Joaquín Fernando Pérez fue a guardar el auto en la cochera que está a la vuelta de su casa este martes a la noche. Pero frente al portón verde de pasaje Muñiz al 1260, en Arroyito, zona norte de Rosario, uno o varios delincuentes lo atacaron para robarle el Renault Clio y le dispararon tres veces.

Con las heridas en su cuerpo, dos balazos en el pecho y otro en la ingle, el joven de 34 años caminó como pudo hasta la esquina unos 40 metros, dobló hacia la izquierda por Juan B. Justo hasta el 1771 y llegó a andar unos 20 metros más hasta la puerta de su casa.

Golpeó la puerta blanca para pedir auxilio. En ese punto (una cuadra al oeste del inicio de bulevar Rondeau) se desató un segundo hecho traumático: la conmoción de su familia (vivía con mujer y su hija) y de los vecinos que intentaron asistirlo.

Un médico que vive enfrente y había dejado su auto en el mismo garage le práctico RCP pero no logró reanimarlo. Primero llegaron los patrulleros y después la ambulancia.

Una mujer contó a Radio 2 que el barrio quedó conmocionado por lo ocurrido. “Todos vieron lo que pasó, mi hijo que está en España y me llamó por teléfono para preguntarme. Lo vi nacer, era un chico divino, trabajador, con su mujer y su nena, esto es un escándalo que se no puede más”, afirmó.

“Después dicen que lo matan por esto o por aquello, no, lo matan para robarle y porque nadie les hace nada”, señaló sobre la inseguridad y las versiones policiales de algunos hechos. También habló de “60 policías” que se alojan en un hotel cercano pero que no están para cuidar a los vecinos.

Otra vecina compartió lo ocurrido en las redes sociales y señaló: “Nunca viví un momento tan horrible”. “Sin signos vitales y sin ambulancia. Una nena de no más de 3 años viendo morir a su papá en el piso. Me duele el alma”, describió.

Joaquín Fernando, que era arquitecto, fue trasladado al Heca donde falleció. El Clio fue hallado a cuatro cuadras, en Olivé y Flynn,y en el interior se encontró una pistola calibre 40.

Frente a la cochera con puerta verde de pasaje Muñiz quedaron las marcas en el piso que hace la Policía donde estaban las vainas servidas y los vidrios rotos del vehículo. Y a la vuelta, sobre la puerta blanca de la casa, Joaquín dejó las marcas de sangre como testimonio de una violencia que conquistó la ciudad.

Vidrios rotos del Clio frente a la cochera (Alan Monzón/Rosario3).