Para algunos, el boom de la construcción en el centro rosarino es un buen síntoma que señala el imparable crecimiento de la ciudad. Para otros, sin embargo, es un fenómeno que pone en evidencia la falta de un plan gubernamental que coordine y acompañe este crecimiento. Lo que nadie niega, y los especialistas recalcan, es que a medida que crecen las edificaciones la vida urbana se vuelve más caótica. Para Emilio Farrugia, presidente del Colegio de Arquitectos de Rosario, y para Oscar Bragos, docente de la Facultad de Arquitectura de la UNR , correr el eje a la periferia es un camino necesario para poner freno a la concentración de población en la zona céntrica. Mientras, un particular realizó una presentación en la Defensoría del Pueblo para que inste a la Municipalidad a que no entregue nuevas autorizaciones para la construcción de edificios, con la certeza de que la superpoblación de torres generará un deterioro en la calidad de vida de la población (ver nota relacionada).

 

Justamente, la cuestión de la saturación de edificios en el centro es tema de un foro en el que usuarios de Rosario3.com manifestaron su preocupación por lo que muchos consideran una ciudad que se está volviendo infernal. “Rosario no está preparada para tanto edificio y tanta gente. ¿Vieron lo que son las calles en los horarios pico? En auto se transita a paso de hombre. La ciudad se está agrandando y si con los que somos ahora se nos corta la luz y el agua en verano, imagínense cuando finalicen todas las obras en curso y nos bañemos todos al mismo tiempo o prendamos el aire acondicionado o apretemos el botón del inodoro?”, escribió con cierto toque de humor, Ceci en el foro de Rosario3.com.

 

Consultado sobre este tema, Farrugia explicó que “la historia de las ciudades muestra que nunca están preparadas de antemano sino que se van preparando a medida que van surgiendo transformaciones y eso está bien”. En este sentido, el presidente del colegio de arquitectos señaló que “casi todas las intendencias que tuvo Rosario trataron con consideración la cuestión”, sin embargo remarcó que “aún quedan cosas por hacer y es necesaria una mirada holística, del todo, y cómo las distintas partes se relacionan con esa totalidad”.

 

“Uno de los mejores planes de desarrollo urbano que tuvo Rosario en su historia fue el propuesto por Ángel Guido el creador del Monumento a la Bandera. Ese plan proponía la apertura de avenidas, reglamentaba alturas e índices de construcción, con una gran visión de futuro. Desde ese plan hasta nuestros días nunca se logró vencer a la especulación privada sobre la tierra y siempre terminado ganando la pulseada el interés económico privado sobre el beneficio colectivo”, lamentó Mauricio, quien también dejó su comentario en el foro de Rosario3.com.

 

Para Farrugia, “la ciudad creció y en parte supo crecer”. “Absorbió bastante la evolución habitacional, mejoró en relación a lo que era a principio de siglo y hubo un planteo inteligente de llevar la actividad productiva al borde de la ciudad”, explicó Farrugia.

 

Dicen que la piedra angular de toda la transformación está en el uso del suelo. Esta práctica tiene como principio que la ocupación y los usos tienen que se disciplinados y regulados. Rosario cuenta con un Plan Director que se define como una guía del proceso de cambio urbano pero no como un sistema de control regido por un modelo de ciudad predeterminado.

 

Para el arquitecto de la UNR Oscar Bragos, “es necesaria una modificación del código urbano de la ciudad pero que no obedezca sólo a bajar el nivel de edificación sino que implique una estrategia de ordenamiento del territorio”. En la actualidad, " código se maneja con dos premisas. Una es que en las zonas donde está la totalidad de los servicios se permiten índices de edificación más elevados.  Y otra es que por una tendencia casi natural la densidad poblacional se concentra más en el centro y menos en la zona de la periferia”, explicó Bragos.

 

Es decir, que donde hay más servicios –cloacas, gas, luz, agua, transporte– hay más cantidad de habitantes y eso lleva a una mayor concentración. “No falta mucho para que la ciudad tenga grandes problemas. Si siguen los servicios bajo tierra y no hay políticas de inversión y renovación, Rosario que hasta ahora no es una ciudad caótica lo será”, auguró Farrugia en relación a los efectos que traería la congregación de ciudadanos en el casco céntrico de la ciudad.

 

Según Bragos para pensar en una idea de ciudad es necesario posicionarse desde el urbanismo democrático. “Hay que diseñar e implementar políticas de Estado de manera integral para ir más lejos que las urgencias”, indicó el arquitecto de la UNR. Y abundó: “Pensar desde el urbanismo democrático  es tender a mejorar las condiciones de vida de una ciudad y hacerla más inclusiva”.

 

Para los dos especialistas el secreto radica en que la construcción se extienda más allá del área central y del primer anillo de bulevares –Oroño y avenida Francia, Pellegrini y 27 de Febrero–. “Vivimos en una cultura moderna amante y apasionada de la ciudad, por eso cuesta tanto alejarla del centro. Pero la tendencia que debería adoptarse es justamente la de desplazar las nuevas edificaciones de ese eje”, aseguró Farrugia.

 

Para el presidente del Colegio de Arquitectos “esa opción de empezar a correr el eje céntrico la presentaba Pichincha. Pero el municipio prefirió imponer límites a la altura de las construcciones y se sabe que lo que no se hace en Pichincha se hará en otro lugar”.

 

En este sentido, Bragos señaló que “hasta el Programa de Patrimonio Histórico a veces resulta contradictorio”. “Suele ocurrir que una casa es recuperada y mantenida pero en el mismo lote se autoriza la construcción de una gran obra”, expresó el arquitecto.

 

Pensando en una ciudad ideal donde Rosario podría mirarse para organizarse urbanísticamente, tanto Farrugia como Bragos se inclinaron por Curitiba. Capital del estado de Paraná, Curitiba está ubicada al suroeste de Brasil. Tiene dimensiones similares a Rosario, cuenta con dos millones de habitantes y se convirtió en la ciudad más exitosa en términos de planificación urbana con influencia en lo económico y social entre sus habitantes.

 

“Lo más interesante de Curitiba es que desde los 60 la ciudad se organizó a partir del recorrido del transporte público y de los espacios verdes”, resumió Bragos. En tanto, Farrugia concluyó con que “a los modelos hay que buscarlos en América, donde las ciudades se desarrollan en una base que a diferencia de Europa combina riqueza y pobreza”.