Desesperanza, preocupación, tristeza, incertidumbre. Esas son las palabras que predominan a la hora de describir el estado de ánimo de la población, de acuerdo a un sondeo de opinión realizado por Rosario3 y MEC Consultores que indagó entre los lectores de este portal sobre el “humor social” en este momento que parece tan particular y al mismo tiempo no lo es: ¿cuánto hace que ese tipo de sentimientos son los que rigen en general a los argentinos? Es más, la pregunta podría ser: ¿cuándo no fue así?

Lo cierto es que al desgranar la encuesta, que fue respondida por alrededor de 2.700 personas, aparecen motivos palpables del bajón general que nos atraviesa y también las particularidades del momento histórico: estamos en medio de un proceso electoral en el que si bien el habitual clivaje continuidad/cambio parece resolverse por la segunda opción, el mismo no está orientado por vientos de esperanza sino más bien de destrucción y castigo hacia lo que nos ha traído hasta acá. Es decir, si la política es también generar ilusión hay que decir que ese aspecto fundamental no aparece en esta campaña. 

Como la gran mayoría de quienes respondieron a las preguntas del sondeo, que se cerró a mediados de este mes –es decir antes de los anuncios con los que el gobierno intenta recompomer ingresos tras la devaluación–, son de Rosario, hay una particularidad que es propia de la ciudad y que la diferencia de otras encuestas de este tipo realizadas en el resto del país: al tope de los temas que más preocupan a la población está la inseguridad y no la inflación.

Sin embargo, el deterioro en las situaciones económicas particulares que genera el aumento irrefrenable de los precios se refleja en que tanto la inflación como la economía general crecieron con respecto a mediciones anteriores, se ubican en segundo y tercer lugar cerca de la inseguridad, e incluso están por encima del narcotráfico, la cuestión que genera la ola de delito y violencia que desde hace años es marca distintiva de la ciudad. Más atrás aparecen temas como pobreza, corrupción y educación. 

Que la inflación y la marcha de la economía general preocupen cada vez más tiene relación directa con la situación que se vive en cada hogar. De hecho, un 43 por ciento dice que en los últimos 90 días su situación empeoró mucho y un 39 que empeoró algo, lo que redondea un 82 por ciento de los consultados que siente en el día a día el impacto de la crisis.

Solo un 14 por ciento dice que su situación está igual que antes y un 4 por ciento que mejoró algo. Un 1 por ciento asegura que está mucho mejor que 90 días atrás.

Correlativos con estos datos, un 54 por ciento dice que lo que gana no le alcanza para vivir o tuvo que recortar mucho los gastos, un 22 que tuvo que achicar ciertos gastos, un 8 que vive sin apremios y un 5 que no solo le alcanza sino que también puede ahorrar.

En el sondeo se pidió a los participantes que eligieran la palabra que mejor describe el ánimo general. Además de las mencionadas en el inicio de esta nota, resaltaron: miedo, resignación, estrés, desánimo, cansancio, enojo, ansiedad. Sentimientos positivos también aparecen, pero en la nube de vocablos que grafica el punto se ven chiquitas, por las pocas veces que fueron mencionadas. Son esperanza, alegría, tranquilidad, expectativa.

Sin embargo, hay excepciones a ese bajón general, esa idea de que la crisis que nos envuelve no tiene horizonte de salida. El pesimismo pierde relevancia entre quienes tienen una situación económica estable, segmento en el que predomina la idea de que la situación dentro de un año será igual o mejor.

Si la mirada se pone en los segmentos etarios, es entre quienes tienen de 18 a 30 años y los mayores de 60 donde el pesimismo predominante pierde algo, solo algo, de terreno. En el primer grupo el candidato que más votos sacó en las Paso fue Javier Mile, en el segundo Patricia Bullrich.

En cuanto a las medidas que debería tomar el gobierno para superar las dos problemáticas que aparecen como graves, la economía y la inseguridad, las opciones más seleccionados fueron: 

-Tender a que los planes sociales se transformen paulatinamente en empleo genuino.

-Instalar un sistema económico equitativo que permita vivir dignamente y proyectar un futuro estable.

-Lanzar un programa de racionalización y reducción inteligente del gasto público sin perder sensibilidad social.

-Lanzar un sistema integral de seguridad.

A comienzos del siglo 21, en el marco de la crisis sistémica que derivó en el estallido de 2001 y que dio al origen al esquema de representación –la grieta kirchnerismo/macrismo– que rigió la política nacional en los últimos 20 años y ahora parece a punto de volar por los aires, un programa de televisión se convirtió en válvula de escape para un estado de ánimo en el que predominaban la tristeza y el enojo: Todo por dos pesos, con Fabio Alberti y Diego Capusotto. 

Cada lunes, Alberti cerraba esa hora en el canal estatal con una reflexión que comenzaba siempre igual. “Qué nos pasa a los argentinos, ¡estamos locos!”, pronunciaba y luego encadenaba, en una parodia de los análisis preocupados y sesudos de aquella época, una serie de frases desopilantes. 

Cuán necesario es el humor en tiempos como aquellos, o como estos.

El informe completo, en este link.