Mucho antes, el mismo Freud, en 1907, en una reunión donde polemizaba con los primeros entusiastas de sus teorías, afirmó: “Nuestros tratamientos son tratamientos por el amor”.
Para Humberto Maturana, el amor no es una cualidad, o un regalo, o una virtud, sino que es un fenómeno biológico relacional.
Consultado por Rosario3.com, Marcelo Mariño, especialista en clínica médica, sostuvo: “la presencia del amor en la relación médico paciente es una presencia indispensable, y creo que, en el trabajo de los profesionales que integramos el equipo de salud, no debería faltar. En mi caso, entiendo a la relación médico-paciente como un vínculo bi-direccional entre dos personas. Y éste, para poder establecerse requiere en primer lugar, la CONFIANZA. Ambas partes; los de este lado y los del otro lado del escritorio debemos poner algo: el paciente debe poder expresar desde sus vivencias, lo que le pasa; o sea, el modo de su percepción de la “realidad” que vive y siente en su cuerpo. Entonces, el médico, que está ´del otro lado del escritorio´ pero ´al lado del paciente¨, debe aportar su escucha empática y su claro deseo de ayudar al otro. Una vez que se establece esta conexión, me pregunto, ¿qué pasaría si, a partir de esa escucha, aparece el amor?
¿Cómo se define el amor en el acto médico?
Nosotros definimos al amor como el enlace entre lo que quiero, que es algo que me involucra a mí, y lo que deseo, donde ya juega la presencia del otro; o sea que, el amor en este tipo de vínculo, es la posibilidad para la persona que le confía algo muy preciado para ella, y requiere del otro una ayuda, una certeza de aquello que le está pasando; una esperanza en el pronóstico, o un acompañamiento en el proceso; es decir, necesita un anclaje. Y en este proceso amoroso puede pasar que el médico tenga aquello que el paciente necesita; aunque sólo sea que lo ha comprendido; o que encuentre en ese médico un cuidador, o un protector; o alguien que, interpretando los datos de los informes clínicos que le da el paciente, pueda devolverle la información precisa y concreta de lo que le está pasando”.
¿La presencia del amor qué le suma a esa relación vincular?
Primero, creo que la embellece. Segundo, me pregunto si el amor, en este tipo de intervención es innato al ser humano; o es, tan sólo, una herramienta vincular que le permite a la persona percibir la realidad de lo que le está pasando.
Y usted, ¿qué cree que es?
Creo que es una magia; donde algo pueda aparecer y desaparecer, sin lograr descifrar muy bien qué es lo que pasó. Escuchando activamente a nuestros pacientes vemos que en las sucesivas entrevistas nos damos cuenta que algo pasó; que algo cambió entre la anterior y esta consulta nueva; y entre una y otra, no hicimos grandes intervenciones; más, muchas veces no hubo todavía una medicación, ni una instrumentación, ninguna intervención, sin embargo, la persona registra que algo pasó. En este “qué pasó”, jugó la magia, es decir, la presencia invisible del amor. Hay que animarse a sentir en el vínculo profesional lo que le pasa al otro; es un desafío.
¿Todo comienza con el respeto incondicional al otro?
Sí. Y debemos animarnos a sentir la historia del otro en el cuerpo; por lo menos por un rato, ya que, cuando decimos amor, decimos sentir, que es lo que se expresa en el cuerpo. Los médicos debemos entrar y debemos poder salir, ya que, si me quedo atrapado en la historia del otro, ya no voy a poder ayudarlo.
En esa relación, ¿qué papel juega la sociedad, es decir, las familias, las instituciones, etc.?
Yo, en principio le pediría a la sociedad que se involucre ya que la necesitamos. No puede quedarse ajena a este vínculo, no sólo porque es parte, sino porque es la razón misma de cuando ese vínculo se rompe; creo que, en la enfermedad, la sociedad es un partícipe directo; por lo tanto, debería involucrarse y jamás quedarse afuera.
¿Por esto la llamamos pública a la salud?
Exactamente.
¿Y cómo juega el lenguaje y la comunicación, en esta instancia?
En un punto, el lenguaje, entendido como una dimensión imprescindible en el ser humano, ejerce un rol protagónico; por ejemplo, en el amor decimos: es buscar algo más allá de mi necesidad, y en el otro busco un anclaje; por eso en la relación médico paciente, éste busca en aquél ese anclaje; un soporte de donde agarrarse y una ayuda, o una guía, o un acompañamiento; y no necesariamente la solución de un problema; ya que, muchas veces, la situación es irreversible y el problema carece de una solución; pero está todo lo demás: esa guía, ese acompañamiento, ese estar presente.
¿Sentirse acompañado?
Eso es clave. Porque el estado de vulnerabilidad que genera la enfermedad, desnaturaliza a la persona; por momentos no sabe quién es; y allí es cuando necesita que alguien lo tome de la mano y lo acompañe. Creo que esta es la respuesta
*Marcelo Mariño, especialista en clínica médica, matrícula 11937
Consultorios del Británico, Jujuy 1540 Rosario



