La menopausia es la interrupción definitiva de la menstruación en la mediana edad de forma natural o por causas quirúrgicas y constituye una etapa en la vida de la mujer caracterizada por una menor producción de hormonas femeninas y la consecuente aparición de unos síntomas tan comunes como molestos.

Es el caso, entre otros, de los síntomas vasomotores como los sofocos y los sudores nocturnos que experimentan la gran mayoría de mujeres antes y durante la menopausia. Sin embargo, hay una minoría que no los padece. Y esto, ¿cómo se explica? Porque como muestra un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de California en Los Ángeles(EE.UU.), la presencia o ausencia de sofocos está condicionada por los genes de la mujer, según publicó abc.es.

Está en los genes

El objetivo del estudio fue evaluar la presencia de posibles variaciones genéticas comunes en el genoma humano que se asociaran con los sofocos y los sudores nocturnos en la menopausia. Concretamente, los investigadores examinaron más de 11 millones de variantes génicas –o ‘polimorfismos de nucleótido único’ (SNP), en el que las variantes de un gen difieren por un cambio en una única base o nucleótido.

Los resultados permitieron identificar 14 variantes genéticas asociadas con los sofocos, todas ellas localizadas en la región del cromosoma 4 que codifica una proteína denominada ‘receptor de la taquiquinina 3’. Y este receptor, ¿qué es lo que hace? Pues se localiza en el cerebro e interactúa con las fibras nerviosas que regulan la producción de estrógeno. De hecho, es bien sabido que las mujeres que presentan una mutación en este receptor son infértiles.

Como indica Carolyn Crandall, la investigadora "parece que las mujeres que portan estas variantes son más propensas a padecer sofocos que aquellas que no las tienen".