La recepcionista ingresa el nombre del paciente en la computadora. Teclea velozmente y sus uñas encandilan, apenas largas y fundidas en un colorado con incrustaciones de brillitos en las de los dedos anulares. El resto de las empleadas del centro médico que reciben órdenes y tramitan estudios también lucen manos cuidadas, con uñas recortadas y multicolores. Lo mismo sucede en comercios, gimnasios, bancos, de un lado y otro del mostrador: los diseños se diversifican y en algunos casos, las uñas se definen en minúsculos lienzos donde plasmar arte, cuadritos ambulantes de a diez.

Hacerse las uñas en Rosario es una moda instalada, tanto en el centro como en los barrios. Lo que antes era una costumbre reducida a un grupo con cierto poder adquisitivo, hoy es una opción estética para la cual, muchísimas mujeres y algunos varones recurren a la manicura, un oficio que en medio de la crisis económica que atraviesa el país, ha crecido y se ha consolidado como una salida laboral , con diversos matices de acuerdo a quien y donde se practica.

En septiembre de 2021, de acuerdo al Derecho de Registro e Inspección municipal (Drei) Rosario contaba con 143 locales responsables cuyos responsables declararon entre sus actividades servicios de tratamiento de belleza y mantenimiento físico-corporal, lo que incluye centros de estética, spa y similares, sin incluir a las peluquerías. “Es un dato que dice poco del oficio en sí porque una persona que hace las manos en su casa o va a domicilio dentro de la economía informal, no siempre requiere de tener un local habilitado. Éstas son otras actividades de cuidado que en general emplean a mujeres, no están reflejadas en la cantidad de locales, pero sí tienen un nivel de actividad importante y es parte de la economía informal que se da en toda la ciudad y en todo el país pero sobre todo en los barrios”, explicó a Rosario3 Sebastián Chale, secretario de Desarrollo Económico y Empleo de Rosario .

El secretario aseguró que hacer la manicura “es una actividad que tiene mucha presencia en los barrios, sobre todo de mujeres, como ingreso complementario del grupo familiar porque se hace con flexibilidad horaria” y añadió: “Las áreas sociales están más cerca de este tipo de fenómeno pero sí forman parte de las agendas de formación y capacitación porque observamos que las personas que llegan a esto de manera ocasional, perfeccionándose, después pueden emplearse o seguir creciendo a la economía formal”.

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Ponerle garra


Jonathan Beiro, conocido como Jonny Sawers, es maestro internacional en uñas, con local propio en el centro rosarino. Tiene 26 años, hace 5 que se dedica a la manicura, y se ha convertido en un referente local tanto por su capacitación con profesionales internacionales y los cursos que brinda.

“Gracias a dios hay mucha, mucha demanda; no como cuando yo empecé que era muy de un poquito”, sostuvo en contacto con Rosario3 cuando se lo consultó sobre la “explosión” del servicio en la ciudad, donde quedan pocas uñas sin pintar. “Yo me dedico mucho a dar cursos porque hay mucha gente que quiere aprender para poder trabajar de esto”, sumó para dar cuenta que, a la demanda del servicio, le correspondió una consolidación de la oferta, empujada por las dificultades económicas y laborales que se reforzaron en la pandemia de coronavirus.

“Hay mucha gente que atiende lo que es la manicura, pero no todos están capacitados –advirtió– por eso yo siempre aconsejo tanto a clientes como a alumnos buscar profesionales capacitados porque lo contrario puede ser perjudicial para la salud, al igual que se trabaja con materiales malos”, apuntó. De acuerdo a lo que dijo, “se puede vivir de esto” y remarcó: “Realmente es una salida laboral, pero no rápida ni fácil –destacó– porque hay que invertir en productos, mobiliario, iluminación, en cabinas, esterilizadores, que son para cuidar la salud del cliente”. Y en ese sentido, demostró: “Hoy el cliente investiga si la persona esteriliza los instrumentos, qué productos utiliza, y eso hace la diferencia”.

En cuanto a la extensión del consumo del servicio en toda la ciudad, Jonny Sawers, reflexionó: “Es un servicio que se brinda en diferentes clases sociales y siempre está el tema de cuánto cobrar. Muchas alumnas se sienten inseguras, te dicen que viven en barrios humildes en los que no van a pagarles un servicio caro. Primero –aconsejó– un servicio mínimo tiene que estar entre 1.200 y 1.500 pesos, usando productos de buena calidad, herramientas de buena calidad y haciendo una desinfección correcta de las mismas”, dijo y sumó al respecto: “Si cobran 500 pesos no lograran vivir de esto porque un esmalte de buena calidad sale 1.100 pesos para arriba. Esto es un lujo y quien se lo hace tiene que pagarlo.Tengo clientas que no tienen un poder adquisitivo muy alto y se hacen el servicio cada mes, hay otros que lo pueden hacer cada 20 días, pero la persona que se acostumbra, independientemente de que sea humilde, convierte el servicio en un gasto fijo”, completó.

Catalina tiene 22 años y desde 2019 hace las uñas en un anexo del comercio de su mamá en la zona sur de Rosario –intentó con local propio y tuvo que cerrarlo– y desde allí pudo reconocer: “Es moda tener las uñas hechas, chicas que vienen, prueban y después no las volvés a ver con sus uñas naturales sin pintar. También conozco chicos que se arreglan las uñas, que se sacan cutículas, que se las liman, que se pintan”, manifestó e insistió: “Se puso muy de moda y cada vez hay más locales de uñas y muchas chicas se arman su lugar en su casa o en algún local”.

¿Cuánto sale tener las uñas impecables? La joven manicura explicó sobre su modo de trabajo: “Yo hago servicio semipermanente en manos y pies y el sistema capping. Hoy un semipermanente lo estoy cobrando $900 con esmaltado liso, después si quieren algun diseño, es aparte” y precisó: “Capping en gel cuesta $1400, con esmaltado liso incluido, y Capping en polygel, $1800, con esmaltado liso también incluido”.

Ailén Verzi tiene su local de manicura en el macro centro rosarino y también da cuenta del fenómeno. “Es una profesión que creció y sigue creciendo rápidamente. Ya no importa clases sociales ni edades, todas nos animamos a tener las uñas sanas y hermosas”, expresó y recordó: “Cuando apenas comencé a trabajar en esta profesión en 2012, las mujeres mayores no se animaban mucho a los diseños, ya hoy en día les encanta lucir variados diseños y colores”.

Especializada en Esmaltado Semipermanente y Arte en uñas, resaltó: “Esta profesión no es solo realizar un esmaltado, sino que también está la salud de por medio y para ello requerimos de constantes e interminables capacitaciones. Y el cuidado de las uñas es un cincuenta y cincuenta, por parte de la clienta”.

Pinta inclusión


La manicura se consolidó como una alternativa estética también en los barrios más humildes de Rosario, donde el servicio al igual que en el sector más acomodado de la ciudad, brinda la posibilidad de trabajo. Sebastián va a cumplir 32 años y es modisto en Tablada pero hace un tiempo que tras capacitarse en el marco de Santa Fe Más – un programa provincial que brinda cursos en oficios a 26 mil chicos y chicas con el objetivo de promover la inclusión laboral– hace manicura y además, se convirtió en capacitador.

Director provincial de Desarrollo Social y responsable de Santa Fe Más en Rosario, Camilo Scaglia, dio cuenta de la moda y su contracara como actividad comercial en las zonas más vulnerables. “Tenemos 66 talleres en Rosario dentro del rubro "Estética y cuidados personales” y cerca de 1000 chicas se capacitan en Rosario, de las cuales 200 solamente hacen estética de uñas”, detalló. Para el funcionario, “el trabajo sobre las uñas atraviesa todas las clases sociales, no hay edades y tiene un condimento artístico que permite una salida laboral”. Además, consideró que en el marco de la ley Micaela “aparece una mixtura que antes no aparecía, hoy hay muchos chicos que empiezan a llevar adelante estos cursos y encuentran trabajo centros de estética barriales”.

Taller en Saladillo de Santa Fe Más, Ministerio de Desarrollo Social.

“Yo soy un chico gay, hacer talleres y poder obtener un trabajo independiente fue importante –continuó Sebastián–. En los otros trabajos no duraba demasiado, muchas veces me han burlado por las maneras que tiene uno, entonces esto me abrió las puertas y soy más aceptado también porque muchos hombres hoy se hacen las uñas, de todas las edades. Y el hecho de poder hacerlo en un barrio te ayuda a poder acceder a todo eso, entonces me pareció buena idea poder enseñarles a otros, el servicio hoy en día está muy solicitado. Estoy aprendiendo cómo hacer uñas esculpidas y mi sueño es tener mi propio local”, relató.

Según expuso, “en Tablada hay chicas que hacen uñas cada dos cuadras, incluso en una cuadra hay una enfrente a otra”. Sin embargo, a pesar de la alta oferta, Sebastián ha podido forjarse una agenda de clientes, muchos de los cuales conoce por la costura. “La profesión me ha dado más seguridad para mostrarme como soy –yo me hago mis uñas– y afrontar a los clientes, también a varones que vienen a hacerse manicura tradicional, a repujarse las cutículas, limarse las uñas. Tengo un cliente mecánico que viene a a cortarse las uñas y las cutículas y hacerse masajes en las yemas de los dedos porque se mancha las manos y tengo muchas mujeres a las que les hago el esmaltado tradicional por ahora”, contó sobre su emprendimiento.

Taller en Saladillo de Santa Fe Más, Ministerio de Desarrollo Social.

Por último, subrayó la importancia de brindar cursos de oficios para la juventud en los barrios con mayores necesidades, y puso en relieve: “Los cursos deben apuntar a la diversidad, que se incentiva a las mujeres a aprender albañilería o electricidad y que un varón heterosexual puede hacerse las uñas. Estamos en un momento en que es necesario que se no trate a todos de la misma forma. Todos deberíamos poder acceder a cualquier tipo de trabajo y aprender un oficio”.