Reforma constitucional en mano, lo que le permitirá al gobernador ir por la reelección en 2027, el pullarismo fijó nuevos objetivos políticos, sin posibilidad de vacaciones a la vista. En orden cronológico: poner toda la carne al asador para que Provincias Unidas haga una buena elección en octubre y se convierta en un actor de peso en el Congreso nacional que viene; completar la renovación de la Corte Suprema de la provincia para diciembre del año próximo; y sumar un nombre propio, probablemente del riñón de la gestión provincial, a la oferta electoral de Unidos para la sucesión de Pablo Javkin como intendente de Rosario.

De julio a septiembre el foco político del oficialismo estuvo en la Convención Constituyente, con un balance más que satisfactorio respecto de lo que se plasmó en el nuevo texto de la Carta Magna y los consensos alcanzados: casi todos los artículos se aprobaron con al menos dos tercios de los votos, en virtud de los acuerdos entre Unidos y el peronismo.

Solo una cuestión dejó disconforme a Maximiliano Pullaro: que hasta sus propios aliados resistieran la idea de que el mandato del o la fiscal general fuera de cuatro años y coincidiera con el del gobernador, subordinando así la política de persecución penal a los lineamientos de seguridad del Poder Ejecutivo. El modelo norteamericano: el gobernante llega con su jefe del Ministerio Público de la Acusación y se va con él, explicó varias veces Lisandro Enrico, presidente de la comisión de Justicia de la Convención. “No nos entendieron”, lamentan en el entorno del mandatario.

De todos modos, eso no afecta la evaluación positiva que hacen del proceso constituyente, con el que se completaron las tres reformas que el gobierno provincial se había propuesto para la primera parte del mandato iniciado en diciembre de 2023: la previsional, la judicial y la constitucional.

Provincias Unidas

 

La Convención cambió en parte la dinámica de la gestión: no todos los días se escribe una Constitución. El propio Pullaro, que como convencional estuvo presente en todas las sesiones plenarias, bajó el ritmo de las idas y vueltas por la provincia e hizo más trabajo de oficina. Pero eso no le impidió el 30 de julio, junto a otros cuatro gobernadores, dar un paso fundamental en cuanto a estrategia política: lanzó un nuevo movimiento, luego bautizado Provincias Unidas, para terciar en la disputa nacional entre La Libertad Avanza y el kirchnerismo.

Ese movimiento, motivado en un principio por la necesidad de las provincias de actuar y armar una red en defensa propia, le dio otro peso —y sobre todo otra expectativa— a la elección nacional de octubre para el oficialismo provincial. Unidos consiguió cerrar una lista con todos los socios adentro, con la idea de perforar la polarización nacional y marchar otra vez hacia un escenario de tercios en Santa Fe.

Los gobernadores y dirigentes de Provincias Unidas.

La empresa, admiten en Unidos, no es fácil. Como prueba, está el recuerdo de la elección de diputados de 2017: Miguel Lifschitz quiso asomar la cabeza en la pulseada entre el macrismo, que llevaba como cabeza de lista a un entonces desconocido Albor Cantard, y el kirchnerismo con Agustín Rossi. Pero su candidato, el entonces ministro de Producción Luis Contigiani, salió tercero con apenas 14 puntos.

El escenario, es cierto, no es el mismo. Macri estaba en la cresta de la ola y no es el caso de Javier Milei hoy. Aunque las encuestas indican que, como marca, La Libertad Avanza —que lleva como cabeza de lista a un joven y poco conocido Agustín Pellegrini— retiene el voto duro que apoyó al presidente en 2023: alrededor de un tercio del electorado.

La perspectiva de que Provincias Unidas se convierta en una fuerza con proyección nacional le da a la candidata de Pullaro, la vicegobernadora Gisela Scaglia, un soporte que Contigiani no tuvo: no solo se trata de defender los intereses de Santa Fe, sino de empezar a proponer un modelo de país que, desde el interior, plantee equilibrio fiscal sin descuidar trabajo y producción. Una apuesta al posmileismo, "sin volver al pasado".

El voto en disputa

 

La disputa, está claro, es por el voto no kirchnerista, que en Santa Fe es mayoritario. En el pullarismo hacen esta cuenta: de cada diez respaldos al gobernador, seis coinciden también con Milei. Hace poco eran ocho. ¿Dónde están los dos que faltan? Entre los decepcionados con el gobierno nacional, que en los comicios del 7 de septiembre en provincia de Buenos Aires se quedaron en sus casas.

Es ese sector al que Milei, definitivamente al frente de la campaña nacional de La Libertad Avanza, intenta reconquistar apelando otra vez al discurso antipolítica y al miedo a un regreso del kirchnerismo. Que lo logre o no dependerá, en parte, de cómo se defina la pulseada con Provincias Unidas en dos distritos que el oficialismo necesita ganar para compensar la casi segura derrota en Buenos Aires: Santa Fe y Córdoba.

La apuesta de Pullaro es fuerte. También él se pondrá la campaña al hombro y acompañará todo lo que pueda a una candidata que, al ser su vicegobernadora, se identifica con claridad como de su máxima confianza. Además, participará junto con los otros gobernadores del grupo en actos en otros distritos, incluso en Buenos Aires, para darle visibilidad y mayor volumen en el debate nacional a Provincias Unidas. Aunque en su entorno prefieren no alimentar demasiadas expectativas: según sus encuestas, parten desde abajo, y colarse entre los dos tanques que compiten a nivel nacional, aseguran, no es fácil. Con lo cual, agregan, se darían por hechos si consiguen que el reparto de las nueve bancas en juego en Santa Fe quede tres, tres y tres, más allá de no ocupar el primer lugar.

Lo cierto es que el escenario político nacional es volátil e incierto, casi tanto como el económico. Aunque ahora la posibilidad de una ayuda del “amigo americano” le dé al gobierno de Milei una perspectiva más tranquila que la de la semana pasada. Como sea, ningún resultado se puede descartar hoy. ¿Y si Scaglia gana? ¿Lo proyectaría a Pullaro como presidenciable? No es su idea. “No me siento en condiciones de liderar ese proceso, me siento cómodo en Santa Fe”, dijo días atrás en una entrevista con Rosario3. Y mencionó como eventuales candidatos de Provincias Unidas para 2027 a Juan Schiaretti, Ignacio Torres y Gustavo Valdés. El correntino, que el 10 de diciembre termina mandato como gobernador y dejó cuarta a La Libertad Avanza en su distrito, es el preferido de Pullaro, aunque todavía tiene mucho camino por recorrer para ser conocido a nivel país.

Acaso porque no está en los planes inmediatos un salto a la Nación sino ir por la reelección en Santa Fe, entre los operadores más cercanos al gobernador dicen que les alcanza con una cosecha “digna” en octubre, para luego reenfocarse en los planes políticos provinciales y el tránsito hacia 2027.

Plan Rosario

 

Entonces, en materia electoral aparece otro intríngulis: quién será el candidato a intendente de Rosario en esos comicios, que se anticipan tan duros como los de 2023 —cuando Juan Monteverde estuvo cerca de frenar la reelección de Javkin— o los de concejales de 2025, cuando Unidos quedó tercero en un escenario de tercios con el propio líder de Ciudad Futura y el libertario Juan Aleart.

Con Monteverde y Aleart otra vez en cancha, en el pullarismo creen que será necesario sumar a las internas abiertas de Unidos —donde ya se anota María Eugenia Schmuck y acaso lo haga Ciro Seisas— un nombre claramente identificado con la administración provincial.

“El candidato de Unidos para ganar una compulsa tan compleja tiene que ser alguien con experiencia y aptitud probada para la gestión, que el electorado de clase media de Rosario identifique además como sostén de las políticas de seguridad del gobernador”, dice una fuente cercana a Pullaro. El perfil que más se ajusta a esa descripción es el de Gustavo Puccini, un pullarista de la primera hora que gana protagonismo día a día desde su cargo de ministro de la Producción.

Gustavo Puccini, un pullarista de la primera hora que podría jugar en Rosario.

La nueva Corte

 

Pero 2027 queda lejos. Antes de que empiece ese año, el último del primer mandato, Pullaro pretende terminar un proceso que quedó a medias: la renovación de la Corte Suprema de Justicia. La nueva Constitución provincial le dio un nuevo elemento de legitimidad: el artículo que establece que ningún magistrado puede permanecer en su cargo más allá de los 75 años.

La Corte santafesina tiene tres jueces en esa situación: Roberto Falistocco, Rafael Gutiérrez y Eduardo Spuler.

Distintas versiones sostienen que Spuler presentará su renuncia en los próximos meses para dejar el tribunal en febrero de 2026. En el gobierno provincial aseguran que con los otros ministros también hay buen diálogo y que se trabaja para que dimitan a lo largo de 2026.

En la Casa Gris remarcan que la relación ya no tiene la tensión del inicio de la gestión y que tampoco hay cuestionamientos abiertos del Ejecutivo contra los ministros más antiguos, sobre quienes además no pesan denuncias de corrupción.

Pero reconocen que los tiempos piden un recambio, que ya comenzó este año con el ingreso de Jorge Baclini, Margarita Zabalza y Rubén Weder, que junto a Daniel Erbetta conforman una nueva mayoría en el máximo tribunal.

La idea de Pullaro es dar tiempo hasta fin de 2026 para que se produzcan las dimisiones. Caso contrario, dictará un decreto de cese.

En cuanto a los reemplazos, cerca del gobernador prefieren no dar nombres y están dispuestos a abrir el diálogo con la oposición, sobre todo con el justicialismo que participó de los consensos de la reforma. Pero trabaja con un plan inicial: que uno provenga de los colegios de magistrados, que haya un segundo propuesto por otros estamentos judiciales como las organizaciones de abogados, y que el tercero sea de origen radical.

Es que, sostienen, en el recambio anterior ingresaron Zabalza, del socialismo; Weder, propuesto por Omar Perotti; y Baclini, que aunque tiene buena relación con Pullaro y la UCR, proviene de la carrera judicial.

Las negociaciones entre oficialismo y oposición dirán si esto es así o adquiere otro formato, en un escenario que ya mostró a un oficialismo permeable a ceder en pos del consenso y la legitimidad en la Convención Constituyente.