No hay bomberos entre las llamas. Nunca los hubo. No hay vocación ni oficio para apagar un incendio inmenso. Los que deberían colaborar en extinguirlo no son inocentes. Si bien el fuego los precede ellos van y vienen con sus bidones de nafta a cuestas. Su misión parece esclarecerse en cada paso: que no se apague nunca.

Narcocrimen en Rosario, CFK y la corrupción política y los goles de la Scaloneta. Nuestra semana humilde y explosiva. Con enojo e incomodidad Aníbal Fernández, ministro de Seguridad de la Nación estuvo para pasar revista a su tropa y de paso encender algo de pirotecnia. Llegó a Rosario el día después de la condena a Cristina a poner la cara ante las preguntas y reclamos de una ciudad que sigue fabricando ataúdes para enterrar a las víctimas del narcotráfico.

Los muertos son personas pertenecientes al mundo del delito”, argumentó fríamente el ministro. El ofendido ofendía sacándose el lastre de encima.

Lo incomodaba dar respuestas que según su entender debiera enfrentar el ministro de Santa Fe o el propio gobernador. Con la llegada de Rubén Rimoldi como sucesor de Jorge Lagna y Marcelo Saín hubo un cambio sustancial en la comunicación de gobierno: que las acciones del control y prevención del delito reemplacen la oratoria de los funcionarios. Mejor que decir es hacer, o algo así. Pero puede fallar.

Pero nada pasa. Solo muertes desparramadas en las calles de Rosario. La política funcional no se habla entre sí. Se putean en las redes buscando un nuevo flash para la temporada de renovación de cargos electivos. Se enojan, se mandan mensajes: los publicistas y los coach políticos trabajan sin parar maquillando a quienes mañana van a decir que pueden arreglar este lío.

Aníbal Fernández vino a nada. Salvo que su tarea haya sido invisible y oculta a los ojos de los medios. Tal vez sigilosa y pausadamente haya desarmado algún entramado criminal. No se pudo evitar las muertes posteriores a su visita. Los dueños de las armas criminales siguen matando sin que nadie los detenga. No faltan balas para sus armas o combustibles para sus vehículos. Están libres. Son de acá. De aquí a la vuelta.

Esta semana condenaron a Cristina por administración fraudulenta y superamos en Rosario el record de asesinatos cometidos por el narcocrimen. Si lo mezclamos con la pulsión por la Copa del Mundo que entrega dosis de alegría a una población perdida, el resultado es enredado.

La inflación, la pobreza, el desánimo tiene su antídoto. Cómo se explica que Aerolíneas Argentinas hoy domingo tenga sus aviones llenos a Doha con compatriotas que pagaron pasajes de más 1.500.000 de pesos.

Argentina es un país rico gobernada por un sistema político ineficiente (dijo semanas atrás el embajador norteramericano en Buenos Aires). No es una referencia infalible para el diagnóstico de la crisis pero la teoría de EEUU es que Argentina “tiene litio, Vaca Muerta y su combustible fósil y la producción de alimentos”. Solo le falta coordinación y eficiencia en la gestión política”. “Es ahora donde oficialismo y oposición deben unirse, hagan una coalición ya”, pidió Mark Stanley ante un auditorio lleno de escépticos. Misión imposible. No es ideológico solamente el disenso. No acordar es parte del “negocio”.

Aníbal sabe todo. Qué, quién, cuándo, dónde y porqué. Ofuscado dio respuestas de ocasión para una agenda cargada de reproches. Respuestas ofensivas para la larga lista de familiares de las víctimas de la narcoviolencia. El narcocrimen asesina inocentes todo el tiempo. Vecinos entrampados en barrios lleno de drogas que llegan y se venden ante la mirada de todos. Vecinos con miedo y sin lengua para denunciar. Son los que no pueden estar en sus casas, ni tampoco irse de ellas. Como en el trágico poema de Bertolt Brecht, tarde o temprano la muerte tocara las puertas de quienes nos creemos a salvo.

Virgina Ferreyra y su madre Claudia Deldebbio, muertas acribilladas mientras esperaban un colectivo. El arquitecto Joaquin Perez asesinado mientras intentaba guardar su auto en la cochera. Eric Galliz, de 14 años y Valentín Solis, de 15, asesinados cerca de una escuela en Rouillón y Seguí. La lista es enorme, larga y vergonzosa para quienes deben enfrentar a quienes hoy ostentan el monopolio de la fuerza.

¿Por qué en distritos con más cargamentos, más consumos y más dinero narco para lavar no hay tanta violencia? Aníbal sabe bien la respuesta. El tema complejo es saber si esa organicidad narcocriminal puede implementarse en Santa Fe o será al revés. Si el caos generado por bandas narcos que se quedan con la rentabilidad del negocio puede distribuirse como una peligrosa mancha de aceite por los distritos donde Estados aun controlan un complejo entramado comercial de consumo.

Los muertos por la narcoviolencia en Rosario:

2012 182
2013 264
2014 254
2015 234
2016 181

2017

165
2018 204
2019 169
2020 213
2021 240
2022 270