Durante la gestación, la mayoría de las mujeres suelen jactarse de un cabello abundante y radiante. Sin embargo, tras el nacimiento del bebé el panorama cambia rotundamente: el pelo se cae en grandes cantidades, generando angustia y preocupación.

El motivo de este fenómeno es la reducción de estrógenos, que durante el embarazo aumenta en gran cantidad frenando la caída natural del cabello, limitando la producción de sebo y mejorando la circulación de sangre en el cuero cabelludo. Además, el panorama se acompaña con un desequilibrio en la alimentación y el aumento de estrés propio del puerperio.

Es importante destacar que, si se desea amamantar, la caída del cabello se prolongará aún más tiempo debido a que la prolactina (hormona que produce la leche materna) bloquea la formación de hormonas femeninas y, de esta manera, se da vía libre a la hormona masculina que desfavorece al crecimiento del cabello.

Sin embargo, existen algunos trucos para que el cabello cobre fuerza y la caída no sea demasiado brusca:

- Un buen descanso

- Alimentación equilibrada

- Uso de un shampoo suave

- Masajear el cuero cabelludo durante dos o tres minutos: Si el pelo es graso, masajearse con la palma de la mano. En cambio, si se trata de un pelo seco, hacerlo con las yemas de los dedos.

Si pasadas tres o cuatro semanas la caída continúa, consultar a su médico de confianza.