón en tiempos de Pescado (ella echó del depto al Flaco y Spinetta en venganza hizo lo propio con Lebón del grupo). Lagardé auxilió a David en la composición de su primer disco solista en temas muy populares en ese tiempo.

Tayda quería ser una chica voluptuosa. Tener pechos redondos y sobresalientes. Su madre repitió la escena: la echó del departamento. Una mujer del rock (también fue pareja de Joe Strummer -The Clash) con una cabeza incendiada por las drogas, no acompañó a su pequeña cuando deseaba escuchar el sonido real de su propio cuerpo: ser otra Madonna por las calles de New York. David sí apoyó y empujó esa transformación. 

Charly García contó que su canción Desarma y Sangra surgió cuando escuchó a fines de los 70 a Tayda cantar el villancico navideño Blanca Navidad. Ayer se conoció la noticia en cuentagotas. Qué dolor puede ser tan grande para sentir que la soledad de un vuelo misterioso y definitivo puede curarnos. Y si. No existe una escuela que enseñe a vivir.