El verano se instaló en la ciudad y la necesidad de abrir la canilla y acceder a agua potable se vuelve, más que nunca, imprescindible. Bañarse una o dos veces al día para "refrescarse", dejar la manguera prendida para sacar el calor del patio o llenar las piletas son acciones que se pueden dar en las viviendas de Rosario. Cuando la presión no es la esperada el mal humor se instala y ni hablar si en algún momento del día el agua deja de salir. 

En este contexto se vuelve necesario abordar la problemática de la escasez de agua potable para sensibilizar acerca de los usos y cuidados de este recurso, pero principalmente para visibilizar el acceso desigual que hay en la ciudad. Un número importante de rosarinos y rosarinas no cuentan con la posibilidad de disfrutar de un derecho básico para la vida.

La cantidad de agua que consumen rosarinos y rosarinas difiere según la zona (Alan Monzón/Rosario3)

Atravesando la tercera variante de covid-19, los cuidados vuelven a tomar relevancia. Lavarse las manos con agua y jabón durante 40 o 60 segundos es una de las recomendaciones principales en la web oficial de Nación. Incluso te enseñan cómo y cuándo hacer correctamente ese lavado.

Recomendaciones para el lavado de manos (Gobierno de la Nación).

Sin embargo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada tres personas carece de agua potable. Tomar agua, bañarse, abrir la canilla para lavar los platos, la ropa, o cocinar es un derecho humano básico: está explícito en el Código Civil Argentino, Resolución 64/292 de la Asamblea General de Naciones Unidas, sancionada en 2010.

A raíz de esta diferencia preocupante entre quienes acceden y quienes no, un grupo de investigación de la Universidad Nacional de Rosario, radicado en el Centro de Ingeniería Sanitaria (CIS) de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura, estudió el consumo responsable de agua en viviendas con el objetivo de calcular caudales, tiempos y volúmenes del uso del agua potable en Rosario y Gran Rosario.

El proyecto lo integran Lucia Pairetti y Delfina Soljan, adscriptas al CIS y alumnas de la carrera de Ingeniería Civil, y es liderado por Virginia Pacini, investigadora y directora del CIS.

Comenzaron estudiando campañas de concientización y estudios al respecto, descubriendo así que el problema del agua potable es más profundo de lo que uno se imagina. Para entender qué pasa con este recurso en la ciudad de Rosario es esencial saber que no todas las personas cuentan con las mismas oportunidades, condiciones de vida y nivel de servicios básicos.

En zona centro y barrios consolidados, los consumos aumentan notablemente cuándo el calor sofoca, también crecen las pérdidas y el mal uso del agua. ¿Qué ocurre entonces con la presión y el caudal del agua en los barrios periféricos?

Producido en el marco del Programa Barrios de la Facultad de Ciencias Exactas, Ingeniería y Agrimensura, en el trabajo de investigación se realizó una diferenciación de tres zonas de la ciudad según parámetros del INDEC: infraestructura, hacinamiento, entre otros.

El resultado del relevamiento coincide con lo que se ve recorriendo la ciudad. La cantidad de agua que consumen rosarinos y rosarinas difiere según la zona. El centro es el territorio en donde más se utiliza, ya sea para beber, limpiar la casa o regar las plantas, llegando a ser el doble de lo recomendable, a su vez es la zona que posee mayor posibilidad de ahorrar.

Por otro lado, se observa que los barrios del Sudoeste y Oeste de la ciudad son los más afectados. En estos sectores periféricos la cantidad de agua que se consume es significativamente menor que en el centro. Sería imposible pedirle a este sector que ahorre agua cuando lo que reciben es menor a lo necesario para cubrir actividades básicas del día a día.

Teniendo en cuenta los resultados del informe, cuidar el agua se vuelve una acción urgente. Tomar conciencia de lo que acontece en la ciudad es el primer paso para disminuir gastos innecesarios de un recurso que no sobra (considerando la disminución del nivel del Río Paraná).

Para finalizar hay un dato que merece ser mencionado: por cada 1 millón de habitantes que practique un consumo responsable, se puede construir el equivalente a una Planta Potabilizadora de Baigorria. Esto es aún más significativo si se tiene en cuenta que el mayor porcentaje del agua que se utiliza en viviendas se destina a consumos que podrían realizarse con agua no potable.

Cortes de luz, islas ardiendo, calor sofocante y agua para unos pocos covirtiendo las desigualdades sociales cada día más palpables. Motivos suficientes para modificar las acciones que repercuten directamente en otros y viceversa. Es clave un cambio real, de raíz y amigable con el medioambiente y con los ciudadanos de cada rincón de la ciudad.