Fin de un ciclo, el de Gabriel Heinze. La gente, un capítulo y espectáculo aparte que hay que destacar ya que dijo presente como todo el año aún sin pelear por ningún objetivo. Muchos fueron a despedirlo como el ídolo que es -o fue como jugador- en Newell's, dejando atrás el mal desempeño que hizo como técnico. Muchos fueron a darle el último aplauso, la última muestra de cariño -siempre estará presente- y varios despidieron al equipo e ignoraron al conductor.

Heinze se fue caminando rápidamente al vestuario, levantó la mano, saludó con timidez, o casi por compromiso, o con esa distancia que marcó en todo el año, al menos eso pareció, o quizás se retiró de esa manera porque pasarían muchas cosas fuertes en su interior.

Un leve "Gringo, Gringo" bajó de una de las tribunas pero el DT ya no estaba para escucharlo. Tal vez correspondía que saludara desde la mitad de la cancha a la gente que padeció sus caprichos, sus enojos y sus estrategias no tan claras a la hora de conformar los partidos.

El ciclo fue un fracaso, la reserva en el puesto 12, promovió pocos jugadores y a algunos le dio rodaje como Glavinovich, Montenegro, Pérez Tica y Esponda pero también trajo jugadores que no funcionaron y dejaron dudas en realidad por qué llegaron al club. Los dirigentes le dieron la llave del club para hacer lo que quisiera, y lo hizo. Modificó estructuras, sistemas internos y termina dejando poco crédito y ahora tendrán que comenzar a reorganizar todo nuevamente y pensar en lo que viene, que es el 2024.

El gran error fue contratar a Pablo Guiñazú, el representante lo vendió de la mejor manera e inclusive prometió traer muy buenos refuerzos debido a la experiencia del Cholo pero nada de eso se concretó. Al contrario, nunca llegaron los nombres que solicitó el propio técnico y allí comenzó el distanciamiento entre ambos y las diferencias inclusive con los directivos.

El ciclo del DT para varios de los integrantes de la mesa chica rojinegra debía concluirse incluso antes de disputarse el clásico y post encuentro con Central, en las paredes de las oficinas del Coloso retumbaban las críticas de por qué no se había tomado la decisión de ponerle fin a su ciclo.

Vinieron los triunfos seguidos con San Lorenzo y Tigre y dio alivio, pero las cosas seguían cada vez peor. La relación entre Guiñazú y Heinze no era mala, pero el Gringo no quedó conforme con los nombres que aparecieron por el Parque y en alguna oportunidad públicamente dijo que no había pedido las incorporaciones que se concretaron.

Hoy los dirigentes tienen que resetear, comenzar de nuevo, trabajar contrarreloj y traer un nuevo técnico y un nuevo manager que tenga contactos y convenza a los profesionales en un trabajo a futuro. Ignacio Astore tiene la experiencia como presidente y seguramente habrá aprendido de los errores y eso lo tendrá que poner en práctica inmediatamente.

Todo se puede mejorar, todo se puede resolver, la próxima temporada tendrá que concentrarse en la Copa de la Liga y habrá que seducir a todos los actores que tienen que llegar porque lo que ocurrió en esta ocasión fue un traspié y siempre el fútbol da revancha.