“¡Feliz año a todos! Les deseo toda la salud, amor y felicidad en cada momento presente y que puedan sentir amor y respeto hacia los demás en este maravilloso planeta. He pasado fantásticos momentos con mis seres más queridos durante el parate y ahora ya me dirijo hacia allá abajo con un permiso de exención. ¡Allá vamos 2022!”, prometió el multicampeón.

Parecía que nadie sacaría los pies del plato, que el negocio estaba, como casi siempre, primero. Pero Australia, país serio si los hay, lo tenía decidido a pesar de las presiones de los organizadores del Australian Open y frenaron el ingreso al país del serbio Novak Djokovic, que en principio (en estas horas se decidirá) no podrá participar de la competencia que se realizará entre el 17 y el 30 de este mes porque no está vacunado. Y la vacunación es una condición sine qua non para ingresar al país y también lo era para participar del abierto australiano, primer Grand Slam del año hasta que apareció la figura de la exención que pretende esquivar las normas en la tierra de los canguros y los ornitorrincos.

Australia se encuentra ahora, con Djokovic aislado y esperando una resolución judicial, ante un gran desafío: ser fiel a sus reglas o ceder a las presiones internas y externas.

Nole ganó 9 veces en Melbourne y su ausencia significaría un impacto deportivo y económico que las autoridades parecen estar decididas a asumir.

Djokovic había informado en sus redes sociales que había recibido un “permiso de exención” con lo que tácitamente reconoció que no está vacunado.

¿Qué pensarán los rivales? ¿Estarán dispuestos a estar del otro lado de la red por más Djokovic que se llame el rival? Pocos lo apoyaron, pero muchos se quejaron, con Jaime Murray, el hermano de Andy, a la cabeza. 

Y también Rafa Nadal.

“El tomó sus propias decisiones y todo el mundo es libre de tomar sus propias decisiones, pero entonces hay que pagar las consecuencias”, señaló el español antes de darle la derecha a la ciencia.

“Desde mi punto de vista, lo único que puedo decir es que creo en lo que dice la gente que sabe de medicina, y si la gente dice que tenemos que vacunarnos, tenemos que vacunarnos”, sentenció el manacorí.

Nole ganó 9 veces en Melbourne y su ausencia significaría un impacto deportivo y económico que las autoridades parecen estar decididas a asumir

En todos los deportes hay profesionales que resistieron la vacunación a pesar de la pandemia, pero los organizadores del Australian Open habían sido taxativos al respecto. Hasta que la ecuación les dio “negocio dudoso” y cedieron. 

No obstante, las autoridades del país volvieron a poner las cosas en su lugar: ninguna persona que no esté vacunada puede ingresar a suelo australiano. Y Djokovic no es la excepción. Al menos hasta ahora o por unos días. Conmoción en el mundo. El número uno del tenis mundial está aislado y en algún momento se habló de deportación. Nole no debería jugar en Australia, no debería tener privilegios.

El serbio iba, o va, depende, en busca de su Grand Slam número 21 en el escenario en el que más veces se impuso en competencias de esa categoría. Allí logró los títulos de 2008, 2011, 2012, 2013, 2015, 2016, 2019, 2020 y 2021. Todo un récord. Suficiente para desinteresarse por su vacunación, pero no para el gobierno australiano.

Scott Morrison, Primer Ministro de Australia, no dejó margen para la duda: “No debería haber reglas especiales para Novak Djokovic en absoluto. Ninguna en absoluto”.

“No es apropiado para mí ver el historial médico del señor Djokovic. No sería justo que lo hiciéramos. Pero todo lo que puedo decir es que la prueba de exención médica que se proporcionó se consideró insuficiente. Las reglas de control de fronteras son claras y no discriminatorias”, especificó Morrison.

Craig Tiley, director del torneo, comenzó el año poniendo en duda la presencia de Nole, pero el propio deportista se encargó el martes de disipar las especulaciones.

“Al virus no le importa la clasificación o cuántos Grand Slam has ganado. Es irrelevante. No creo que los tenistas sin vacunar logren un visado para entrar en Australia y, si lo lograran, probablemente tendrán que guardar una cuarentena de dos semanas, mientras los vacunados no pasarán un periodo de aislamiento”, había dicho antes de fin de año Daniel Andrews, el Jefe de Gobierno de Victoria, estado del que Melbourne es la capital.

No debería haber reglas especiales para Novak Djokovic en absoluto. Ninguna en absoluto

Todo pareció quedar en la nada hasta que el gobierno tomó el control de la situación y obró con la seriedad que pregonaba.

Es menester aclarar, porque todo influye, que el gobierno del país es liberal y el del estado de Victoria es laborista. Y hay elecciones en mayo. Todo tiene que ver con todo.

En las antípodas del caso Australia-Djokovic parece estar la historia de Kyrie Irving, base de los Brooklyn Nets de la NBA, que se perdió 35 partidos de la temporada regular y cientos de miles de dólares por ser antivacuna.

Pero la franquicia necesita los servicios de una de sus estrellas (junto a Kevin Durant y James Harden) y las autoridades le hicieron honor a la frase que se le atribuye a Groucho Marx: “Estos son mis principios, y si no le gustan, tengo otros”. 

Y Kyrie debutó en la semana, más precisamente el miércoles por la noche.

“No infravaloremos el lado social de nuestra decisión. Creemos que la vacuna es segura y efectiva. No es algo que gire en torno a uno mismo, es una cuestión de proteger a los demás”, sostenía hace un tiempo Joe Tsai, el dueño de los Nets.

“Estamos tratando de ser prácticos. Y siempre he dicho que no quiero que esto sea un tema político. Mi única religión es ganar partidos y ganar el campeonato”, dice ahora.

Pasaron unos pocos meses y apenas un tercio de la competencia, pero negocios son negocios.

Y los principios son principios en tanto y en cuanto cierren los números y no se afecten los intereses.

Pero no en todo el mundo.