La música podría transformar la biología humana, modificar la expresión génica, la actividad proteica y la microbiota oral, sobre todo en personas con Trastorno del Espectro Autista, Alzheimer o daño cerebral. Así lo indica el proyecto SensoGenoma, una iniciativa multidisciplinar liderada por el Instituto de Investigación Sanitaria de Santiago de Compostela (IDIS) de España.
El proyecto, presentado la semana pasada, indica que “la detección de alteraciones en la microbiota bucal de los pacientes tras la estimulación de la música (…) sugiere que el origen de ciertas enfermedades neurodegenerativas podría estar relacionado con infecciones orales”.
Asimismo, que la música sea capaz de "modular la microbiota oral", abre la posibilidad de explorar su potencial en la identificación de biomarcadores.
Muestras de saliva y sangre desde 2022
Este proyecto, pionero a escala mundial, comenzó en 2022 con el fin de identificar biomarcadores de respuesta individual, validar dianas terapéuticas y establecer relaciones causales entre música y procesos fisiológicos abordando cuestionamientos históricos sobre la deficiente evidencia científica en estudios de arte y salud.
Se tomaron muestras de saliva y sangre en los participantes de diferentes conciertos experimentales celebrados desde 2022 en colaboración con la Real Filharmonia de Galicia y el Auditorio de Galicia. Durante los dos primeros años se centraron en personas sanas y en pacientes con trastornos cognitivos asociados a la edad, como el Alzheimer.
El "efecto compensador" de la música en Alzheimer, TEA y daño cerebral
Uno de los hallazgos más importantes es que la música puede "compensar la expresión génica alterada en los trastornos cognitivos relacionados con la edad, activando las vías de autofagia y organización sináptica”. Asimismo, en quienes padecen Alzheimer, la música modula la microbiota oral al afectar a aquellas bacterias implicadas en la neuroinflamación y procesos neurodegenerativos.
En cuanto al Trastorno del Espectro Autista (TEA), la música influye “en genes asociados con la función inmunitaria y mitocondrial”, así como en la microbiota oral, lo que sugiere efectos sistémicos y posibles beneficios para la cognición y la interacción social.
Respecto de quienes poseen daño cerebral, la música afecta a los genes vinculados a la neuroplasticidad y posible reparación neuronal, relación clave para programas de rehabilitación. “No sabemos muy bien el alcance y cómo la música realmente regula esto, pero sí podemos especular que hay un cambio en ese ecosistema de la boca”, afirmaron.
En este sentido, sostienen que esa expresión diferencial de los genes ante el estímulo musical “es diferente en las personas que tienen determinadas patologías” y “tiene un efecto compensador”.
El próximo 3 de octubre, se tomarán nuevas muestras en la cuarta edición de Sensogenoma, con participación de la Real Filharmonía de Galicia y la Banda Municipal de Música de Santiago de Compostela. El concierto contará con dos partes de 30 minutos y se recogerán muestras de donantes antes, después y durante el descanso.
Fuente: EFE.



