La periodista Soledad Vallejos publicó el libro Los dueños de la libertad. Think Tanks, dinero y batalla cultural: la estructura oculta del libertarismo en América Latina (Editorial Sudamericana) que aborda los orígenes y expansión del movimiento al que adscribe el presidente Javier Milei. Cuenta sobre los verdaderos protagonistas del libertarismo y el camino que lleva al primer mandatario a ese grupo que impulsa, además de la libertad económica, una batalla cultural.

Vallejos cree que el jefe de Estado “no es del palo, llegó después, es un outsider, vio luz y subió“, y se convirtió “a los 40 años” en “un entusiasta del anarco-capitalismo”. Claro que las fundaciones y organizaciones libertarias vieron su perfil y su llegada a grandes públicos, incluso los jóvenes, algo que hasta ahora no habían tenido. “Fue el encuentro de dos mundos y funcionó”, agregó.

La licenciada en Comunicación Social (UBA), periodista y guionista acaba de presentar el libro en Buenos Aires y habló a solas con Rosario3:

–¿Milei es algo más que un fenómeno local y forma parte de una organización mayor en el mundo libertario?

Milei es una persona recién llegada al mundo de las fundaciones y redes internacionales. Muchas de las cosas que él dice, de sus proyectos y propuestas vienen de ese mundo, casi todas. Después en la práctica pueden ser otra cosa, al menos por ahora. Lo que él dice y propone viene de ese mundo.

–¿Cómo definirías al presidente?

–Es un entusiasta del anarco-capitalismo. Es alguien que llegó hace 11 años al liberalismo libertario, entró por la puerta de una librería y descubrió ese mundo que no conocía. El dueño de esa librería que editaba libros de esos autores lo empezó a vincular con gente formada en liberalismo, grupos de estudios y con papers sobre políticas públicas. Aprendió a hablar en público, convocó a gente y las fundaciones empezaron a detectar que lo seguía incluso público joven. Así se metió de manera formal y logró ocupar un lugar con este discurso donde no había nadie.

–Esto quiere decir que Milei llega a las ideas libertarias no de joven sino después de su recorrido como economista…

–Hay gente que desde chico ya se sentía incómoda con ciertas formas de entender la economía y no lograba encontrar otras. Esta gente empezó a buscar pares, encontraron espacios de pertenencia, armaron fundaciones, viajaron y se unieron. Esa gente que, antes de los 20 años de edad encontraron esa puerta, hoy tienen 80 años y siguen allí. Milei cuando llegó ahí tenía 40 años, era economista, trabajaba en Corporación América, se encontró con lo que se encontró y se deslumbró. No es del palo, llegó después, es un outsider, vio luz y subió, y se mandó a fondo. Las fundaciones no tenían a nadie que tuviera esa capacidad de comunicar y Milei es un gran vocero que sintonizó con un clima de época. Fue el encuentro de dos mundos y funcionó.

Vallejos:
Vallejos: " Milei es un gran vocero que sintonizó con un clima de época".

De liberales y libertarios

–¿Qué diferencia hay entre liberales y libertarios?

–Depende de a quién le preguntes, el liberalismo es un ancho mundo. Hay liberales libertarios que te dicen que no son neoliberales porque hubo liberales del siglo XX que se decían neoliberales. Hay libertarios que se auto-perciben liberales clásicos porque ellos dicen que el liberalismo es diferente, más cercano al liberalismo a la francesa que surgió para limitar al monarca o el rey. Tenés un montón de identidades.

–¿La libertad económica es la primera condición?

–Le pregunté a muchos y entienden que la económica es la primera libertad y es la máxima. Pero no es la única. Hay una mirada que se basa en la acción económica sin intervención del Estado, sin regulaciones, cree que la lógica de los pueblos es la lógica del mercado. Con el recambio legislativo en Argentina vamos a empezar a escuchar muchos más discursos como que la educación pública no va más y vamos por la educación en las casas, libre y con docentes particulares. Son discursos que tienden a privatizar los espacios públicos, incluso en la opinión pública, más de tipo individualista.

–¿Se viene entonces la batalla cultural de la que hablan los libertarios?

–Ya está planteada desde el principio. Es una expresión grande, que engloba dimensiones, opciones e ideas que se tiran para provocar y poner en debate consensos sociales ya alcanzados. Por ejemplo, el matrimonio con personas del mismo sexo que se vuelve a poner en debate más allá de que hay una ley ya debatida, o los derechos de las mujeres cuando hemos escuchado a varios libertarios decir que hay pocos nacimientos porque la mujer tiene que ir a trabajar. Hay un cuerpo legislativo que están tratando de volver a debatir. Eso es parte de la batalla cultural, todo bajo una mirada profundamente conservadora.

–¿Les interesa gobernar jurisdicciones locales también?

–Es un proceso de poder que no repara en ningún tipo de jurisdicción. Gobernar un país era un proyecto soñado; gobernar una provincia, ciudad o región también les sirve porque intentan aplicar algunos de esos proyectos más locales y puntuales, como por ejemplo una experiencia de escuelas chárter con un docente a cargo no vinculada con la educación pública y para aplicar en una localidad determinada. 

–¿Por qué creés que han tenido tanto apoyo popular en el país?

–El apoyo creo que tiene que ver con la crisis de los espacios más tradicionales que no pueden responder a demandas actuales. De otro modo no se explica por qué un espacio que dice que viene a reventar el Estado consigue semejante apoyo. Algo está funcionando mal, la dirigencia tradicional está fallando en los diagnósticos y sobre lo que le pasa a la ciudadanía, tampoco logran entender qué les pasa a los jóvenes. Se habla de la pérdida de derechos pero los jóvenes ni siquiera saben que los tienen o cómo ha sido la lucha para obtenerlos, o creen que los derechos son para siempre y no hay que seguir reclamando.

El aporte rosarino
 

–¿Cómo se financian las organizaciones libertarias?

–Se financian con donantes privados y empresas. Los primeros más bien pequeños son grupos de estudios que se reúnen cada 15 días a compartir textos, es habitual a través de grupos privados como se da también en el progresismo y la izquierda. Los integrantes del grupo pagan una cuota pequeña para seguir funcionando. Hay fundaciones que presentan proyectos a otras grandes fundaciones para financiamiento. Existe un intercambio de conocimientos entre las distintas fundaciones, siempre están en contacto con encuentros . muy interconectados entre sí para no replicar esfuerzos y mantenerse informados. Funcionan en red e intercambian materiales. Cuentan con financiamiento de grandes empresas argentinas y donaciones de empresas gigantes norteamericanas con propios programas. Además existen los llamados fondos opacos millonarios para proyectos libertarios, bajo el anonimato, con fines específicos.

–Citás en tu libro a la Fundación Libertad de Rosario…

–Es parte de ese mundo. Fue una de las primeras. Pero no fue parte de mi investigación ya que no era del palo porque estuvo vinculada al PRO. No es lo mismo la Fundación Libertad y Progreso (de Buenos Aires) que tiene más inclinaciones a lo libertario. La Fundación Libertad (de Rosario) es liberal pero no era libertaria.

–También lo mencionás al diputado nacional Alejandro Bongiovani (sobrino del presidente de la Fundación Libertad), ¿cómo se entiende su pase al bloque de La Libertad Avanza?

–No te sé decir. Me parece que hay cuestiones de praxis política y de coyuntura que pesan para tomar ese tipo de decisiones.