Desde el nacimiento y hasta los cuatro años los juegos, las conversaciones y la experimentación se convierten en los fundamentos de la llamada “Educación infantil”, una tendencia basada en actividades que se fundamentan en la relación de los niños con sus padres en la propia casa y que en la actualidad no todos están motivados a realizar.
Patrice Engle, doctora en educación y psicóloga de la California Polytechnic State University, Estados Unidos señala que "este es un período donde el cerebro se desarrolla rápidamente y donde los niños construyen las habilidades básicas cognitivas, emocionales y lingüísticas", justifica la experta, quien fue invitada por la Universidad Central de Chile para participar en el IV Curso Internacional Repensando la Educación Infantil en América Latina.
Tal como explica Engle, para que los niños puedan desarrollarse de manera integral es necesario que exista un complemento entre la educación que se les entrega en la casa día a día y la de la sala cuna o jardín. "Los que son muy pequeños no necesariamente tienen que ir a la escuela, ya que los padres son los primeros educadores de sus hijos y pueden darles las herramientas necesarias por medio de juegos, conversaciones, estímulos e interacciones", agrega la experta, quien trabaja en Unicef y ha estudiado la educación infantil en 158 países de Latinoamérica.
Estudios neurocientíficos señalan que existen tres momentos fundamentales en la crianza de los hijos, donde el cerebro tiene mayor capacidad para aprender. El primer período va desde el nacimiento hasta los cuatro meses y está relacionado con la vista y la audición. "Es muy importante que el niño tenga la oportunidad de ver con los dos ojos. No es bueno tener a los bebés cubiertos en una cuna todo el día; deben experimentar lo más posible", cuenta Engle.
El segundo período tiene que ver con el lenguaje y va desde los siete meses hasta los dos años . La doctora aclara que no basta con sentar al niño frente a la televisión todo el día y esperar a que aprenda de lo que ve y escucha en la pantalla. Debe haber alguien con quien el niño pueda conversar e interactuar.
Por último, está el período del conocimiento. Desde el primer año hasta los diez hay que estimular al niño a pensar y a resolver problemas de lógica.
Pero no todas las familias cumplen su rol de educadores. Si bien no existe una receta única para la crianza de los hijos, existen piezas fundamentales, como ser proactivos con ellos, dedicarles el tiempo que necesitan y manifestarles amor. De lo contrario, el niño podría encontrarse en un ambiente de estrés tóxico. "Ésta es una situación muy difícil que se da principalmente en casos donde hay padres deprimidos, abuso, maltrato, pobreza extrema o falta de cuidado", explica Engle. Y agrega que una situación como ésta puede perjudicar el desarrollo intelectual, físico y afectivo de un niño.
No sólo el entorno social puede generar graves consecuencias en la educación infantil. La malnutrición es un tema que tampoco se debe descuidar. "La desnutrición, la anemia y la falta de lactancia materna durante los primeros seis meses de vida no sólo influyen en la salud, sino que también en el desarrollo mental de las personas", señala Engle.
Fuente: El Mercurio