Como educadores más de una vez recibimos críticas de la sociedad por el número de licencias debidas al estrés o la depresión lo cual lleva a preguntarme ¿qué medidas toma el estado para que podamos prevenir tales padecimientos?
Comencemos por definir al estrés. El término estrés, se emplea generalmente para referirnos a la tensión nerviosa, emocional o bien como agente causal de dicha tensión. Sus causas, su afrontamiento y consecuencias, están determinados por la propia personalidad y circunstancias ambientales, la estructura cognitiva individual y la capacidad de resistencia. Fuertes responsabilidades en el hogar y en el trabajo, la incapacidad de separar la vida privada de la profesional, falta de recursos para enfrentar distintas situaciones, los procesos de recuperación posteriores a un hecho traumático, junto al poco tiempo que dedicamos hoy a lo relajante, pueden llegar a conducir a un estrés cuyas consecuencias pueden ser potencialmente peligrosas.
Resulta importante diferenciar los términos Estrés Laboral y Síndrome de Burnout (desgaste profesional) ya que este síndrome es un claro exponente de las fases avanzadas del estrés profesional.
¿Por qué se produce el estrés? En la mayoría de los casos el estrés se produce, porque el docente debe enfrentarse a situaciones de tensión día tras día: alumnos que contestan mal, que no siguen las normas, que se muestran violentos, desmotivados por el estudio, falta de apoyo por parte de los padres, incluso por parte del estado, etc.
Consecuencias que provoca el Estrés Laboral. El proceso se inicia con la aparición de sentimientos de desconcierto e insatisfacción, que surgen por la influencia directa o indirecta de los factores relacionados con el entorno laboral. Estos sentimientos generan el desarrollo de esquemas de inhibición en la actuación con los alumnos y, en general, en toda la actividad educativa. Surge el deseo de solicitar pedidos de traslado o de licencias para huir de las situaciones conflictivas que empiezan a generarse.
Efectos Clínicos del Estrés Laboral. El estrés puede tener consecuencias muy graves como problemas endocrinos, afecciones respiratorias, digestivas o neurológicas, ansiedad, apatía o depresión. Y como efecto colateral, consecuencias negativas en el ejercicio docente. Puede tener tantas manifestaciones clínicas que sorprende conocerlas. Algunos efectos clínicos: Dolores de cabeza frecuentes, mandíbula apretada, rechinar de dientes, tartamudeo, temblores de manos o labios, dolor de cuello y espalda, mareos, vértigo, sonidos zumbantes, boca seca, problemas para deglutir, frecuentes resfriados, infecciones, herpes, dolor de estómago, de pecho, náusea, evacuación excesiva, flatulencias, constipación, dificultad para respirar, ataques repentinos de pánico, palpitaciones, ansiedad excesiva, preocupación, culpa, nerviosismo, depresión, cambios súbitos en el humor, cólera acrecentada, hostilidad, frustración, insomnio, sueños inquietantes, dificultad de concentración, pensamientos apresurados, olvido, desorganización, confusión, dificultad para tomar decisiones, problemas para aprender nueva información, sentirse sobrecargado o abrumado. Entre otros…
¿Qué es el Síndrome de Burnout? Este síndrome es un estrés crónico experimentado en el contexto laboral, que forma parte de un proceso. Es una respuesta a un estrés emocional crónico caracterizado por agotamiento físico y psicológico, actitud fría y despersonalizada en la relación con los demás y sentimiento de inadecuación a las tareas que se deben realizar.
Parece ser que lo sufren en especial, personas cuyas profesiones están vinculadas sobre todo con la atención y ofrecimiento de servicios humanos directos, como cuidadores, enfermeros y educadores viéndose sometidos a un gran desgaste profesional. A nadie se le escapa que estas profesiones exigen entrega, implicación, ciertos niveles de idealismo y un indudable servicio a los demás y si todo esto se asienta sobre una personalidad “perfeccionista” con un alto grado de autoexigencia y con una gran tendencia a involucrarse en el trabajo, podemos finalmente obtener un desequilibrio entre las expectativas individuales del profesional y la realidad del trabajo diario.
Como podemos comprobar, el rasgo fundamental del Burnout es el cansancio emocional y la sensación de no poder dar más de sí mismo.
Lo desarrollado deja en evidencia que ningún educador está exento de padecer estos males. El desgaste crónico de nuestra labor pone de manifiesto la necesidad inmediata de contar con recursos que ni los planes de estudio de los magisterios y profesorados, ni el estado nos ofrecen, habilidades vinculadas con la neuropsicoeducación y la gestión de emociones que permitan formarnos para hacer frente a nuestra labor con orgullo y profesionalidad.
Prof. Analía Ceci | Master en inteligencia emocional educativa |Especialista en Coaching Educativo | Directora y coordinadora de la consultora pedagógica PARANINFO
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