La disputa territorial entre bandas que pujan por la venta de droga en el complejo Fonavi Parque Oeste quedó expuesta públicamente esta semana con la imputación de tres policías que fueron acusados de encubrir a Mauricio Ayala, un referente del narcomenudeo de zona oeste. Los agentes, según explicó el fiscal Franco Carbone que ordenó los arrestos, habían intentado desviar la investigación de balaceras contra el gobierno provincial –ocurridas entre diciembre y enero– hacia otra estructura delictiva mediante la inserción de tres pistolas en un procedimiento ilegal. A esta situación se le sumó la detención de este jueves de otro uniformado sospechado de haber filtrado información a organizaciones haciéndose pasar por miembro de la TOE, fuerza en la que supo prestar servicios hasta 2020, cuando en cumplía tareas como oficial de la Policía de Investigaciones.

La saga de ataques a tiros a lugares de alto impacto público con carteles que nombraban al gobernador, entre otras alusiones, puso ahora sobre el tapete al transero Mauricio Ayala, considerado uno de los antagonistas del clan narco Tripi, al menos de acuerdo con lo que dejó trascender la Fiscalía respecto de los actores involucrados en la conspiración narcopolicial destapada recientemente.

Hasta hace poco, Ayala era un “tapado” y operaba sin problemas, según describió un investigador federal a Rosario3: “Cobró fuerza tras la caída de otros históricos del narcomenudeo de la zona del Distrito Oeste, como «Junior» Vivas y «Leo» Rey.

A Ayala le atribuyen el regenteo del archiconocido búnker de Riobamba al 5000 (y la vía) que tenía concurrencia masiva a toda hora y terminó derribado días después de un “corte de calle” en el que policía Motorizada incautó 502 dosis de cocaína y 439 de marihuana prensada, el 3 de enero.

En el primer mes de 2024 personal policial interceptó varios “bagayos” importantes de marihuana y cocaína en la zona de influencia de Ayala: el oeste de Bella Vista y las villas Banana y Pororó. Evidentemente, desde un sector de la fuerza le bajaron el pulgar a Ayala. Vale aclararlo: no fueron secuestros derivados de allanamientos ni de investigaciones formales.

El 19 de enero, personal del Comando Radioeléctrico incautó 800 dosis de cocaína a metros de la casa de Ayala, en Gutenberg y La Paz, a instancias de una “llamada anónima” al 911. En el mismo día, secuestraron otros 400 papeles de cocaína en Avellaneda y 27 de Febrero. A lo que se suma otras partidas secuestradas en el búnker de Racedo al 4400 (4 de enero).

El operativo antidroga de mayor envergadura fue el de la Policía Motorizada del 28 de enero, en Cerrito e inmediaciones de Felipe Moré, con el secuestro de nada menos que 230 ladrillos de marihuana, 15 envoltorios de cocaína, balanzas y otros elementos. No hubo detenidos.

¿Acaso esta serie de procedimientos callejeros enfureció a Ayala o a sus superiores? Las pérdidas fueron millonarias. A Ayala lo buscaron el miércoles en nueve allanamientos, pero no lo encontraron, una escena que llamó la atención del fiscal Carbone que había pedido su detención, ya que sospecha de que le filtraron los datos de los operativos. No obstante, la Policía le secuestró más de 2,5 millones de pesos y 500 dólares en uno de sus domicilios. Su prontuario lo pinta como un hombre de armas tomar. En 2019, se hizo cargo de una tentativa de homicidio y lo condenaron a cinco años y cuatro meses. En una salida transitoria en 2021 sobrevivió un ataque con ametralladora en Soldini. El 10 de enero pasado estuvo un día detenido por un oscuro episodio cerca de su casa, relacionado con supuestas amenazas a una vecina y un pedido de captura –no vigente– de la causa que ya lo había tenido tras las rejas.

Mientras tanto, no trascendieron golpes antidroga en el otro polo del narcomenudeo del oeste, no muy lejos de allí. Las torres del Fonavi Parque Oeste, el complejo que supo ser explotado por la banda de Walter “Dulce” Abregú y luego por el clan Tripi, al cual intentaron perjudicar con carteles que acompañaron balaceras a la sede de la TOE y a la estación GNC 27 (20 y 23 de enero). "TOE dejen de molestar. Atte los Tripi", decían las misivas autoincriminantes.

La última gran redada en los monoblocks de la ex Quinta Luciani data de junio de 2020, ocasión en que cayó detenido el cabecilla Iván Tripi, quien terminó condenado en un juicio abreviado a siete años de prisión por la Justicia Federal en 2023.

Hoy, cuentan los vecinos, nada ha cambiado en la zona lindera a la base de la TOE. Y el homicidio de Leonel Ariel Tripi, cometido el martes por la tarde, echó más nafta al fuego.

¿Dónde encaja la detención de un oficial de la PDI con pasado en la TOE llevada a cabo este jueves? Un arresto que se suma a la de los tres policías que embagayaron a Alexis C. M., vinculado al asesinado Leonel Tripi.

El ex TOE Gabriel “Chiqui” F. aún tenía uniformes a más de cuatro años de ser apartado y una pistola con numeración limada, además de la reglamentaria. Por lo pronto, será imputado por la tenencia del arma ilegal, pero la Fiscalía espera peritar su teléfono y abrir otra caja de Pandora.

“La balacera a la TOE quizá fue cometida para visibilizar a algún integrante (de esa fuerza) con vinculaciones con alguna banda”, deslizó un vocero judicial. Tal vez, ese efectivo sea Gabriel F. que todavía conservaba su uniforme de la fuerza de elite. Según dejaron trascender, un testimonio de identidad reservada lo complica.