La UBA desarrolló un proyecto para levantar viviendas sociales a partir de desechos. Las botellas pueden convertirse en vigas, los envases de tetrabrik en placas aislantes de humedad, los neumáticos en desuso en rellenos de tosca y las latitas de aluminio en tejas. Se trata de las “eco casas”, un proyecto innovador basado en un sistema productivo que busca satisfacer las necesidades más básicas y donde los materiales surgen de la basura.

Desde hace 15 años, el Centro Experimental de la Producción de la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad Nacional de Buenos Aires, coordinado por el arquitecto Carlos Levinton, sostiene un proyecto de fábricas sociales, con técnicas que dan valor a los residuos. Este nuevo concepto en construcción se propone producir materiales a partir de la basura con el fin de incorporar a los sectores marginados del mercado laboral y gestionar microemprendimientos para la gente de bajos recursos.

Desde el año 2000, y con el apoyo de la Agencia de Ciencia y Técnica de la Universidad de Buenos Aires, el arquitecto Levinton fusiona la irrupción cartonera de la urbe metropolitana con la implementación de las Eco Casas. “Descubrimos una evolución de los residuos mediante el reciclado innovador, es decir, la cantidad anual global de residuos inorgánicos constituida por plásticos, aluminios, papel, metales y maderas son posibles de recuperar y apropiar socialmente en función de las demandas más urgentes de la gente”, afirmó Levinton.

En 1998, este proyecto se implementó en la comunidad Toba Derqui, del partido de La Matanza, constituyéndose en la primer experiencia piloto de este tipo. Carlos Levinton, quien además es el coordinador Nacional de la Red Vivienda Saludable de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), aclaró que “de allí surgió la idea de crear un ladrillo-combustible a partir de la basura y un horno que pueda quemar sin contaminar las cocciones a partir de una “cámara estanca”, que independiza los humos del ámbito donde está la comida”.

Según la lógica de que “todo se vuelve a reciclar”, la técnica que se utiliza para la construcción de estas casas ecológicas está basada en el empleo de maquinaria, que a bajo costo, puedan generar la mayor cantidad de empleos posibles. Para el responsable del Centro Experimental de Producción de la Facultad de Arquitectura , Diseño y Urbanismo (CEP), este sistema está montado en el concepto de emergencia que “deviene del neoliberalismo y de la marginación de una sociedad diezmada por el capitalismo”.

El proyecto más reciente se está desarrollando en el municipio de Moreno, en el Conurbano Bonaerense, con el objeto de ahorrar energía en viviendas populares. Las casas de bajos recursos que no cuentan con aislaciones térmicas adecuadas gastan grandes cantidades de energía, tanto para calefaccionar, como para bombear agua de pozo o para ventilar en épocas veraniegas. A esto se suman las pérdidas de calor de heladeras ineficientes o dañadas, cuyo sensor hace que el motor nunca pare de funcionar.

Según el Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI), la energía desperdiciada asciende a más de 35 pesos por mes, gasto que el CEP y Edenor están tratando de evitar mediante un programa de eficiencia energética en vivienda (EEV). En su primera etapa, esta iniciativa está encarando dos prototipos de ahorro energético.

Fuente: Télam