“El mensaje es que empieza un nuevo proceso: la cancha es la que manda y siempre tomaremos decisiones pensando en el bien del equipo. Los que son campeones del mundo no corren con ventaja, porque ahora empieza un nuevo proceso y tienen que seguir trabajando”.

La frase que mejor abarca el pensamiento de Scaloni es que el entrenador no se casa con nadie.

Tras los dos amistosos-festejos en River y Santiago del Estero, vendrán otros dos amistosos en junio, probablemente en Asia o Estados Unidos, y en septiembre los partidos por los porotos. Arrancan las eliminatorias.

Es fuerte escuchar o leer que los campeones del mundo no cuentan con ventaja, pero es claramente el estilo del entrenador. Con los ejemplos del Mundial de Qatar a la vuelta de la esquina, nadie debería sorprenderse.

Lautaro Martínez y Leandro Paredes siempre fueron dos de sus jugadores fetiche, pero perdieron el puesto en plena Copa del Mundo. Ahí se aplica la máxima: “La cancha es la que manda”.

Sin titubear, el técnico mandó al campo de juego a Julián Alvarez y Enzo Fernández. Es historia conocida. Fueron parte de la transformación que tuvo el equipo en plena competencia junto a Alexis Mac Allister.

El desafío del cuerpo técnico de cara al Mundial de 2026 no es sólo convencer a Messi para que llegue hasta allá, es armar otro equipo competitivo que defienda el título obtenido en Qatar.

No hay una receta que asegure el éxito, pero la renovación es una marca registrada de este ciclo, que removió los cimientos de una generación ya gastada, exitosa para algunos, poco productiva para otros.

De Sudáfrica 2010 para acá, sólo quedaron Messi, Di María y Otamendi, aunque Nicolás no fue citado para Brasil 2014.

Para 1982, Menotti agregó a Maradona, ni más ni menos, a los campeones del 78 y terminó undécimo.

Bilardo cambió bastante del 86 al 90 y Argentina llegó a la final otra vez, aunque mucha gente podrá argumentar que el resultado fue más fortuito que futbolístico.

Pero de regreso a 2023, la de Scaloni no parece sólo una declaración de ocasión, sí, en cambio, se asemeja mucho a un plan.

La frustrada convocatoria de Alejandro Garnacho es una prueba de que el futuro tiene reservados algunos cupos para los juveniles.

Buonanotte, Blanco, Perrone, Carboni y Almada, que ya estuvo en el Mundial, son la otra muestra.

Argentina es flamante campeona del mundo, pero los procesos empiezan a mezclarse.

Llegará la doble fecha de amistosos de junio y después las eliminatorias, que en realidad son ni más ni menos que el inicio del Mundial.

Allí habrá mucho margen para la clasificación porque más de la mitad de los países sudamericanos irá a Estados Unidos, México y Canadá.

Será un banco de pruebas ideal para construir una nómina tan exitosa como la de Qatar. Menudo desafío.