La obra literaria una historia que el jurado calificó como “de inusual belleza” y “de gran sutileza verbal”, que regala “la experiencia de contemplar” el duelo de un hombre que se refugia en el campo para procesar una ruptura amorosa que no logra entender, mientras ensaya simetrías y diferencias entre el paisaje y la escritura.

Al igual que el año pasado, cuando la primera edición del galardón recayó sobre Juan Ignacio Pisano y su primera novela publicada, “El último Falcon sobre la tierra”, el jurado integrado este año por Claudia Piñeiro, Sergio Bizzio y Vera Giaconi volvió a inclinarse por una apuesta iniciática en el género, en este caso de un autor que sin embargo es reconocido por su huella en el cuento -tiene tres volúmenes editados- y fue seleccionado por la prestigiosa revista Granta en 2010 como uno de los mejores narradores jóvenes.

Al conocerse el fallo del jurado, Falco agradeció el premio y dijo que ya estar en las dos listas preseleccionadas, la primera de 10 finalistas y luego la de cinco, era un gran reconocimiento, ya que eran todas “novelas increíbles”. “Si bien es una novela sobre un duelo amoroso, que en el fondo no es tan terrible, mucha gente me escribió este año sobre duelos laborales, de seres queridos, amorosos, de lugares. Fueron dos años en los que todos perdimos un montón de cosas entonces está bueno que esto sea para todos y a celebrar porque estamos acá y lo pasamos”, expresó.

El anuncio del fallo tuvo lugar esta tarde en la terraza de la librería y multipespacio Eterna Cadencia, adonde concurrieron los postulantes, los integrantes del jurado y un numeroso elenco de escritores, críticos, periodistas e integrantes de la Filba, que junto a la Fundación Medifé otorga esta distinción que en su segunda edición llevó su dotación de 300.000 pesos a 500.000.

“Es una novela de belleza inusual, que el dolor por el duelo amoroso no empaña sino realza. Y ese amor, que no termina de apagarse, se toma el tiempo que necesita para cicatrizar heridas; un tiempo magistralmente reflejado en esta ficción a través de la evolución de la naturaleza que rodea al protagonista y la huerta que cuida”, definió Piñeiro, quien debutó este año en el jurado.

“‘Es una novela donde el lector entra y quiere quedarse, a pesar del dolor, porque Falco consigue describir un mundo al que uno puede ir a sanarse”, agregó la autora de “Catedrales” y “Elena sabe”.

El escritor nacido en 1977 en el pueblo cordobés de General Cabrera pero radicado en Buenos Aires se hizo conocido en 2014 con el volumen de cuentos “La hora de los monos”, al que siguieron “222 patitos”, “Un cementerio perfecto” y la nouvelle “Cielos de Córdoba”. En su escritura, que ha transitado por la poesía, el relato y el teatro, el interés por el paisaje ha sido una constante, con particular énfasis en geografías desérticas o pampeanas donde los personajes parecen arrojados a una intemperie que los descoloca.

“Los llanos” (Anagrama)

Esta obra además resultó finalista del Premio Herralde de Novela, se inscribe en una de las corrientes narrativas más frecuentadas de los últimos tiempos con un relato donde la autoficción aparece borroneada por la invención, en un juego ambiguo que incluye un protagonista de profesión escritor que se llama Fede, apodo abreviado del autor. Lo crucial del relato, sin embargo, se juega en otro lado, acaso en la diversidad de analogías y derivas narrativas que propone la novela.

El libro ganador está centrado en un narrador que se exilia en la soledad de un campo a cultivar una huerta tras la ruptura con su novio y ese proceso de separación comienza a recordar distintas situaciones de su vida. En ese marco, el paisaje rural se impone como analogía del lenguaje para explorar el paso del tiempo y la soledad, en la voz de este protagonista que se instala en el campo para reencontrarse consigo mismo y reconstruir hilos de su infancia, en una simetría que equipara la planicie de la llanura con la idea de una vida pausada por la tristeza.

“El personaje entra en una especie de vida en pausa. Me lo imaginaba mucho como esos animales heridos que van a lamerse las heridas en soledad. Es un personaje al que se le desarmó su vida y un poco la fantasía es narrar una nueva vida ahí en esa soledad del llano”, decía el escritor a propósito del lanzamiento del volumen.

Con este libro, Falco se impuso a 204 novelas publicadas en formato impreso entre el 1º de enero y el 31 de diciembre de 2020, provenientes de 120 editoriales y de más de 12 provincias. La selección incluyó una segunda etapa donde se seleccionaron 10 novelas finalistas y una instancia última donde los postulantes se redujeron a cinco: Selva Almada con “No es un río”, Emilio García Wehbi con “Maratonista ciego”, Pablo Katchadjian con “Amado señor” y Martín Kohan con “Confesión”, además de la obra ganadora.

Esta segunda edición del Premio Fundación Medifé Filba se fortaleció luego del complejo contexto del año anterior y, pese a que la incertidumbre continúa; el escenario ya era conocido y, sobre todo, la producción editorial 2020 (que cayó cerca de un 40% respecto al 2019) merecía un espacio para ser visibilizada y premiada a través de un premio que a diferencia de sus pares a nivel nacional no pondera textos inéditos sino que selecciona sobre el repertorio de títulos publicados durante el año en curso.