La Justicia Federal cerró este jueves el primer capítulo de una causa judicial que tuvo un gran impacto político en 2012, cuando fue detenido por primera vez un ex jefe de la Policía de Santa Fe: Hugo Tognoli, acusado de participar en una “empresa criminal conjunta” con narcotraficantes del sur provincial. El Tribunal Oral en lo Criminal N° 2 condenó, después de un juicio que duró casi un año, a 16 personas a penas de prisión efectiva –Néstor Fernández, Carlos Ascaíni y Aldo Orozco entre ellos– y 6 a sentencias de ejecución condicional. En tanto, cuatro acusados resultaron absueltos, entre los que se encuentra el ex titular de la fuerza de seguridad en el gobierno de Antonio Bonfatti, y uno fue sobreseído.

Estaba previsto que la jornada se iniciara a las 8.30. En una sala del primer piso del edificio, donde no estaban los acusados (ellos estaban en la planta baja), fueron ubicados periodistas y familiares de los sospechosos, quienes debían seguir cada acción del recinto a través de un monitor LG cuya definición no era buena. Los allegados se ubicaron en la parte izquierda del espacio y los cronistas en la derecha. En el sector donde estaban los primeros había silencio y tensión, y en el otro, murmullo. De golpe, un estruendoso ronquido hizo que todos miraran a un hombre, quien al poco de ingresar al lugar apoyó la nuca en el asiento y entrelazó los dedos de sus dos manos sobre su pecho.

El comienzo del día clave se retrasó dos horas. Se debió a demoras en los traslados de los acusados que están alojados en unidades penitenciarias federales, que están fuera de la provincia. A las 10.31 entraron en la sala Beatriz Caballero de Barabani, Otmar Paulucci y Omar Di Gerónimo, jueces que integran el Tribunal Oral Federal N° 2.

“Nunca entendí los motivos de mi detención. Llevo noches de insomnio leyendo la causa de atrás para adelante, y de adelante para atrás. Me destruyeron a mí y a mi familia. Mi señora está enferma, con tratamiento psiquiátrico por la angustia que le trajo este proceso. Si su condición es condenarme, están condenando a un inocente”, expresó Tognoli a las 10.40 del jueves ante el tribunal. Fue el primer acusado en hacer uso de la palabra antes de la lectura del veredicto.

El tribunal que leyó la sentencia (Alan Monzón/Rosario3.com)


De los 27 sospechosos, siete hicieron uso de la palabra. Todos los que utilizaron el micrófono tuvieron palabras críticas con el proceso judicial que los llevó a estar en ese banquillo. Sorpresivamente, dos pidieron ser ejecutados: Aldo “Totola” Orozco, narcotraficante de Firmat, y el policía Carlos Alfredo Quintana.

“En todo este tiempo perdí a mi familia. Tuve la mala suerte de salvarme de un accidente con un camión. Prefiero estar muerto. Mi madre cayó en depresión y murió y no le pude pedir perdón. Yo no conocí a nadie de los que están acá. Me conformo con que me hagan el favor de decírselo a mi mujer. Les pido a todos que me ejecuten, que me peguen un tiro en la cabeza. No quiero seguir más así”, dijo Quintana, cabo de la comisaría de Villa Cañas que fue acusado de brindar información a Carlos “Vasco” Ascaíni, narco de Villa Cañás.

“Esto ya vino con la sentencia armada. Esto es un circo romano. Se me condena sin pericia de voz. (Alejandro) Druetta es un narcotraficante. ¿Ustedes piensan que la policía es buena gente? Están equivocados. Métanme un tiro y chau”, señaló Orozco al hablar con vehemencia.

Después de un cuarto intermedio que duró aproximadamente tres horas y media para que el tribunal federal deliberara, los jueces, acusados, defensores y fiscales volvieron al recinto. Lo mismo, pero en otra sala, los periodistas y familiares de los sospechosos.

La lectura del veredicto, prevista para las 15, también se demoró. A las 15.33 entraron los tres magistrados. Doce minutos después comenzó a escucharse la ansiada resolución, que se inició con la absolución de Lucas Núñez por haber sido declarado nulo el procedimiento por el que fue acusado.

Mientras la lectura avanzaba, los allegados de los acusados apretaban puños, algunos sonaban sus narices resfriadas y otros repiqueteaban sus pies ansiosos. Después de rechazar un recurso y no hacer lugar a un planteo fue el turno de Tognoli, el ex jefe de la Policía cuya detención tuvo repercusión nacional y desató un conflicto en el gobierno provincial.

Tras resultar absuelto “por el beneficio de la duda”, los familiares del agente detenido hace cinco años y tres meses explotaron de alegría y emoción, pero sin hacer mucho ruido. El contraste fue inmediato cuando el tribunal condenó a 10 años de prisión al comisario Néstor Juan Fernández, cuyos familiares rompieron en llanto y desolación. Un colega que siguió el juicio durante toda la tramitación del proceso comentó por lo bajo mientras se escuchaba el veredicto que no había pruebas suficientes para tal sentencia.

A medida que se conocían las decisiones del tribunal, los familiares de los sospechosos iban dejando la sala.

El monto de la pena de Fernández sólo fue acompañado por las de Orozco recibió (12 años de prisión), Ascaíni (10) y Fernando Bermaz (11 por sentencia unificada). Éste último en seis meses ya estará en condiciones de salir en libertad. El resto recibió entre 1 año y medio y 9.

“¿Quién te devuelve el tiempo que estuviste en la cárcel injustamente? Eso no es justicia”, comentó afuera del edificio un familiar de uno de los absueltos a un periodista.

Una causa por hechos de 2009 tuvo avances en 2012 y recién comenzó a ser juzgada el 26 de junio de 2017. Casi un año después (7 de junio) fueron condenados, absueltos y sobreseídos los investigados. Es decir, hubo personas tras las rejas durante años, como el caso de Tognoli, sin tener pruebas contundentes en su contra. A veces, en busca de la justicia, se puede ser injusto. La demora para resolver situaciones, como en este caso, es un claro ejemplo.