La industria agrícola ganadera es uno de los pilares sobre los que se apoya la economía argentina y su buen funcionamiento no sólo es clave para la producción de alimentos, sino también para otros parámetros importantes de la salud económica nacional como empleo, consumo y generación de divisas, por nombrar sólo tres. Es decir, lo que le ocurre al campo repercute directamente en aspectos que hacen a la riqueza nacional.

Coninagro es una organización que representa a más de 150.000 productores de diversas economías regionales de todo el país, aglutinados en 20 federaciones de un total de 350 cooperativas. Y esta Confederación Intercooperativa Agropecuaria (de allí el nombre del organismo) publica todos los meses información de primera mano que permite saber cuál es el andar de esas economías regionales, teniendo en cuenta indicadores divididos en tres segmentos: costos y precios; área, stock y producción; y evolución de las exportaciones, importaciones y consumo interno.

Lo valioso de la información de Coninagro también radica en el formato en que la presenta: a través de un semáforo, buscando simplificar la complejidad y heterogeneidad de los números de la producción del campo con una herramienta visual que permita una mejor comprensión. Por lo tanto, en rojo figuran las economías regionales en problemas; en amarillo las que dan indicios de complicaciones futuras o no alcanzan el desarrollo posible; y en verde las que van viento en popa, con contextos venturosos y cifras a favor. 

El semáforo de agosto de 2025, según Coninagro.

El semáforo de agosto 2025

El consejero de la entidad y vicepresidente de la Federación Nacional de Productores de Papas, Mario Raiteri, explicó los resultados del relevamiento correspondiente al mes de agosto: un mes que dejó a 8 economías regionales en amarillo, 5 en rojo y 6 con luz verde.

“Las cinco economías en rojo, que son yerba, arroz, papa, vino y mosto y hortalizas, están en una mala situación económica y financiera; es decir, en negativo para el mediano y pequeño productor y sus empresas, que son las cooperativas”, detalló Raiteri.

En verde están las cuatro carnes —bovina, porcina, ovina y aviar—, a las que se suman los granos y peras y manzanas. Y en amarillo, quedaron ocho producciones que marchan en situación de alerta: algodón, forestal, miel, maní, leche, tabaco, mandioca y cítricos dulces”, añadió.

Los datos, explicó el dirigente en Punto Medio (Radio 2), surgen del análisis de precios, stocks, cosechas y el balance entre importaciones y exportaciones. “El resultado de esos números es lo que refleja esta situación. De ahí sale la luz que acompaña a cada producción”, señaló.

Los porqués del rojo: costos altos y salarios bajos

Las producciones en rojo comparten un denominador común: el alto costo de producción en un contexto de bajo poder adquisitivo del consumidor.

“Básicamente, las que están en rojo es por el costo alto de producción que hay en Argentina, muchas de ellas usando dólares. En el caso puntual de la papa, nosotros decimos que sembramos dólares y cosechamos pesos”, manifestó Raiteri.

“Son producciones que, salvo el vino, van todas al mercado interno, donde encontramos salarios deprimidos y bajo poder de compra. Esa pérdida de fuerza en la demanda hace que los precios caigan, sobre todo cuando la oferta es buena”. A esto se suman los costos de logística, distribución e impuestos, lo que generan un combo de complicaciones.

Sobre las cargas impositivas, dijo: “Teníamos una promesa de que se iban a bajar impuestos nacionales, provinciales y municipales, pero eso aún no se concretó. El 80% de esos impuestos son nacionales, 17% corresponden a gravámenes provinciales y sólo 3% municipales. Todo esto hace que se ponga difícil producir en el país”.

Y aportó otra conclusión: “Nosotros no hacemos bienes durables: hacemos comida. Y cuando es comida, el estómago del que tiene plata es igual al que no tiene. No puede compensar lo que no consume el otro”.

Las que están en verde y el impacto del tipo de cambio

En el otro extremo del semáforo, están las economías que exportan y se vieron beneficiadas por la suba del dólar. “La mejora que hay en relación a semáforos anteriores es producto del movimiento del tipo de cambio. Los precios internacionales estaban bajos, pero al aumentar el valor del dólar en pesos, eso les devolvió cierto grado de competitividad”, explicó.

El dirigente detalló también la situación particular del sector lácteo, que está en amarillo a pesar de que la industria de carne bovina está en verde. “Hay una fuerte discusión dentro de Coninagro, porque realmente cuando la carne bovina está en verde, la lechería debería estarlo también. Pero como dijimos con las que están en rojo: el consumo en el mercado interno disminuyó y los costos son muy altos”, analizó.

“Cuando mejora el valor del maíz, que sirve para producir proteínas animales, carnes y leche, el margen se achica. Ante el primer tropiezo climático, la actividad queda en riesgo. No está mal, pero no alcanza a ser todo lo buena que debería”.

Soberanía alimentaria

Más allá de los pormenores de cada una de las cadenas productivas regionales, Raiteri remarcó la necesidad de una estrategia integral para el campo argentino. “Nos está faltando política agropecuaria, discusión sobre qué vamos a hacer con el campo argentino, que sigue siendo el principal motor de la economía”, advirtió.

“La energía o la minería pueden ayudar, pero requieren inversiones que hoy no llegan por la incertidumbre política. Y mientras tanto, somos nosotros los que producimos la comida del mercado interno y traemos los dólares que hacen falta. Acá la diferencia con los grandes inversores extranjeros o los pooles de siembra es clara: si les va mal, ellos se van. Pero los productores seguiremos trabajando siempre acá, aunque el sector esté en rojo”, subrayó.

Raiteri dejó en claro que el corazón del sistema productivo argentino sigue siendo el pequeño y mediano productor, que aporta algo muy importante: soberanía alimentaria: “Cuando al alimento lo hacen pequeños y medianos productores nacionales, eso da seguridad. Pero cada vez hay más producción con menos productores. El actor financiero o el extranjero, cuando vea que algo no es negocio, se irá. Nosotros no: seguiremos produciendo porque es lo único que sabemos hacer. Por eso necesitamos estímulos para dar lo máximo que podemos y generar empresas confiables que traigan riqueza y seguridad alimentaria”, sostuvo.