Hay lugares en Rosario donde parece que no hay respeto por la vida. Uno de ellos es el Bajo Ayolas, que sólo en 2022 fue escenario de tres crímenes. A esa lista de muerte se sumaron este domingo a la tardecita dos nombres: Luis César Pucheta, de 40 años, integrante de un conocido clan de esa zona, y su cuñado Ramón Gregorio Benítez, de 37, quien era entrenador de una categoría de fútbol infantil en el club Lamadrid de barrio Municipal. En el mismo ataque fue herida la esposa de este último, Érica Pucheta, quien quedó internada en el Hospital Provincial con lesión en la axila, y según las fuentes su pronóstico era favorable.

Pasadas las 19, estas personas se encontraban en una vivienda humilde de Ayolas y colectora Circunvalación cuando, por circunstancias que se investigan, ingresaron dos hombres que dispararon a matar contra los varones. Cada uno recibió alrededor de siete balazos y murió en el lugar.

En total, los peritos criminalísticos juntaron 18 vainas servidas calibre 9 milímetros. La causa quedó a cargo de la fiscal de Homicidios Georgina Pairola.

Benítez, trascendió, era entrenador de la categoría de fútbol masculina 200 del Club Lamadrid, ubicado en Cepeda al 5000. El hombre, que vivía en la zona de bulevar Seguí al 400 bis, era esposo de Érica Pucheta, que a su vez es colaboradora y jugadora de la institución.

“Ellos no tenían nada que ver, dejaban la vida en el club, estaban todo el día con los pibes, construyeron paredes para proteger a los pibes de las balas”, aseguró una vecina del complejo de viviendas de zona sur.


El club dejó un mensaje que expresa el pesar sobre la pérdida. “Estamos de duelo por la muerte de nuestro profe Ramón. Cuánto hiciste por ellos y por el club. No faltaba nunca, ahí presente, ahí para todo cuando lo necesitamos esposo de Érica que es nuestra jugadora y está internada herida esperando su evolución. Tus compañeras, profe y toda Lama Fem están con ustedes. Fuerza por sus chiquitos”.

Tierra de nadie

Con las muertes de Pucheta y Benítez, son cinco los asesinatos durante 2022 en ese corredor de barrio Tablada pegado a Villa Manuelita.

El miércoles 23 de marzo, un ataque a tiros contra un grupo de personas que pasaba la noche a metros de Ayolas y Circunvalación se cobró la vida de Elizabeth Jazmín Arminchiardi, de 18 años. Su madre resultó herida y un chico de 12 también recibió balazos.

El domingo 19 de junio, en uno de los pasillos que se abren debajo del puente ferroviario fue asesinada de múltiples disparos Yoana Soledad Maciel, una villagalvense de 32 años.

En tanto, el 20 de agosto también en esos pasadizos de la barranca fue asesinado Cristian Emanuel Bustos. Le dieron un sólo tiro en la cabeza. Tenía 24 años y según registros oficiales vivía en un punto lejano de la ciudad: el pasaje Cayafate al 1300 bis, en Empalme Graneros.

El mito de los comegatos

El reciente doble crimen puso sobre el tapete otra vez a los Pucheta, que en mayo de 1996 fueron protagonistas de un informe televisivo que originó el mote de “comegatos” para los rosarinos.

Las cámaras, con el comentario del periodista Julio Bazán, mostraban a vecinos del Bajo Ayolas, incluso con niños, al lado de una parrilla con pescados de río y despellejando un gato. La crónica refería a que el hambre se había extendido en la ciudad de tal manera que algunos habitantes de las zonas periféricas se alimentaban con felinos como recurso último. “Acá hay que comer tortuga, hay que comer gato, lo que venga primero”, señaló uno de los entrevistados en el tristemente célebre informe.

La “noticia” se desnudó como falsa poco después. Las versiones mencionaron el pago de 100 pesos de entonces a los que habían aceptado salir en cámara. Ese dato fue repetido hasta por el propio Menem. La indignación por el montaje, que derivó en el despectivo “comegatos” con el que luego se nombró a los rosarinos.

No es la primera vez que el apellido aparece en la crónica policial como víctima de homicio. El 13 de mayo de 2018, fue asesinado Juan Carlos Pucheta, de 42 años, de un disparo por la espalda en pasaje Page y Grandoli, a escasos metros de la escena del doble crimen.

Por esos días también sonó el nombre de José Damián Pucheta, cuñado del ahora asesinado Ramón Benítez y vinculado con la banda del asesinado Rubén “Tubi” Segovia y Alexis Caminos, conocidos por su disputa con los clanes Funes y Ungaro en la zona sur.

José Damián fue condenado a prisión perpetua en 2021 junto con el ex referente de la barra brava de Newell's Emiliano “Jija” Avejera y el sicario Enrique “Cable” Solís por una saga de seis crímenes. A Pucheta lo declararon coautor de las muertes de Sofía Barreto y el futbolístca Luis Tourn, acribillados el 1º de enero de 2018 en Grandoli y Seguí.

Además, César Pucheta era hermano de Leonardo Enrique Pucheta, imputado y preso desde mayo acusado de administración fraudulenta por el manejo de las cajas de alimentos del Plan Cuidar de la Municipalidad de Rosario. Comida que fue secuestrada de la casa del patriarca de la banda Los Monos, Ariel Máximo "Viejo" Cantero, en un allanamiento en Avellaneda al 4500 que precedió a su encarcelamiento acusado de liderar una asociación ilícita. Las 137 cajas incautadas, según la Fiscalía, estaban destinadas a la asociación civil "El Ceibo-Manos que trabajan", cuyo presidente es Leonardo Pucheta.