El rock se gestó décadas atrás. Así que la postal de dos, tres y hasta cuatro generaciones compartiendo un show del género no sorprende.

Tampoco que una banda con treinta años de historia despierte el interés de un público cuya edad oscila entre la mitad y la tercera parte de los músicos en escena.

Ahora, cuando la banda que con su síntesis del hard rock/soft metal de los 80, vendió millones de discos –es decir, fue más allá de “la escena” de Los Ángeles– y que tuvo en su cantante y en su guitarrista a una de las duplas más sólidas del género, toca en tu ciudad a pocas o muchas cuadras de tu casa otros parámetros cuentan.

¿Por qué? Porque posiciona a Rosario (otra vez) como una plaza posible para las giras de grandes bandas y solistas internacionales.

Antes de seguir quiero decir que sí, que podés enumerar otras bandas más o menos contemporáneas con mejores canciones a la hora de cruzar el rock en sus vertientes progresiva, glam y metal. Pero no alcanzaron la masividad de los Guns N’ Roses. Y en ese trascender, Axl Rose y Slash resultaron determinantes.

Y ahí estaban juntos, otra vez y en un escenario local, minutos después de las 21 de este martes. Junto a ellos, el bajista (también "original") Duff McKagan, el guitarrista Richard Fortus, el baterista Frank Ferrer y los tecladistas Dizzy Reed y Melissa Reese.

El imponente show que los Guns montaron en la ciudad está relacionado con el poderío que una banda que tiene a Slash en guitarras puede desarrollar. De hecho, el violero fue lo más destacado del concierto.

Pero si una mitad elevó la vara, la segunda (vale decirlo) no estuvo a la altura. El hombre de las “seis octavas” hace rato que perdió ese registro. Esto tampoco es novedad. Pero las dificultades de un falsete que apareció por momentos y el viento que llevó y trajo más de la cuenta hicieron que esta parte –por decirlo de algún modo– estuviera más cerca de las incertidumbres previas sobre la salud vocal del cantante que de la sorpresa.

“It's So Easy” seguida de “Mr. Brownstone”, abrieron el juego. Y la voz de Axl tomó envión a partir de “Chinese Democracy”.

La veintena de temas que seguirían encontraron algunos puntos altos y otros, no tanto. Entre los picos estuvieron “Civil War”, gran poderío en “You could be mine”, una “I used to love her” menos hard y más rock, y una voluminosa “Nigthtrain”, última canción antes de los bises. “Patience” (con la intro de "Angie"), “The Seeker” (el cover de The Who) y “Paradise City”, marcaron el final de la noche.

Poco más de dos horas de show que calentaron a algo más de 25 mil personas que se repartieron entre el campo y las plateas del Gigante.

Con el escenario montado a espaldas del club Regatas, una pasarela de fondo sirvió de piso a la pantalla gigante que ofició de telón. Otras dos, colgadas a los costados, reprodujeron mayormente en planos medios y cortos lo que pasaba en escena.

Fuegos artificiales coronaron el cierre y, por esa democratización que propicias las redes sociales, los presentes sabíamos que la lista de temas había llegado al punto de pensar en cómo volver a casa. Por fortuna, esta vez Rosario estuvo cerca.

La lista de temas

Looney Tunes/The Equalizer, It's So Easy, Mr. Brownstone, Chinese Democracy, Welcome to the Jungle, Double Talkin' Jive, Better, Estranged, Live and Let Die, Rocket Queen, You Could Be Mine, New Rose (The Dammed), This I Love, Civil War, Used to Love Her Speak Softly Love (tema de amor de El Padrino), Sweet Child O' Mine, Wish You Were Here (Pink Floyd), November Rain, Knockin' on Heaven's Door (Bob Dylan) y Nightrain. Bises: Patience, The Seeker (The Who) y Paradise City,