“Cartele es un proyecto colaborativo pre social hecho en el offline”, explicó Gastón Silberman a Rosario3.com sobre el colectivo que, junto a , gestó “entre 1999 y el año 2000.”

A la fecha, la iniciativa lleva como marca Proyecto Cartele y cuenta con un archivo de casi 300 mil fotos colectivas de carteles mayoritariamente urbanos.

Tamaño acervo visual, que comenzó como una práctica divertida de tres amigos que “venían de la publicidad”, fue posible gracias al “permiso mental” ajeno, la mirada atenta de unos cuantos y la escasa regulación del espacio.

El último julio, editorial Planeta lanzó Proyecto Cartele ¡Todo Nuevo!, quinto y último libro, que continúa con el “safari fotográfico” que iniciaron Cartele, Proyecto Cartele, Entrada Boca de Lobo, y Liquidación Total por Saqueo, editado una década atrás.

Diez años después

Silberman explicó que es posible reconocer cambios en los tópicos entre Liquidación y ¡Todo Nuevo! tales como “la política, la violencia y un avance de las denuncias”, pero la gran instancia transformadora fue otra.

“Si hay un hecho específico son las nuevas tecnologías, y más allá del soporte. Ves desde cursos para aprender a usar Facebook hasta (inscripciones como) «no haga pis acá porque lo filmo y lo subo a YouTube»”, apuntó.

Además, destacó la democratización que las mismas suponen como instancias de participación: “Para hacerlo, sólo hace falta ojo y curiosidad.”

Carteles no hubo siempre

“Cartele es un reflejo de comunicación contemporánea. Si bien tiene su cara más primaria y obvia en el humor, hoy hablamos y nos comunicamos de esta forma. Yo no sé si el cartel seguirá siendo, dentro de algunas décadas, una herramienta de comunicación válida”, señaló Silberman.

A la hora de explicar la amplitud y particularidad que expresa el colectivo, el también director y guionista de la película El último sabio destacó como claves del andamiaje “la falta de regulación” y “el permiso personal”.

“No sé si la forma de expresarnos es diferente, pero sí la forma de apropiación del espacio. Nosotros vivimos en un país poco regulado en materia publicitaria y de comunicación. Entonces, cualquiera se siente libre de decir y actuar e intervenir de la forma que quiera. Creo que el primer permiso es personal”, abundó.

Para ilustrarlo, citó la marquesina de una blanquería de Bariloche en la que se lee “La colcha de tu madre”: “Hay que tener mucho permiso mental para hacer eso.”

Según explicó Silberman, para completar los cerca de 250 carteles que aparecen en el flamante libro dividieron el archivo en tres y luego, él, Mendieta y Seimandi hicieron una primera selección individual que fue revisada por los dos restantes.

Así, hasta llegar a la lista final de capturas, cada una con el nombre de quien tomó la fotografía y el lugar.

“Siempre estuvimos muy conscientes de que si se hace un proyecto colectivo, hay que cuidar el colectivo”, cerró.

La entrevista completa

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