Si hasta hace poco bastaba con encontrar “ese” perfume que representara, hoy la tendencia en perfumería propone jugar con las combinaciones. El layering, como se lo conoce, invita a superponer diferentes fragancias y lograr un aroma propio, irrepetible y adaptado a cada momento del día.
Layering
La idea es simple: se trata de aplicar dos (o más) perfumes, uno encima de otro, para que se fusionen en la piel. Puede ser una mezcla de notas frescas con otras intensas, florales con amaderadas o frutales con orientales. La clave está en animarse a experimentar y descubrir qué fórmulas transmiten mejor la personalidad de cada persona.
Además, esta práctica permite darle una nueva vida a perfumes que tal vez quedaron relegados. Una fragancia demasiado fuerte puede suavizarse con otra ligera, y una demasiado dulce puede equilibrarse con un toque cítrico. Así, el layering abre la puerta a infinitas posibilidades sin necesidad de comprar una colección interminable de perfumes.
Lo interesante es que no hay reglas estrictas: cada combinación es válida si se siente bien en la piel. En ese sentido, el layering se convierte en una forma de expresión personal, una especie de “firma olfativa” que se adapta al ánimo, al clima o a la ocasión.



