Ignacio es un apasionado de los fenómenos meteorológicos desde muy chico y en su Acebal natal se lo conoce como “el cazador de tormentas”. Cámara o celular en mano se lo veía salir al campo o a la ruta en busca de las mejores imágenes. Siempre tuvo fascinación por las nubes, los rayos y las tormentas, tanto que las transformó en su profesión.

“Un cazador de tormentas busca salvar vidas. En Estados Unidos por ejemplo, captan un tornado antes de que llegue a las ciudades, lo reportan y por diferencia de minutos pueden evitar lo que podría ser un desastre. Avisan y previenen. También están los que estudian los fenómenos y realizan sondeos, enviando objetos directamente a las tormentas o tornados para estudiarlos mejor y saber cómo se comportan”, define Ignacio a Rosario3 desde su casa en San Luis, donde estudia Meteorología.

El tornado que le cambió la vida 

Corría 1996 cuando se estrenó en el cine Twister (Tornado), con Helen Hunt y Bill Paxton. La película mostraba cómo equipos de meteorólogos competían por introducirse en el ojo de un tornado que amenazaba con devastar el estado de Oklahoma en Estados Unidos. Los científicos buscaban estudiar su interior y obtener datos para prevenir y combatir esos fenómenos. Ese año el film fue un éxito de taquilla, pero Ignacio no había nacido. Sin embargo, esa película que vio muchos años más tarde, torció su destino.

“Los chicos por lo general les tienen miedo a las tormentas o a los rayos, pero a mí después de ver Twister se me despertó una pasión, que es la que tengo ahora por la meteorología. No le tengo miedo a las tormentas, pero sí respeto. Miedo no, para nada, me gustan”, relata. No recuerda en qué año la vio, sí que estaba en la primaria y cómo lo marcó: “Desde ahí empecé a observar los fenómenos, las tormentas, las empecé a seguir, empecé a leer más sobre los fenómenos climáticos y empecé a fotografiarlos, a hacer seguimientos y a hacer pronósticos por mi cuenta”.

El joven asegura que nadie en su familia está relacionado con la meteorología, que su papá, al que no le gustan “nada” las tormentas, quería que fuera mecánico de autos, y que al inicio de la secundaria fue su opción más fuerte. Pero cuando comenzó a introducirse en el mundo de la meteorología, no hubo marcha atrás.

De Acebal a las redes

En 2014, con 16 años vendió su consola de videojuegos, un bien preciado y casi intocable para cualquier joven, para comprarse una cámara de fotos. Recuerda entre risas el momento y asegura que, como con todo, fue explorando: “Leí un poco la teoría de la fotografía, pero con la práctica fui perfeccionándome y todavía sigo aprendiendo cosas, para lograr la mejor toma”. Al año siguiente, y con material propio, decidió crear una página en Facebook , “Tormentas del Litoral” y un canal de youtube, donde fue publicando noticias del tiempo, pronósticos, tipos de fenómenos meteorológicos, fotos, todo sobre “las cacerías de tormentas”, y videos para lo cual tuvo que aprender a editar. Con el tiempo fue sumando contenido y hoy no sólo habla de lo que pasa en el Litoral, sino de toda Argentina. Actualmente la página cuenta con más de 50 mil seguidores que esperan atentos sus novedades.

Sus redes fueron creciendo a la par de la profesionalidad del joven: “Si hay algún evento astronómico como un eclipse, busco información, anoto, armo un guión, grabo y subo. Lo mismo pasa con el tema de la meteorología, cuando hago un pronóstico, me informo mucho, veo el modelo, si hay alertas, preparo bien todo en un resumen y de ahí grabo”.

También debe contestar consultas de familiares y vecinos, y siempre que llueve recibe algún mensaje. “La gente que me conoce siempre me pregunta. Mi hermana me decía el otro día que se había venido una tormenta, que habían salido todos afuera porque se había puesto todo oscuro y le decían que me preguntara si venía granizo así guardaban el auto”, dice entre risas.

En busca de la mejor foto

Ignacio es esencialmente curioso, siempre tiene cosas para aprender, cursos para hacer, busca cómo mejorar y ama los espacios abiertos donde va en busca de tormentas para sacar las mejores fotos. Para obtener las imágenes más claras es necesario un lugar abierto, por eso aprovecha cuando regresa a Acebal, y si sabe que se acerca algún fenómeno, sube en el auto a su papá y le pide que maneje hasta encontrar el mejor lugar. En Merlo, dice que siempre intenta “salir a la ruta, al campo abierto, para hacer unas buenas fotos y ver bien la estructura de la tormenta”, sobre todo cuando los fenómenos se dan cerca de Córdoba donde suelen tener más virulencia.

Camino a San Luis

Cuando estaba finalizando el secundario había definido estudiar la Licenciatura en Ciencias de la Atmósfera en la Universidad de Buenos Aires (UBA), pero ese año anunciaron que se abría la misma carrera en Merlo, San Luis, en la Universidad Nacional de los Comechingones y se decidió por la tranquilidad de la. montañas, en un lugar que no conocía pero que era más chico que Buenos Aires. Si bien cuenta que al principio el cambio fue brusco, le gusta la ciudad y su gente. La carrera tiene una duración de cinco años y tiene “mucho de matemáticas y física”.

Afirma que en la Universidad hay alumnos fanáticos de los fenómenos meteorológicos que llegan de todo el país (solo Buenos Aires, La Plata y San Luis cuentan con universidades públicas que dicten Meteorología). Y el boom de los últimos años en el que todos quieren saber cómo estará el tiempo, se nota en la matrícula y en las redes: “Hay más interés en aficionados, principalmente gente joven, en el tema de la ciencia y la meteorología.”

Ignacio relata que la carrera otorga varias opciones: “Agrometeorología relacionado con el campo, Micrometeorología que trabaja sobre el suelo, Hidrometeorología relacionado con el ciclo del agua, los ríos, arroyos y sus crecidas por ejemplo y está la Mesoescala que se asocia más con el tema de las tormentas”.

Cómo hacer un buen pronóstico

En tiempos de inmediatez, exigencia y necesidad de información pareciera que todos precisan saber cómo va a estar el tiempo, cuándo y cuánto va a llover y cómo se comportará el cielo para planificar sus días, y para ello, nada mejor que la palabra de un meteorólogo que cumpla sus necesidades. Pero ningún pronosticador está exento de las críticas: que “no llovió como dijeron”, que “ni una gota”, que “no hizo tanto calor”, o un “al final nunca la pegan”.

“Casi siempre te critican pero también hay mucha gente que apoya el trabajo. Se pronostica lo que se ve. Para hacer un pronóstico, en meteorología es tridimensional, no solamente tenés que ver lo que pasa en la superficie. La atmósfera tiene tres capas para hacer un pronóstico y hay que ver todos los componentes de la atmósfera, y mirar todo lo que influye. Resumiendo, hacer un pronóstico es bastante más complejo a comparación de cómo se lo imagina la gente”, explica. El joven debe ver los modelos, analizar datos y observar mapas de lluvia, nubosidad y presión antes de dar un pronóstico.

“Uno puede pronosticar lluvia para un día y después no sucede porque cambiaron las condiciones. Siempre es preferible prevenir y errar. Si pronosticamos tormentas severas y no suceden, porque cambiaron las variables, mejor. Pero siempre hay que prevenir, la función de los meteorólogos es prevenir”, recalca. Ignacio cree que Argentina debería tener más sondeos para ver cómo está la atmósfera, poseer más estaciones meteorológicas y mayor cantidad de radares para poder pronosticar cada vez con más precisión. También cree que faltan meteorólogos y que el país debería contar con más Universidades que dicten meteorología.

Persiguiendo tormentas y sueños

En 2018 llegó a Argentina “Proyecto Relámpago”, una iniciativa para el estudio de la iniciación, pronóstico e impacto de las tormentas severas en las Sierras de Córdoba y en Mendoza donde participaron especialistas de Estados Unidos, Argentina, Brasil y Chile. Se instalaron radares que funcionan en distintas bandas del espectro electromagnético, estaciones y radares móviles montados sobre camiones.

El joven tuvo la posibilidad de conocer el proyecto por dentro. “Estuve con el investigador principal de Estados Unidos y con la investigadora del Conicet, Paola Salio. Ellos me mostraron todo el trabajo. Estuvieron dos meses con el objetivo de poder medir, conocer y pronosticar mejor estos fenómenos. Vinieron a estudiar las tormentas fuertes, que son graniceras. Vinieron con los camiones, radares propios que tienen. Imaginate un camión con un radar propio! ¡Un radar móvil!”, recuerda Ignacio entusiasmado, mientras sueña con recorrer el mundo persiguiendo los fenómenos meteorológicos más severos.