Una nueva técnica biomatemática optimizada en animales que permite monitorear con precisión la evolución del daño cerebral en accidentes cerebrovasculares (ACV) fue desarrollada recientemente por un equipo internacional. El trabajo fue publicado en la revista científica Nature.

La metodología permitió observar que el tejido cortical que aún muestra actividad en un encefalograma puede, en verdad, estar sufriendo la muerte irreversible de las capas neuronales más superficiales tras un ictus o una hemorragia intracraneal. Por este motivo, estos hallazgos replantean los criterios y la praxis en el seguimiento y tratamiento de este tipo de accidentes.

Esta técnica, probada en paralelo en pacientes y en roedores, muestra que el tejido cerebral puede presentar actividad en un encefalograma debido a los impulsos eléctricos de las capas más profundas y, aun así, estar sufriendo un daño irreparable en las más superficiales.

Accidentes cerebrovasculares

Se trata de la segunda causa de muerte y la primera de discapacidad en adultos a nivel mundial, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El organismo describió que anualmente alrededor de 15 millones de personas sufren un ACV, cinco millones de las cuales fallecen y un 30% padece una discapacidad permanente.

Cuando una persona sufre un ACV se generan unas ondas electroquímicas que recorren el tejido lentamente desde la zona dañada, matando neuronas a su paso. En un plazo de pocas horas, varias de estas ondas producirán una lesión irreversible en la corteza cerebral, por lo que se considera una ventana de tiempo crítica para que el personal médico intente salvar el tejido y disminuir las secuelas neurológicas irreversibles, o en algunos casos la muerte misma.

El estudio

En este trabajo se descubrió que el tejido cortical que aún muestra actividad EEG (encefalografía cerebral) puede, en realidad, estar sufriendo ya la muerte irreversible de las capas neuronales más superficiales. Para ello se usó una compleja técnica biomatemática de análisis de los potenciales eléctricos cerebrales que fue optimizada anteriormente en animales en Madrid, y permite separar y ver actividad de distintas capas neuronales.

Los hallazgos cuestionaron el concepto de extensión de la depresión del EEG como un indicador estricto del tejido que ha muerto, pues las capas superficiales pueden haber sucumbido ya y todavía presentar EEG que llega desde las capas profundas.

La técnica empleada está basada en algoritmos que permiten procesar señales mezcladas, es decir, mediante registros eléctricos múltiples se puede separar la actividad de cada población neuronal. Los autores consideraron que estos hallazgos recomiendan replantear los criterios y la praxis en el seguimiento y tratamiento de los accidentes cerebrovasculares.

La cantidad de tejido que se toma como criterio para evaluar la situación podría estar retrasada varias horas, con lo cual, debería buscar otra referencia o alguna manera de actuar antes o más rápido, según concluyeron.

 

Fuente: Télam.