Andy Fabián Benítez, un recluso que se granjeó notoriedad a partir de delitos cometidos desde el encierro, sumó una nueva imputación. Ahora lo señalaron como el artífice de las balaceras al cajero del banco Macro de Ovidio Lagos y Saavedra y al Heca, cometidas en diciembre pasado, ataques que estuvieron acompañadas de amenazas al gobernador de Santa Fe. Para el fiscal Franco Carbone, que reunió testimonios de personal penitenciario, los atentados estuvieron íntimamente ligados al malestar del recluso por el traslado a un pabellón de alto perfil en la cárcel de Piñero, en el marco de un reacomodamiento de internos dispuesto por la nueva gestión de Seguridad.

El 12 de diciembre de 2023, a las 19.25, dos soldaditos balearon el cajero Macro de Saavedra y Lagos a bordo de una moto Rouser negra. A su vez, arrojaron un trozo de cartón con amenazas firmadas por el “Pabellón 9 de Piñero”. Fueron cuatro detonaciones con una pistola calibre .40.

Horas después, ya el día 13, a las 0.50 desde una moto balearon la puerta de ingreso del Heca ubicada en calle Vera Mujica. Esta vez fue un disparo con la misma pistola, y arrojaron un cartón con amenazas del mismo tenor.

Andy Benítez, que purga condenas por robo y narcomenudeo y posee dos investigaciones abiertas como presunto jefe de gavillas dedicadas a la violencia territorial en Ludueña y Empalme Graneros, fue uno de los reclusos que a mediados de diciembre fue trasladado junto con otros doce internos a pabellones de alto perfil: los números 25, 26, 27, 28 y 29. Ello, según se desprende de la imputación de Carbone, enfureció a Benítez.

“Se comentaba que iban a cagar a tiros a Pullaro"

Parte de la evidencia de la causa surge de declaraciones de personal penitenciario que escucharon las amenazas de Benítez el 12 de diciembre, cuando empezaron los reacomodamientos, en una cárcel que hace años está sobrepoblada. Benítez fue a parar al pabellón 27 que, según declaraciones, posee enemistad con el pabellón 9, el escrachado en los carteles de las balaceras.

“A eso de las 7.30, ya habían traído a los internos, eran tres, entre los cuales estaba Benítez. Esa mañana estaban todos «malísimos», amenazaban a los celadores, y Benítez dijo que iban a cagar a tiros a Pullaro, al gobernador. Lo dijo abiertamente, haciéndose el malo y yo lo escuché”, confió un trabajador penitenciario.

Benítez, según la causa, se encontraba enemistado con otros internos ligados a la marca delictiva Monos, organización a la que supo tributar –según una investigación del fiscal Pablo Socca– hasta que “empezó a hacer negocios con el otro bando”, aseguró un trabajador penitenciario. Ello derivó en una dura golpiza por parte de tres reclusos con los que supo hacer negocios.

“Entonces –continuó el testigo– ahí se pelea con Matías César [cabecilla de los Monos]; creo que [Benítez] había empezado a meterse en la banda de Alvarado”.

Más recientemente, mientras tenía resguardo físico (“de manera que se evita que esté con otro interno y que la mayoría del tiempo este solo”), Benítez dijo "que le iba a dejar un mensaje a Pullaro, que le iba a salir con la más loca", según escuchó un celador.

¿Cómo se habría comunicado Benítez con el exterior para ordenar los ataques? A través de un teléfono fijo que los reclusos de alto perfil pueden utilizar “15 minutos, dos veces por día, en el turno mañana y en el turno de la tarde”.

En ese marco, la fiscalía presentó además otras evidencias –investigaciones en curso y escuchas judicializadas– que sugieren que Benítez integra una facción díscola de los Monos, apodada “La Mafilia”, cuyos principales referentes son Pablo Nicolás “Nico” Camino y Leandro “Gordo” Vilches, quienes supieron estar alojados en el penal federal de Rawson y se encuentran imputados por instigar el homicidio de Lorenzo “Jimi” Altamirano, entre otros hechos de conmoción pública, como el atentado al supermercado Único en barrio Bella Vista, propiedad de la familia Rocuzzo.

La pistola 9 milímetros utilizados en los ataques al Macro y el Heca, surgió recientemente, fueron plantadas por personal policial a un joven el pasado 31 de enero con la intención de atribuir esos ataques a la banda que encabeza el clan Tripi, del Fonavi Parque Oeste, en una trama conexa que se encuentra en plena investigación y tiene a tres policías detenidos. Detrás de esa maniobra surgió el nombre de Mauricio Ayala, un transero de zona oeste al que la Fiscalía relaciona con La Mafilia y, por lo tanto, con el bando de Benítez.

Por lo pronto, el juez Florentino Malaponte entendió que la apariencia de responsabilidad de Benítez es suficiente para dictar preventiva efectiva por el plazo de ley: la tercera medida cautelar que pesa sobre el recluso, más allá de sus dos condenas.