Finalmente es otoño y se puede sentir el cambio de temporada conforme el aire se vuelve un poco más fresco y  uno comienza a querer comidas que contengan sabores cálidos. Y así como se cambia el traje de baño y smoothies por sweaters y sopa, esta nueva temporada también significa un cambio en los hábitos de bebida.

La fidelidad eterna a las cervezas heladas, a los burbujeantes y frescos espumantes y a los tragos rebosantes de hielo, peligra ante apuestos cócteles y seductoras bebidas otoñales que llegan para deleitarnos sin enfriar demasiado el espíritu y, por eso mismo, son tan seductores.

Los licores vuelven a resultarnos atractivos, dejan una inigualable impresión en el paladar y la experiencia de saborear algo con mayor temperatura (aunque sea un trago con hielo). Cuando tomamos una bebida con una carga alcohólica interesante, se produce una sensación pseudotérmica en la boca, que percibimos como calor, sumado a esto, algunos licores poseen cierta untuosidad que, en el paladar se capta como mayor temperatura.

 

El origen y elaboración de los licores, se remonta a la era medieval (Época Hipocrática), en donde los físicos y alquimistas, mediante la destilación de hierbas, plantas o frutas, deseaban lograr productos con propiedades curativas y medicinales pero también, se buscaban pociones amorosas y afrodisíacas y ayudar en algún que otro problema. Así surgieron los elíxires, aceites, bálsamos y licores.

No hay que olvidar que la graduación alcohólica de estas bebidas, debido al proceso de destilación, generalmente supera los 15° y puede traspasar los 50°. Quizás por sus alegres efectos se pensaba que curarían alguna dolencia o que encendían el amor. A los licores se los clasifica según su relación azúcar/alcohol, por lo tanto, los hay secos, dulces, finos, crema, respectivamente de acuerdo a la creciente cantidad de azúcar y tenor alcohólico.

 

Los licores pueden beberse solos, con hielo, en coctelería o cafetería. Beber un Tía María, después de la cena o junto a un postre resulta realmente atractivo para esta época del año. Es un licor originario de Jamaica, elaborado con Ron, que posee un exquisito sabor a café, vainilla y caramelo, con un atractivo color marrón o ámbar oscuro y una graduación alcohólica de 31%.

 

El Amaretto, es el licor de almendra más famoso del mundo. Dulce y con un sutil amargo proveniente de estas frutas secas, se elabora a partir de los carozos del damasco, con una graduación alcohólica de 24% a 28%. Es el compañero ideal de una sobremesa.

 

Amarula, es uno de los licores que vive su auge en los últimos años. Proveniente de África, se obtiene de una fruta típica del continente llamada Marula, que posee propiedades para combatir la malaria, pero por sobre todo, según dicen, es totalmente afrodisíaco. A pesar de su no muy alto tenor alcohólico (17%) entre estas bebidas, se recomienda disfrutarlo moderadamente, su coqueteo parece inofensivo pero resulta muy cautivador.

 

Por último, el tan codiciado Baileys, licor a base de Whiskey Irlandés y crema de leche, es una verdadera delicia adictiva a pesar de sus 17% de alcohol.

 

¡Disfrutá con amigos del clima y entrá un poco en calor con estas bebidas para el otoño que no te defraudarán!