Además de la discusión de la ubicación, con los cuestionamientos del Colegio de Arquitectos y de otros referentes profesionales –incluidos quienes participaron de la gestión del proyecto– a la idea de llevarlo a la zona del parque de la cabecera del puente a Victoria pero del lado de Granadero Baigorria, otro tema en debate en torno al proyecto del Puerto de la Música es el financiamiento. 

El gobernador Omar Perotti interesó a empresarios para armar un modelo similar al del exBatallón 121: los privados se hacen cargo de la obra pública y a cambio se quedan con tierras de los alrededores para encarar proyectos inmobiliarios. 

La gestión socialista de Hermes Binner, que fue quien impulsó el proyecto y convenció al arquitecto brasileño Oscar Niemeyer para diseñarlo, también apostaba a la participación de privados, pero con aportes a través de la Fundación Puerto de la Música, que se formó para tal fin.

Ricardo Silberstein fue a quien Binner puso al frente de esa fundación. Este viernes, en diálogo con el programa Radiópolis de Radio 2. El también exministro de Justicia de la provincia reveló que había obtenido compromisos que llegaban a financiar el 50 por ciento del costo de la obra, que llegó a ser licitada para una primera etapa que consistía en la base de hormigón y el apuntalamiento de los muelles portuarios del terreno de avenida Belgrano entre Pellegrini y Cerrito.

Otras fuentes que participaron de ese proceso explicaron a Rosario3 que el dinero que llegó a ingresar a la Fundación Puerto de la Música era solo el de un par de aportes iniciales para ponerla en marcha, uno de ellos del mismo Binner. Y que el resto de los compromisos iban a efectivizarse con la obra lista, pues eran a cambio de un abono a perpetuidad en las plateas del teatro.

Esos aportes iniciales totalizaban, según estas fuentes, alrededor de 30 mil dólares. Pero estaban en bonos en pesos, guardados en una cuenta del Banco de Santa Fe, con lo cual se estima que quedaron absolutamente desvalorizados.

Sobre la polémica en torno a la ubicación, Silberstein se enroló con claridad entre quienes sostienen que una obra arquitectónica como el Puerto de la Música, “una obra de arte” desde su punto de vista, no puede levantarse en otro lugar que en el que la imaginó su autor, es decir la zona portuaria ubicada entre Pellegrini al Cerrito.

El exministro de Justicia dijo que en su momento eso se frustró por la “mezquindad política” de la administración nacional que negó los permisos navegables y apuntó fundamentalmente contra el ex subsecretario de Puertos y Vías Navegables, que trabó las obras con el cuestionamiento de por qué se elegía como lugar para un proyecto cultural un puerto productivo, pero cuando era concejal de Santa Fe apoyó que el puerto de esa ciudad “se llenara de shoppings, negocios y el casino”.

Para Silberstein, si quiere hacer una obra cultural en Granadero Baigorria el gobierno provincial podría contratar a otro arquitecto de renombre y no trasladar como si fueran “dos bolas hormigón“ el proyecto de Niemeyer, que es para un lugar determinado de Rosario.