El evento conocido como la Semana Mundial del parto y el nacimiento respetados, reafirma la idea de que la llegada al mundo de un nuevo ser debe restituir a la madre la libertad de parir como desee, siempre y cuando su vida y la de su bebé no corran peligro. Este año, la campaña se extenderá del 16 al 22 de mayo y tendrá por lema: “Mi cuerpo, mi bebé, mi decisión”.

El parto es un hecho mágico y trascendente en la vida de la mujer que se prepara para dar a luz y, naturalmente, en la de su hijo. Los investigadores lo definen como “un momento crítico”, fundante en la vida y el futuro del recién nacido, en el que no siempre se respeta a los verdaderos protagonistas de la historia: la madre y su hijo.

Así lo analiza el jefe del servicio de Maternidad del Hospital Roque Sáenz Peña, Gustavo Baccifava, quien –en diálogo con el programa A la Vuelta (Radio 2)– destaca la importancia de “ese momento histórico que marca para el resto de la vida, positiva o negativamente, a madre e hijo”.

“En los últimos 200 años, al ser trasladada de a poco de su hogar a las instituciones, se ha ido despojando a la mujer del control del parto y de su bebé, con situaciones como medicalización e intervenciones, la mayoría de las veces innecesarias”, afirma el profesional y hace la salvedad de que la tecnología disponible es bienvenida al igual que el equipo médico, cuando se trata de partos complicados en los que la salud o la vida de madre e hijo corren riesgo.

“La seguridad del parto no depende en absoluto de tecnología” –señala– ya que la mujer está preparada para parir, tiene la capacidad innata para hacerlo. Sólo tiene que recuperar confianza para hacerlo y esa es la tarea de los que asistimos el parto: contribuir a que lo logre”.

“Ella y su bebé –remarca– son los verdaderos protagonistas del parto, pero el eje se fue desviado y se fue poniendo en el equipo de salud. Por eso es imprescindible que nos pongamos a revisar prácticas y procedimientos muy arraigados; usos y costumbres producto de viejas tradiciones hospitalarias que no resultan saludables”.

Baccifava describe el “enojo de algunos médicos porque las mujeres presentan planes de parto u optan por parir en su casa, en vez de hacerlo en el sanatorio”, y sugiere que en lugar de enojarse, habría que preguntarse “por qué las mujeres eligen eso”.

“Deberíamos empezar a analizar la violencia obstétrica que se ejerce, no sólo desde el vocabulario (se la llama a la mujer como «mamita», «gordita» y se la subestima como si ella no entendiera el proceso que le está ocurriendo), sino también desde el procedimiento. Cuando la mujer ingresa al hospital –explica– se la obliga a quedarse acostada en la cama, casi inmediatamente se le coloca un suero con oxitocina, se le rompe la bolsa, se la somete a tactos reiterados”.

“Es feroz el sometimiento de la mujer en el momento del parto” –asevera el obstetra– y añade un dato preocupante: “está probado que las dos terceras partes de estas prácticas médicas que se repiten a diario no están basadas en pruebas científicas".

Los médicos no tratamos de facilitar el parto sino que lo convertimos en un procedimiento médico quirúrgico”

“Que pase la que sigue”

El especialista indica que el parto tiene que fluir y que la mujer tiene que tener absoluta libertad. “Esto no significa que tiene que estar librado a la buena de Dios –insiste–; hay que controlar los signos vitales de la mujer, los latidos del bebé y que no haya signos de complicación; pero todas éstas son observaciones. En cambio, nosotros intervenimos, no le permitimos ingerir líquidos, rompemos la bolsa casi sistemáticamente, aceleramos el parto”.

“Cuesta no ver la situación como una cadena de montaje. Las maternidades trabajan a full y a veces ése es el pretexto, el de liberar rápidamente la cama; pero lo que se observa es que esos procedimientos médicos que mencionamos se llevan a cabo tanto durante los días en que hay mucho trabajo, como en los días más tranquilos, porque se han vuelto costumbre”.

“El bebé también es sometido, al igual que la madre a todas estas intervenciones. Si nace sano, respira bien y está rosadito –destaca Baccifava– no necesita en el primer momento tras el parto otra cosa más que estar en contacto con los latidos cardíacos de la mamá. Estar en su pecho, sentir su olor y compartir la mirada con ella".

El parto es un momento crítico y lo único que el recién nacido necesita, si sus signos vitales están bien, es el contacto íntimo con la mamá”

El médico apunta un dato que por sí solo debería alcanzar para que los equipos de profesionales se replanteen sus prácticas: “Está demostrado que si separamos a la mamá de su bebé durante las primeras dos horas posteriores al parto, ese chiquito tiene más probabilidades de sufrir problemas emocionales a futuro, en la infancia y la adolescencia; y también tiene mayores posibilidades de desarrollar ciertos niveles de violencia”.

Pero aunque el bebé nazca bien, por rutina se lo lleva a una salita contigua para pesarlo, medirlo y someterlo a todos los procedimientos de rutina (vitamina K, gotitas en los ojos, vacuna de la hepatitis B) necesarios o legales, pero no necesarios en ese momento puntual. “Es mejor posponer todas esas prácticas y realizarlas dos horas después del parto”, remarca el obstetra.

¿Qué indica el protocolo?

“La Organización Mundial de la Salud (OMS) viene insistiendo desde hace 30 años con esto” –afirman–, todas las pruebas científicas están al alcance; sólo hay que tomar la responsabilidad y cumplir los procedimientos recomendados. Pero como toda rutina humana, cuesta desaprender y aprender nuevamente, aunque los beneficios sean tan claros”.

 Cesáreas y más cesáreas

Según los especialistas, la deshumanización del parto es una característica observable tanto en el hospital público como en el sanatorio privado. Lo que sí varía de uno a otro es la cantidad de cesáreas que se realizan, ubicándose muy por encima de lo estipulado por la OMS.

A nivel público, se realizan la mitad de las cesáreas practicadas en el ámbito privado, aunque en ambos sectores, la cifra está por encima de lo sugerido"

En 2015 –afirma el entrevistado– en las cinco maternidades públicas de Rosario (incluida la del hospital Eva Perón, de Granadero Baigorria), 30 por ciento de los partos se realizaron mediante cesárea; mientras que en el nivel privado, en algunas instituciones ese porcentaje trepó hasta 50 y 70 por ciento.

La cesárea es una operación de cirugía mayor que conlleva de cinco a diez veces más complicaciones que un parto y mata de 2 a 4 veces más que un parto vaginal.

“Bienvenida la cesárea porque es un recurso maravilloso que salva vidas, pero no debería superar el 15 por ciento de los partos”, remarcó el médico.