Un carnaval. Una fiesta centralista. Una locura canalla se desató segundos después del pitazo final de Loustau, que la bajó la persiana a un nuevo triunfo de Central en el clásico de la ciudad. Y a la luz de los éxitos que se enhebran, ya por triplicado, hasta puede asegurarse que es para la Academia una sana costumbre.

Central parece tener la fórmula. Venga como venga Newell’s, puntero, con dudas o a los tumbos, este conjunto canalla dirigido por Russo definitivamente sabe cómo superar al equipo del Parque. Esta vez, fue 2 a 0 y sin dejar margen para alguna vacilación. Por los goles de Niell (ese nuevo gran ídolo) y de Nery Domínguez, pero por un trabajo colectivo impecable.



Lo planteó muy bien, Russo. Le dio el balón a los zagueros centrales contrarios y se agazapó a presionar ni bien pusieran un pie en el campo propio. Claro, también los ejecutantes lo hicieron perfecto: los laterales anularon a Maxi y Tévez, los zagueros sacaron todo, Musto guapeó y ganó el mediocampo con Nery y arriba, Abreu y Niell no dejaron de complicar.

A partir de los goles, se edificó la justificación. Caranta casi no se revolcó, y si la cosa no terminó en goleada es porque no estuvieron finos Encina o Valencia, que contaron con un mano a mano cada uno para aumentar diferencias.

Este nuevo triunfo no salva el torneo ni lo pone en carrera, pero le da al hincha un desahogo como pocos. Y deja al equipo muy bien parado de cara a lo que viene: la semifinal de Copa Argentina, el último gran objetivo que le queda a este plantel hasta fin de año. Porque el de esta tarde está cumplido. Con creces.