La elección presidencial del domingo es la más extraña desde el retorno de la democracia. Los déficits de la dirigencia para gestionar el bienestar común en estos 40 años, con sus luces y sombras, y un modelo de Estado cuestionado, por su “ineficiencia” en el caso de Patricia Bullrich, y en su esencia misma por Javier Milei, pusieron contra la espada y la pared a los dos grandes frentes electorales que germinaron a partir de la crisis de 2001 y el bipartidismo que los nutre y antecede. En el plano electoral, este temblor sistémico habilitó un inédito escenario de tercios, en el que las tres fuerzas principales tienen posibilidades de entrar al balotaje. 

Hay más razones por las que Bullrich, Milei, Sergio Massa, Juan Schiaretti y Miriam Bregman este domingo protagonizarán la elección más extraña desde 1983 a la fecha. La más relevante es la irrupción de MIlei, porque las consecuencias que se han visto hasta ahora son inéditas. 

Si ya es una novedad que haya roto la hegemonía del bipartidismo o bicoalicionismo, más lo es la vehiculización del voto de un tercio de los argentinos por afuera de los circuitos habituales, de forma transversal en términos sociales, etáreos y geográficos, lo que desconcertó la ingeniería de las campañas de Unión por la Patria y Juntos por el Cambio.

En Juntos como en Unión por la Patria confían en que, pasada la sorpresa de las Paso, muchos votantes hayan tenido la oportunidad de “conocer mejor” al personaje que encarna Milei y comprendido lo que supone convertirlo en presidente por motivados por enojo. Macri este jueves describió a la La Libertad Avanza como una agrupación sin volumen político que no tendrá capacidad de gobierno, y Massa sugirió el test psicológico para quienes pasen al balotaje, en directa alusión al libertario. 

No hay indicio en ningún trabajo de consultoría de que los votos de Milei se hayan desgranado. Sus referentes en Santa Fe se suman a la instalación de la idea de que puede ganar en primera vuelta o quedar a un paso. 

En cualquier caso otro de los puntos extraños de la elección, es que La Libertad Avanza haya adquirido ese desempeño electoral sin estructura territorial ni partidaria. Que Javier Milei haya sido el más votado en la gran mayoría de las provincias, incluso algunas donde LLA no tiene ni un mínimo arraigo, compone un hecho extraordinario para la historia argentina, donde nunca se había impuesto una fuerza que no tuviera a la UCR o el peronismo como articuladores.

Más teniendo con el sistema de votación actual, hecho a medida de esas grandes estructuras partidarias y territoriales que garantizan flujo de boletas, fiscalización y presencia en cada rincón del país.

A sabiendas de que el efecto sorpresa ya pasó y que dos veces no va a agarrar dormidos a Juntos por el Cambio y Unidos por la Patria, el comando de campaña de Milei optó por suplir la falta de fiscales y estructura territorial distribuyendo la boleta en sobre cerrado por vía postal a miles de hogares de todo el país. 

Santa Fe es una de las provincias donde esa estrategia, de dudoso resultado incluso para los propios, se ejecutó a escala. Eligieron localidades, estudiaron el comportamiento del voto en las Paso y posibilidades reales de fiscalización y con esa información definieron a quién mandar correo. Una referencia local de LLA hizo trascender la cifra de 300 mil correspondencias enviadas a hogares de la provincia.

A diferencia de Massa y Bullrich, Milei no pisó Santa Fe (ni la gran mayoría de las provincias) entre las Paso y la general. En agosto obtuvo más de 35 puntos, cuatro por encima de la suma de Bullrich y Larreta y ganó en 18 de los 19 departamentos. Por eso el comando de campaña considera que es un voto consolidado y que las chances de crecer se darán naturalmente. Por el contrario, Milei se dedicó a ir a buscar el “voto blando” de provincia de Buenos Aires, aprovechando el descontento económico, la inseguridad y escenarios como el que les regaló el affaire Insaurralde.

Entre lo impredecible y lo increíble

 

La elección es atípica además por el nivel de incertidumbre, que es económica, pero también política y social. Lo económico es conocido y no es la primera vez que se va a las urnas en situaciones de crisis, pero el factor Milei y sus chances de llegar a la presidencia ponen en razonable duda su capacidad de gobernar, el impacto en las calles y la viabilidad de las ideas y promesas que hizo, algunas preocupantes, desde la dolarización de la economía, la ruptura de relaciones con El Vaticano, la no comercialización China, el cierre del Banco Central, la eliminación de subsidios, la privatización de empresas pero también de recursos naturales.

Si de elección atípica se trata, el oficialismo aporta lo suyo a la elección del domingo. El presidente hace meses que está ausente y vaciado de poder y Cristina Fernández borrada de la escena pública (aunque no inactiva). El candidato del oficialismo es el ministro de Economía Sergio Massa, que en 14 meses de gestión no pudo domar el deterioro de las variables económicas y financieras, pero le dio soporte político a un gobierno que, sin lo que él les aportó, no estaba en condiciones de llegar al final del mandato. No sólo fue el principal artífice de que llegara sino que lo estacionó a las puertas del balotaje. Increíble. Su desafío es cruzar esa puerta y convencer que es el portador de un liderazgo para un país estable e iniciador de una nueva era en el peronismo.

Con todas las de perder, presionado por el FMI, obligado a devaluar en medio de la campaña, acorralado por una inflación galopante, pero con todos los instrumentos y cajas del Estado a disposición para mantenerse en carrera, Massa llegó al 22 de octubre competitivo y con el peronismo alineado detrás de su candidatura. 

La campaña en Santa Fe es un buen ejemplo de la habilidad de sobrevivencia, articulación y construcción de Massa, porque mostró mucho más orden superestructural, mucho más activismo en cuadros intermedios y más desarrollo militante que en la elección provincial. El acto del Día de la Lealtad en el Monumento a la Bandera, si bien resultó un estímulo para los convencidos y demostración de movilización, exhibió un nivel de unidad y protagonismo que nunca se vio en la elección provincial. 

Dicho por boca de uno de los primeros nombres de la lista de diputados nacionales de Unión por la Patria: “Nadie juega para atrás, hay un nivel de unidad muy alto. Todo lo que se pudo activar se activó. El debate está en la calle, todos saben lo que se está en juego y en riesgo. Referentes de todas las ramas, sindicatos y organizaciones están recorriendo barrios y la provincia, llevando casa por casa el volante y el voto. El objetivo inicial que Sergio nos pidió para Santa Fe es cualquier número de dos cifras que empiece con tres y a eso apuntamos. Todo lo que lo que teníamos que hacer se hizo. Después los resultados son los resultados”.

Bullrich, la pérdida y Santa Fe

 

Es lo contrario a lo que mostró la campaña de Juntos por el Cambio, todavía no repuesta del cimbronazo que significó la irrupción de Javier Milei. El líder de la ultraderecha se apropió y resignificó la narrativa de la Argentina fracasada por culpa del peronismo sobre la que tantos años machacó Juntos por el Cambio. Milei amplió la idea del “fracaso argentino”, pero no por culpa del peronismo sino de la casta, concepto novedoso para el universo discursivo de la política argentina y que en su construcción abarca también al principal espacio opositor.

Una de las novedades de las elecciones 2024 es que el electorado no peronista ya no es capital exclusivo de Juntos por el Cambio, sino que está dividido con La Libertad Avanza. Es lo que le dio vida a Massa y al peronismo y hundió a Juntos por el Cambio, que esperaba ganar esas primarias. Bullrich tardó en asimilar ese escenario y siguió enfocada en el peronismo, aspecto que recién corrigió en este último tramo de campaña.

Santa Fe es la prueba de laboratorio para Bullrich. Los votos que consagraron a Maximiliano Pullaro gobernador son la suma de los votantes de Bullrich, Larreta y Milei. Esa es la pecera donde necesita pescar la candidata del PRO porque no va a ser el que votó a Massa el que la salve a ella.

Eso explica aquel polémico anuncio de Pullaro antes de ser electo de que en caso de balotaje votaría por Milei. Tenía estudiado que su electorado repartía preferencias entre la candidata de JxC y el de LLA. En esta campaña no retaceó el apoyo a Bullrich, la acompañó en cada una de las varias visitas a suelo provincial y estuvo a disposición cuando se lo pidieron. Como dicen en el peronismo, después “los resultados son los resultados”. 

¿Ratificará Pullaro el domingo a la noche su apoyo a Milei si Bullrich no entra al balotaje? No hay que esperar definiciones de esa naturaleza. Su figura cobra relevancia nacional y el tuit pidiendo a Milei respeto por su amigo Leandro Santoro y la UCR es el anticipo de que se sumará a la decisión orgánica, de la que será parte, que adopte el Comité Nacional del radicalismo con respecto al balotaje.

La elección nacional determinará el contexto económico y social en el que se desenvolverá el gobierno de Maximiliano Pullaro y marcará el rumbo de las relaciones provincias-Estado central: el “gobierno de unidad nacional” que propone Massa, el de los propios con Patricia Bullrich o el de la motosierra que pregona Milei.