Algo anda mal en la viña del Señor. Ya nadie se conmueve, o muy pocos, por los actos de violencia que circunvalan al fútbol argentino, que juega sólo con locales para evitar, justamente, la violencia.

Las autoridades miran como si nada sucediera hechos gravísimos que pasan de largo y empiezan a quedar rápidamente en el olvido.

La Liga Profesional está jugando la fecha 22 y tiene sólo dos partidos pendientes: Talleres-Unión, que corresponde a la fecha 11, por un accidente que tuvo el ómnibus que trasladaba al equipo tatengue y Vélez-Central Córdoba, por la 19, que se postergó por falta de operativo, aunque en realidad tuvo más que ver con acomodarle la grilla al equipo de Liniers, que tenía una seguidilla de tres partidos en un puñado de días.

Pero nadie suspendió nada por la quema de los autos de los jugadores de Aldosivi en el playón del club.

Autos de jugadores quemados en el playón de Aldosivi

Y a Colón sólo lo hicieron jugar sin público el mismo día que los allanamientos a barras y dirigentes dejaron detenidos a violentos y directivos, uno de ellos el vicepresidente.

La muy buena actuación de la justicia santafesina contrasta con la inacción y el desinterés impúdico de la AFA y Futbolistas Argentinos Agremiados.

Todo da lo mismo. Siga, siga.

La pregunta es: ¿hay que jugar igual? ¿a como dé lugar?

En la semana, la que termina y la anterior también, el entrenamiento de Colón fue liberado para que los barras aprieten a los jugadores. Y las investigaciones llevaron a las autoridades a realizar tareas que derivaron en allanamientos y detenciones.

“Si pasa algo más que esto, ¿qué es? ¿Un compañero con un tiro en la cabeza?”, se preguntó José Devecchi, el arquero de Aldosivi tras el incendio intencional de 5 vehículos de futbolistas del Tiburón tras perder con Godoy Cruz.

Al otro día, un pasacalle apareció en las cercanías de la cancha de Lanús. “Ganen o caminan”, en clara alusión a los autos prendidos fuego en Mar del Plata.

Todo pasa, todo sigue, el fútbol no puede parar. Los escándalos están reservados a las líneas que traza el Var y a los malos arbitrajes. Lo verdaderamente importante se desvanece de un día para el otro.

¿Y Agremiados? ¿Cuál es el papel del gremio de los futbolistas? ¿Qué hacen? ¿Por qué no hacen?

No se puede parar, hay un Mundial a la vuelta de la esquina y las fechas son escasas.

Quizás cuando se tomen algunas decisiones, de las fuertes, de las que corresponden, ya sea demasiado tarde.

Por eso, son los mismos protagonistas los que empiezan a tomar el toro por las astas.

“Está tomada la decisión. No importa si tiene contrato. Esta es una situación que hace que se pueda rescindir. Es una vergüenza lo que pasó, es patético. Había un dirigente en la práctica cuando pasó. Pulga (Luis Rodríguez) se va a ir en diciembre... Termina el campeonato y la decisión es irse. Esto no lo soporta nadie”, dijo Roberto Sanjuan, representante del futbolista tucumano.

La barra de Colón, en el centro de la escena en Santa Fe

“A nadie le gustaría que le pase y nadie puede jugar en estas condiciones. La familia está primero. El Pulga Rodríguez está pasando un momento malísimo. Va a cumplir con estos partidos y la decisión es rescindir su contrato, porque se llegó a un límite. El único responsable es el club. No hay que seguir encubriendo”, amplió Sanjuan.

Quizás sea la hora. Si ninguna autoridad hace nada, pues probablemente haya llegado el tiempo en que los futbolistas asuman un rol que no les corresponde, pero se impone. Ellos tienen tanta fuerza como no se imaginan.

La locura tiene que parar.

“Quiero dejar un mensaje para la reflexión. No podemos vivir en esta locura. Todos estamos tratando de sacar esto adelante. Y hay cosas que sobrepasan. Queremos paz, que no pasen estas cosas”, ruega Martín Cauteruccio, atacante de Aldosivi.

Que así sea.