Millones de personas en el mundo no tienen problemas con la obesidad y el sobrepeso. La clave no está, como muchos pudieran pensar en que su metabolismo sea especial. Simplemente no les importa mucho la comida.

Nunca han comido grandes cantidades ni se han obsesionado por comer más. La respuesta, según dos estudios que se publican en la revista Cell, radica en que son portadores de una mutación genética que “silencia” el apetito. Y, además, también reduce las posibilidades de contraer diabetes o enfermedades del corazón.

Los científicos han sospechado durante varios años que los genes pueden influir en el peso de una persona. Uno de los genes que se sabe que desempeña un papel clave en la regulación del peso es el MC4R, que codifica el receptor de melanocortina 4. Este receptor actúa como un interruptor en el cerebro para suprimir el apetito. Las personas portadoras de mutaciones genéticas que interrumpen este receptor ganan peso fácilmente, según consignó abc.es.

Los estudios se basan en datos del Biobanco del Reino Unido que incluye a medio millón de personas de entre 40 y 69 años. Los participantes proporcionaron muestras de ADN y sus datos médicos, y permitieron a los investigadores realizar un seguimiento de su salud durante años. La información obtenida puede ayudar a predecir, desde la infancia, quiénes tienen un mayor riesgo de tener ser obesos y quién no.

Además, los estudios han demostrado que otras mutaciones genéticas en el gen MC4R que aumentan la actividad de este receptor cerebral pueden proteger a las personas de la obesidad y el sobrepeso, lo que podría conducir al desarrollo de nuevos medicamentos que “imiten” el efecto protector de estas variantes genéticas para lograr o mantener la pérdida de peso.

En conclusión, los dos estudios confirman que existen razones biológicas por las que algunos tienen que luchar durante su vida con su peso y otros no.

 

Fuente: abc.es.