En la comedia de ciencia ficción de 1987 Viaje Insólito (Innerspace), Dennis Quaid interpreta a un piloto que durante un experimento secreto es miniaturizado junto a una nave e inyectado accidentalmente dentro del cuerpo de un hipocondríaco. Ahora, casi cuarenta años después, parte de esta historia se está convirtiendo en realidad. No la parte de reducir personas a escala nanométrica, por supuesto, pero sí la de introducir minúsculos robots dentro del cuerpo humano para tratar diversas enfermedades.

Un nanobot es un dispositivo minúsculo, de un tamaño entre 1 y 100 nanómetros, invisible a simple vista y diseñado para realizar tareas específicas. El nanómetro es una medida de longitud equivalente a la milmillonésima parte de un metro. Para ponerlo en escala, un cabello humano tiene aproximadamente 60.000 nanómetros de espesor, mientras que una molécula de hemoglobina tiene unos 5 nanómetros.

El primero en mencionar las posibilidades de la nanotecnología –hasta el momento, de existencia únicamente en el plano teórico– fue el premio Nobel de física Richard Feynman durante un discurso en el Instituto Tecnológico de California en diciembre de 1959. Sin embargo fue un colaborador suyo, Albert Hibbs, quien le planteó la posibilidad de que en un futuro próximo algunas máquinas podrían ser miniaturizadas tanto que podría ser como “tragarse al doctor”.

Este nanobot tiene una longitud de 70 micrones, el ancho aproximado de un cabello humano.

Si se toma en consideración que el primer circuito integrado de la histori. recién se había presentado el año anterior y tenía 1,1 centímetros por lado, Hibbs realmente confiaba en la futura minificación de la tecnología.

Se necesitaron algunas décadas de evolución de técnicas y materiales para que los nanobots abandonaran el campo conceptual para comenzar a materializarse en los laboratorios de universidades e institutos. Estos robots de escala nanométrica ya son una realidad, y están siendo investigados y desarrollados para su aplicación en diferentes campos.

Estos minúsculos robots pueden ser construidos a partir de una amplia variedad de materiales como metales, plásticos e incluso ADN, que es el material genético de los seres vivos. Dependiendo del diseño y el propósito que se les asigne, los nanobots pueden presentar una variedad de formas y funciones.

Algunos pueden ser controlados por campos magnéticos o señales eléctricas, mientras que otros pueden moverse por sí mismos. Ciertas nanomáquinas pueden formar redes o enjambres, comunicándose entre sí, y mientras que otras pueden crear estructuras más complejas autoensamblándose o cambiando de forma.

En 1959, Albert Hibbs sugirió que en algún moment ... tan pequeñas que sería posible «tragarse al médico».

La capacidad de los nanobots para interactuar con moléculas y células les permite manipularlas y modificarlas. Gracias a esta habilidad, pueden realizar tareas que serían impensables o extremadamente difíciles de lograr para microrobots convencionales, transformándolos en una herramienta disruptiva para futuros tratamientos médicos. Esta tecnología permite pensar en el desarrollo de terapias específicas que se enfoquen en el punto exacto del cuerpo donde se las necesite, reduciendo el impacto en las partes sanas que se produce con los tratamientos convencionales.

Investigadores de la Universidad de San Diego desarrollaron unos nanorobots que pueden nadar en los pulmones, administrar medicamentos y eliminar las bacterias que causan la neumonía. Están hechos de células de algas cuya superficie está salpicada de nanopartículas repletas de antibióticos. Estas células les dan el movimiento, lo que les permite llegar a las bacterias en los pulmones y administrar los antibióticos directamente. Gracias a esta tecnología, el 100 por ciento de los ratones que recibieron el tratamiento lograron sobrevivir a la enfermedad, mientras que los ratones que no recibieron atención murieron dentro de los tres días tras infectarse.

En promedio, la neumonía mata 2,5 millones de personas por año en todo el mundo. El estudio sugiere que esta técnica podría ser una forma eficaz y segura de tratar esta infección respiratoria grave en humanos, especialmente la causada por bacterias resistentes a los antibióticos.

El fundador de Bionaut Labs, Michael Shpigelmacher, muestra un diminuto robot médico teledirigido.

Los nanobots pronto podrán ser utilizados para combatir el cáncer y tumores congénitos, tratar cálculos renales, enfrentarse a bacterias ocultas en articulaciones o mejorar la atención de enfermedades y trastornos del sistema nervioso central. En ésto último es lo que trabaja la empresa californiana Bionaut Labs, que ha desarrollado unos minúsculos robots llamados Bionautas que se desplazan a través de propulsión magnética y pueden llegar a las profundidades del cerebro y a otros lugares del cuerpo de difícil acceso para administrar medicamentos localmente.

De esta forma buscan desarrollar soluciones para el Parkinson, la enfermedad de Huntington, la hidrocefalia y la neurodegeneración producto del envejecimiento. Actualmente, la empresa se encuentra en la fase preclínica, realizando pruebas de Bionautas en cerdos y ovejas con el objetivo de comenzar los ensayos clínicos en seres humanos en el año 2024.

Estamos a las puertas de una nueva forma de diagnosticar y tratar enfermedades que hasta hace poco era inimaginable. La llegada de los nanobots marca el inicio de una nueva era, con el potencial de transformar la medicina tal como la conocemos y ofreciendo nuevas esperanzas a pacientes de todo el mundo.

Es emocionante imaginar cómo estos diminutos robots podrán mejorar y salvar vidas a medida que la tecnología continúa avanzando. Una solución de pequeña escala para grandes problemas de salud.