Un preso de la cárcel de Coronda que está sospechado de ser jefe de una banda narco fue imputado junto a su pareja por una seguidilla de extorsiones y balaceras en Rosario. Se trata de Fabio Alejandro Giménez, quien fue acusado el año pasado por haber instigado desde otra unidad penitenciaria el crimen de Nicolás “Fino” Ocampo, condenado como miembro de la organización de Esteban Alvarado.

En la audiencia, el fiscal de la unidad de Balaceras Pablo Socca reveló escuchas telefónicas a Fabio Giménez, quien llevó adelante las comunicaciones con las víctimas, a quienes exigía dinero en concepto de “protección” para no atacar sus comercios o a sus familiares. Y era su pareja, Samanta Joana Vilches, quien, de acuerdo a la imputación, se encargaba de la logística para las intimidaciones o las balaceras.

Al término de la acusación, la jueza Valeria Pedrana dictó prisión preventiva efectiva por el plazo de ley. Así, rechazó el arresto domiciliario de Vilches, que había solicitado a través de su defensora quedar al cuidado de sus hijos de 1 y 3 años.

Para el fiscal, Giménez, su pareja y varias personas más integran una presunta banda que se dedica a la venta de droga en Rosario y Villa Gobernador Gálvez, pero también a delitos de índole provincial, como ataques a tiros, homicidios por encargo y extorsiones.

De hecho, la Brigada Operativa de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) detuvo a cuatro personas más por este caso. En total, la Justicia provincial ya tiene a siete arrestados, de los cuales tres son adolescentes y están a disposición del Juzgado de Menores.

La mujer fue detenida la semana pasada a la salida de una visita en la cárcel de Coronda. Fue después de que la División de Inteligencia de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) hiciera seguimiento a Vilches durante tres jueves completos, en el camino de ida y vuelta de esa localidad.

Lo llamativo para los investigadores es que después de haberla detenido, el domingo ya estaban extorsionando de nuevo.

La detención de Vilches se dio a la salida de la cárcel de Coronda.

El trabajo de los investigadores policiales posibilitó así determinar domicilios y lugares de interés para posteriormente realizar los allanamientos del pasado jueves 26 de mayo en Montevideo al 3200, Alsina al 5300, Estudiantes Aguilar al 7700, Cerrito al 7500, Provincia de Misiones al 2100, Spiro 300 bis y Ayacucho al 4000. También en Noruega al 2600 y Chubut al 1300, en Villa Gobernador Gálvez; y en Paraguay al 200, en la localidad de Puerto San Martín.

Extorsiones escuchadas

 

En enero y febrero de este año, la presunta asociación ilícita de Fabio Giménez extorsionó a una empresa que hace mudanzas. En varios llamados telefónicos, el recluso hizo enviar papeles con mensajes intimidatorios en los se adjuntaba una línea telefónica para que las víctimas se comunicaran.

Como las víctimas no lo hicieron, Giménez realizó una serie de llamados a la empresa en cuestión y luego a sus responsables, a quienes amenazó con “prender fuego un camión” de la compañía o balear a un familiar si no le pagaban una suma de dinero en concepto de “protección”, al mejor estilo mafia. Los datos surgen de la reproducción de las escuchas de los teléfonos que usaba Giménez en prisión.

Por ese hecho, el fiscal Socca imputó a Giménez y a Vilches. Y en esa causa hay un pariente del interno de Coronda que está prófugo.

En enero también cometieron dos extorsiones más. Una en Levalle al 1600 de Villa Gobernador Gálvez, donde dejaron una carta intimidatoria. Y la otra en un quiosco de barrio Tablada cuyo dueño fue objeto de numerosos llamados del preso, que le pedía 300 mil pesos a cambio de no balearle el comercio o a su nieto.

“300 y laburá tranquilo. No te pasa nada ni a vos ni a tu nieto”, le dijo Giménez al quiosquero, que le respondió, al principio, no tener dinero.

La negativa del comerciante tiene como consecuencia el siguiente comentario del recluso de Coronda: “Bueno, listo entonces. ¿Sabés qué? Cuando ahora me hagas gastar 20 lucas para que mande a los pibes para cagarte a tiros tu casa, te voy a pedir el doble. ¿Me vas a hacer gastar 20 lucas? Ahora yo voy a mandar a tu casa a re cagarte bien a tiros. Poné un Comando, hacé lo que quieras, pero vos ahí no laburás más. Al quiosco te lo hago cerrar. Y donde enganche a tu nieto te lo pego”.

La víctima terminó pagando 280 mil pesos a Samanta Vilches, quien llegó al negocio en una moto junto a otra mujer.

Pero también extorsionaron a una empresa de repuestos automotor de la zona sudoeste de Rosario. Giménez, a finales de enero, comenzó a llamar desde la cárcel y exigió el pago de tres millones de pesos.

“Llegamos a un acuerdo razonable y todo tranquilo seguimos. O esto se pone cada vez peor. Decime qué hacemos. Ni la custodia te hago zafar. Vos fíjate lo que te hago apenas te descuidás”, le manifestó.

Como las víctimas no accedieron al pago de ese monto, el 25 de enero pasado dos personas en moto efectuaron cinco disparos contra la propiedad. Inmediatamente, el preso volvió a comunicarse. “Ahora están yendo a otra casa a tirar. Atendé y hablamos bien. Ya sé que metiste a la Policía. Hablemos bien y arreglemos, o cambio de número y te hago pegar a uno de los tuyos. Dame un palo y cerramos trato. ¿Vas a asustar a tus hijos? Atendé”, amenazó Giménez.

A esa balacera y extorsiones se sumó otro ataque a tiros. Fue el 30 de enero pasado en Biedma al 2500 contra el frente de un domicilio. “Mirá lo que te mandé a hacer, por la plata que gasto te voy a pedir más ahora. No te hagas el vivo porque cambio de nuevo de celular y te hago pegar a uno de tu familia. Esto te va a salir más caro todavía”, agrega Giménez a las víctimas.

Por esas extorsiones a la firma de repuestos automotor se encuentra prófugo un taxista que participó en la entrega de datos a Samanta Vilches para llevar a cabo las amenazas.