Argentina vuelve a la final de una Copa del Mundo por segunda vez en ocho años. La selección goleó 3-0 a Croacia este martes con gritos de Lionel Messi, de penal, y un doblete de Julián Álvarez, dejó en el camino a los actuales subcampeones y ahora espera por el ganador de Francia y Marruecos en la otra semifinal, que se jugará este miércoles. 

El primer cuarto de hora mostró a una Argentina desorientada y sin encontrarle la vuelta al funcionamiento del mediocampo, en gran medida porque los croatas le coparon la zona y manejaron mejor la pelota. El conjunto balcánico presionó en bloque y recuperó rápido, en contraste con la imprecisión de la Scaloneta, que quedaba muy lejos del arco. 

Sobre Messi, como siempre, especial atención, como lo había anticipado el técnico Dalic. Como el equipo no lograba sostener la posesión ni tampoco conectaba con el 10, tuvo que retroceder bastante para intentar entrar en contacto con el juego y no quedar aislado. Además, sintió una molestia en esos primeros pasajes que lo condicionó.

Argentina se fue sacando la modorra de a poco. Empezó a discutir la pelota en el medio y a soltarse más por las bandas, también a encontrar mejor a Messi por adentro. Leo seguía bajando para buscarla, siempre asesiado por alguna pierna croata, pero empezó a encontrar lugar y zonas para marcar diferencias

A los 24’ del primer tiempo, el equipo de Scaloni tuvo su primera aproximación: un remate de media distancia de Enzo Fernández que el arquero Livakovic sacó hacia un costado. Fue el anuncio de lo que vendría un rato después. 

El juego ya estaba un poco más abierto y la albiceleste golpeó la primera vez que Croacia bajó la guardia y se descuidó. A los 31’, Julián Álvarez se movió a espaldas de los defensores y quedó cara a cara con el arquero, definió débil por arriba y se la sacaron sobre la línea, pero el Livakovi, en su intento por achicar, se lo llevó por delante y el árbitro Orsato sancionó penal

Messi, tocado físicamente desde los primeros minutos, se hizo cargo de la ejecución y no le dio chances al portero croata, que se jugó a un palo: con un zurdazo potente, arriba y al medio, hizo explotar al estadio Lusail con el 1-0.

Pasaron apenas 5 minutos y Argentina volvió a pegar. En un contragolpe furioso, de arco a arco, Messi se la cedió a Julián en el círculo central y el 9 del Manchester City encaró con pelota dominada a pura potencia, chocó, ganó entre varias camisetas rivales y la tocó al fondo del arco cuando el arquero salió a buscarlo. Con esa ráfaga, se fue al descanso 2-0 arriba. 

Enseguida, antes del final de la primera etapa, la Scaloneta tuvo la chance de estirar la diferencia y anotar el tercero, pero Livakovic se lució y le sacó un gran cabezazo a Alexis Mac Allister. 

El técnico Dalic movió el banco en los primeros minutos de complemento. Ingresaron Orsic, Vlasic y Petkovic para intentar darle más volumen al ataque y adelantarse unos metros en el campo. Y ese cambio de postura le abrió muchos espacios a Argentina para contragolpear en condiciones muy favorables. 

Así, estuvo muy cerca de marcar el tercero con un remate de Messi, tras pase de Enzo, que contuvo bien Livakovic cubriendo el primer palo. 

En el otro banco, Scaloni también pensaba en los cambios y el primer retoque fue la entrada de Lisandro Martínez por Leandro Paredes para armar el 5-3-2 que implementó en varios partidos del Mundial. 

A los 24’, una corrida memorable de Messi por la derecha sacó a pasear a Josko Gvardiol. A pura amague, lo dejó en el camino, se metió al área y encontró con el pase atrás a Julián de frente al arco para solo tener que empujarla y hacer el 3-0. 

El tercer grito fue el golpe de gracia para Croacia, que nunca se pudo recuperar después de verse en desventaja pese a intentarlo con algunos cambios. Argentina se hizo cada más dueña del partido, más gigante, contó con chances para incluso hacer más goles y prácticamente no le concedió oportunidades al rival. 

Con un Messi genial, en la mejor Copa del Mundo de su carrera y más determinante que nunca, la Scaloneta dio otro paso en busca del sueño máximo. El próximo domingo tendrá la posibilidad de consagrarse después de 36 años de espera.