Primero llegaron las personas, con sus costumbres, su lengua, sus tradiciones. Y ahora, 30 y 40 años después, arriban sus plantas y sus árboles. La comunidad qom de Los Pumitas, en la zona noroeste de Rosario, tiene este viernes a la tarde un acto que fusiona las acciones urbanas contra el cambio climático con recuperar algo del contacto con la naturaleza, lo ancestral de los saberes del monte chaqueño desde donde migraron.

La frase “contacto con la naturaleza” es demasiado fría y no representa del todo el grosor del encuentro, que además homenajea a las mujeres indígenas en su día. Una de ellas es Ofelia Morales. Ella explica mejor la esencia de lo que aquí ocurre: “Está bien que nos acompañen con plantas y árboles, nativos y frutales, porque nosotras estamos con la naturaleza hace miles de años, con sus frutos y semillas que nos dan la vida, igual que la mujer indígena”.

“Es muy importante y simbólico –sigue la referente de la cultura qom y docente bilingüe– cada uno tiene su árbol espiritual, su conexión con la naturaleza. En las ciudades a veces no tenemos tiempo para las plantas pero nosotras las consideramos sagradas; cada semilla, flor, fruto”.

Ofelia habla también de “los seres espirituales que habitan los árboles”. A su lado la escucha Irene López, kolla, otra de las invitadas. Retoma la idea y la completa: “Las aves que nos cantan y mandan mensajes, los insectos que lo rodean, esos son seres espirituales”, dice y le da otra dimensión a la entrega que está por empezar en la cancha de fútbol de San José y Cabal, corazón de este barrio de Empalme Graneros.

El proyecto se llama “Qadhuoqte biocultural” y ganó uno de los premios del Fondo Jóvenes en Acción Climática de Rosario. Apostaron a “recrear el monte que habita en nuestra cultura qom y sembrar futuro en el barrio”.

 Alan Monzón/Rosario3 
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Estela Echegaray coordina el grupo. Cuenta que la iniciativa se desplegó en cuatro etapas. En mayo lograron la beca, con asistencia técnica y financiamiento. Hicieron encuestas casa por casa. Si bien la idea original era incorporar todas las especies del monte (quebracho y algarrobo), las familias plantearon que no tenían tanto lugar en sus casas, más bien chicas, más bien precarias.

Entonces, combinaron algunos ejemplares presentes en el Chaco, como el lapacho o la palmera, con frutales (limoneros, naranjos, mandarinos) y sumaron plantines de aromáticas y medicinales: ruda, menta, burrito, lavanda, buscapina. También once rosas.

El resultado se despliega ahora debajo del escenario. Son 113 plantas y árboles que compraron en un vivero (segunda etapa) y que entregan a los vecinos que las pidieron en el relevamiento previo. Hoy se cierra el tercer paso y quedará uno solo: el seguimiento del cuidado de los ejemplares, además de plantar los que quedarán alrededor de la canchita de fútbol, donde está el quincho del “Club Social Qadhuoqte”.

  Alan Monzón/Rosario3
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Frutales en las calles

 

La cita es a las 14 pero está demorada porque se quemaron los cables de la luz y no funcionan los equipos de sonido. Las fallas son tan habituales que ni llaman a la Empresa Provincial de la Energía (EPE). Un vecino hace de técnico, se trepa a la escalera y allá arriba de la columna trata de solucionar el desperfecto.

El barrio pasó por cosas peores. Acá se desató una pueblada después del asesinato de Máximo Jerez, un chico de 11 años, en marzo de 2023. Donde hubo balas, corridas, dolor y furia; ahora se respira una paz alegre, bajo un sol vivo que entibia la tarde fría.

Estela cuenta que trabaja en el Centro Qadhuoqté junto a Silvia Talero, la hija de Oscar, el máximo referente de la comunidad (él no se considera cacique, porque cree que ese término es más profundo). Dan merienda de martes a viernes y almuerzo los sábados. El último, hicieron guiso de arroz. Cocinaron 280 raciones y la cola era tan larga que no alcanzó (faltaron 20 platos). La demanda de alimentos creció y se dispara sobre todo a fin de mes.

En el lugar funciona también una radio y tres talleres (antes había cinco pero les recortaron las becas). Esos chicos, chicas y jóvenes que participan de las capacitaciones (costura, peluquería y electricidad) formaron este equipo de “Qadhuoqte biocultural”.

Estela dice que hoy no solo entregan una planta. También “la responsabilidad de cuidarla”. Cuenta que hubo buenas respuestas, que “esto despertó interés” y explica: “No hay proyectos así en el barrio”.

  Alan Monzón/Rosario3
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Domingo Lázaro, presidente de Qadhuoqte (inscripta en el Registro Nacional de Comunidad Indígenas), abre el acto en lengua qom. Delante de él, las ofrendas verdes del día. Él aún recuerda los quebrachos colorados y blancos gigantes, los algarrobos blancos, más grandes que los negros (algarrobillos), el carandá y la guaraniná de su Pampa del Indio natal. Pero no habla de eso ahora, usa el micrófono para presentar a las mujeres invitadas.

Ofelia saluda bien abrigada con una campera y una wiphala en modo bufanda. Canta una melodía dulce (Namagasonauec Ralagaec o “Nuevo Mandamiento”). Marta Choque, kolla aymara, nacida en Jujuy hace 69 años y con una vida hecha en Rosario desde adolescente, se encarga de sahumar la ceremonia.

Para la limpieza energética, arden salvia, romero, muña muña, hoja de coca y minerales del norte. Marta dice que esta experiencia debería expandirse. Pide que haya frutales en todas las veredas. Que se repartan semillas, que se planten y crezcan para que a nadie le falta si hay “hambruna”, usa es palabra, y de paso “enseñarles a los pibes”. Recuerda que estuvo en Ledesma, Jujuy, y en las calles había mango y palta. “Acá un mango vale dos mil pesos y allá tenés para comer gratis”, compara.

“Uy, se me está apagado”, dice, deja la charla y se pone a revivir el sahumado. Irene retoma la posta.

  Alan Monzón/Rosario3
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Pequeños cambios desde abajo

 

Ahora habla Irene, con sus trenzas poderosas que nacen debajo de un sombrero y su pañuelo turquesa. “Estas plantitas van a alegrar el hogar porque son una bendición. Siempre estaremos juntos apoyándonos”, plantea.

“Las charrúas estamos vivas y presentes, recuperando nuestra lengua y vamos a seguir regando estas plantas, somos las ramas, las flores, los frutos de la familia humana. Agradecemos al hermano Oscar Talero, a Don Lázaro y a todos los jóvenes de esta comunidad”, celebra Graciela Castro, que se presenta como charrúa de 65 años y con un programa en FM Aire Libre.

Marta dejó el sahumado y ahora saluda en quechua. Pide que los hijos estudien para ocupar lugares de poder, como por ejemplo el de los convencionales constituyentes “que hoy nos dirigen sin escuchar nuestras voces, o bien las escuchan a medias”. Se refiere a algunas de las demandas de las comunidades que no fueron incorporadas en la nueva Constitución provincial.

“Nunca bajaremos los brazos. Soy una guerrera, junto con mis hermanas que están acá”, sube el tono y cierra con un “no robar, no mentir, no aflojar” de las normas aymaras y el grito de “Jallala”.

  Alan Monzón/Rosario3
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Empieza la donación. Estela lee los nombres y convoca. Chiara retira una ruda hembra. Foto, aplausos. Angelina, un limonero y un cedrón. Silvia se lleva una rosa y una menta para su casa de Cabal al 1400. No tiene patio pero las pondrá en una maceta. Graciela, un cedrón y una rosa que hace juego con su hija vestida íntegra de ese color, hasta los dos pompones en su pelo.

Beatriz está feliz con su limonero. Tiene 31 años, cuatro hijos y lo pondrá en un patiecito que tiene en su casa de Juan José Paso al 2000, sobre las vías. “Me gusta, además uso mucho limón para el pollo y para hacer jugo”.

Dos de los cuatro lapachos se van para el centro de salud que está del otro lado del predio que creó la Monja Jordán, ya fallecida. Mónica Marín es pediatra y coordinadora del espacio. Tienen ahí una huerta y una canchita de fútbol pero les faltaba sombra. Allá se va su equipo por pasaje San José, también con un naranjo y un limonero. De fondo, el eco de los búnkeres narcos demolidos hace dos años.

  Alan Monzón/Rosario3
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Entre un momento y otro, artistas del barrio. Primero “Agua dulce”, "Wily Barco" y “Suich.MC”, el rapero de Los Pumitas que crea en español y en qom. Presenta un tema nuevo: dice que a pesar de todo siempre lo intenta, nunca abandona. Y ahí sigue, arriba del escenario, apostando a su arte y a su identidad.

Son casi las cuatro de la tarde. Una patrulla del comando unificado de fuerzas nacionales y provinciales llega con una sirena inoportuna. Se bajan tres gendarmes que relevan a otros dos que siguieron el acto con atención. Custodian el barrio desde aquel estallido de violencia.

“Cedrón y naranja”, se escucha desde el escenario. El reparto de las 113 plantas y árboles sigue. Es una apuesta distinta. De esos pequeños cambios que se hacen desde abajo, casi en silencio y que permanecen en el tiempo. 

  Alan Monzón/Rosario3
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El cambio climático en las ciudades

“Qadhuoqte biocultural” es uno de los 22 proyectos rosarinos premiados por el Fondo de Juventud y Acción Climática, promovido por Bloomberg Philanthropies, con el apoyo de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos (CGLU).

Rosario forma parte de las cien ciudades de todo el mundo elegidas para el plan que facilita asistencia técnica y financiamiento para las iniciativas seleccionadas (de dos a cinco millones de pesos).

El objetivo es que jóvenes de entre 15 y 24 años se involucren en la lucha contra el cambio climático que es “uno de los mayores desafíos de nuestra era”, según plantea la convocatoria.

 Alan Monzón/Rosario3
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“La Organización Meteorológica Mundial ha confirmado que 2024 fue el año más cálido jamás registrado, con una temperatura media global que superó en aproximadamente 1,55 °C los niveles preindustriales. Este aumento ha intensificado fenómenos climáticos extremos, como incendios forestales, inundaciones y olas de calor, afectando a comunidades de todo el mundo y resaltando la urgencia de tomar medidas para mitigar sus efectos”, señalan las bases del plan.

“Si bien las ciudades generan entre el 60% y el 80% de las emisiones globales –sigue el texto–, también son de las más afectadas por el cambio climático. En América Latina, el 70% de las zonas urbanas ya sufren impactos graves, como inundaciones, incendios, temperaturas extremas y aumento del nivel del mar. Esto convierte a las ciudades en un escenario clave para impulsar soluciones climáticas urgentes”.