La AFA no debería darse el lujo de perder a Lionel Scaloni. Lo que va de allá a acá. Al principio casi nadie creyó en sus condiciones, sólo Claudio Tapia, y ahora nadie pone en duda que es el indicado, el único, el excluyente, para continuar al frente de la selección campeona del mundo.
Es que pasó de estar mirado de reojo por la mayoría a sentarse en la misma mesa que César Menotti y Carlos Bilardo, los otros entrenadores campeones del mundo.
Pero más allá de los resultados, el entrenador dejó muchas señales de estar a la altura durante el Mundial. Sus aciertos estratégicos fueron claves durante los partidos para llegar hasta el final y festejar. Y hoy termina su contrato.
El equipo fue de menos a más y mereció ganar todo lo que jugó, incluidos los dos partidos que fueron a definición por penales y el perdido con Arabia Saudita.
Y en ese crecimiento paulatino, la mano del técnico fue fundamental. Sin titubeos, sin atarse a preconceptos, prescindiendo muchas veces de sus jugadores fetiche para mejorar sustancialmente a un equipo que empezó de una manera y terminó siendo otro.
Y siempre mirando las bondades y defectos del rival para buscar el mejor rédito: la línea de cinco contra Países Bajos; Di María por izquierda en la final…
“Scaloni es el técnico de la selección argentina. Ambos somos hombres de palabra, acordamos de palabra. Se fue de viaje a España por un tema del pasaporte de uno de sus hijos y cuando vuelva al país hablaremos, como lo hicimos hasta ayer mismo”, dijo Tapia apenas el entrenador se subió al avión que lo llevó a Europa.
“Cuando elegimos a Scaloni el 99 por ciento pensó que estábamos equivocados o inclusive locos. Pero esta selección le devolvió la felicidad al pueblo con los tres títulos que ganó”, se ufanó el máximo dirigente del fútbol argentino.
Las dudas aquellas tenían tantos argumentos válidos como los que hoy tiene la renovación del vínculo.
La verdad es que la mayoría miraba de reojo al entrenador, incluídos muchos aduladores actuales que van de la mano de los resultados, pero que jamás hubieran apostado por el orgullo de Pujato. Y Tapia jugó una ficha fuerte, la más fuerte de su carrera dirigencial.
“Tengo el Uefa Pro, que es el máximo título posible. El curso de técnico lo hice en la Real Federación Española de fútbol, junto a (Fernando) Redondo, (Javier) Saviola y Leo Franco, entre otros. Es el máximo título a nivel entrenador… A los jugadores que juegan más de 8 años en el fútbol español les dan la posibilidad de hacer este curso. Es el máximo título posible. Fui ahí y lo hice como Dios manda. Lo hice antes de ser entrenador del seleccionado mayor”.
En 2019, Scaloni tuvo que revalidar sus condiciones de entrenador públicamente.
Soportó estoicamente la lacerante pregunta sobre si tenía título habilitante y contestó con un aplomo que fue ni más ni menos que un anticipo de lo que sería su conducta al frente de la selección.
Ayer no era más que un ayudante de campo que jugó varios años en Europa, nació en Newell’s, fue campeón mundial juvenil y estuvo en Estudiantes.
Hoy es Bilardo y es Menotti, está en la historia para siempre.
Para explicarlo o entenderlo, no hay nadie mejor que el doctor.
“No busquen dinero, busquen gloria, sean campeones del mundo que la gente los va a recordar y les va a agradecer toda la vida”.