Esta canción, con belleza poética y profundidad profética, indaga claramente sobre la condición humana y señala abordajes más que interesantes para encontrar aspectos críticos y esperanzadores con pocos versos.

Plantea una búsqueda incierta de la felicidad que se pierde de disfrutar. Pasando por la reiteración de errores con la figura del tropiezo reiterado “en una misma piedra”; sin alcanzar la madurez necesaria como ”fruta que llega a pasa” sin mayores resultados.

Si bien el hombre “tiene alma de guitarra encordada de estrellas”, sin embargo su corazón lo ubica en una situación siempre riesgosa como “falta envido”. Por eso, comparado con el reino animal, la canción denuncia que “sólo se diferencia…porque es el hombre el único capaz de odiar”.

En realidad, y sin llegar a ofender a nadie de la Fraternidad cósmica, hay muchas características y posibilidades que marcan distancias importantes. Somos capaces de pensar, de determinar, de imaginar, de planear, de crear, de hablar, de rezar y de amar. Herramientas y posibilidades que también puedes caer en desuso o ser usadas para hacer el mal; lo cual nos coloca en una posición muy crítica porque, a mayor ventaja, mayor exigencia y, sobre todo, el sentido de la responsabilidad por nuestra no menos importante posibilidad de elección.

Se trata, entonces, de afianzar nuestras habilidades por buenos y sanos caminos y, tal vez, mal no vendría incorporar ciertas destrezas solidarias de nuestros hermanos menores. Así valdría más aquello de que ”mientras el hombre se asombre, llore y ría, será la fantasía que Dios creó”.