“¿En qué lugar del país se pesca o industrializa el atún?”, se pregunta con ironía Rubén García, presidente de la Cámara de Importadores de la República Argentina (Cira) ya que bien se sabe que en el mar Argentino no hay ninguna de las variedades de importancia comercial de atún. Y la pregunta que se hace surge a raíz de que el atún fue incluido esta semana entre los 26 productos importados que pasarán a tener licencias no automáticas para ingresar al país, una forma de retrasar y encarecer el ingreso de la mercadería. “¿Será que alguien presionó para dificultar sus importaciones?”, insiste el dirigente empresario.

En rigor, en Argentina se comercializan latitas de atún importado y latitas nacionales de un pez muy similar al atún (que inculso como estrategia de marketing se lo emparenta al atún en los diseños del envase) que es el bonito. Y en la actualidad, las latitas de atun y de bonito compiten por un lugar en las licitaciones para la compra de alimentos para los bolsones que reparte la provincia de Buenos Aires.  "Evidentemente hay sectores que les interesaba que se dificulte el ingreso del atún importado pese a que no hay atún argentino por defender de las importaciones”, agregó García en diálogo con Rosario3.

Para el titular de la cámara de importadores, el caso del atún es una muestra de que “el problema de la política de comercio exterior argentina es que no genera previsibilidad porque se mueve en base a las presiones por protección que ejercen algunos sectores”.

La semana pasada las importaciones estuvieron en la agenda por la demoras del gobierno en aprobar ingresos de insumos y productos que no tienen licencia automática. Eso ocurre porque el gobierno busca frenar la salida de dólares en un momento de alta tensión cambiaria. Pero como la fatla de ingreso de algunos insumos y productos estaba generando problemas de abastecimiento, esta semana, para descomprimir la situación, el gobierno pasó 112 productos que no tenían licencia automática al régimen de licencia automática. Al mismo tiempo, incorporó otros 26 a las licencias no automáticas, como el caso del atún.

Algunos de los productos que pasaron a licencia no automática fueron: licuadoras, batidoras, multiprocesadoras, neumáticos para vehículos de la construcción, minería y mantenimiento industrial, huevos, atún, mezclas de fertilizantes, papel, cartón y pilas alcalinas.

En tanto, pasaron al régimen de licencias automáticas secadores para el cabello, rizadores, planchitas para el cabello, tubos y perfiles, videoconsolas y máquinas de juego, accesorios para soldar, clavos y artículos similares de fundición, hierro o acero, partes para calderas, partes para hornos, máquinas para llenar y cerrar envases tubulares, grúas de pórtico, barras de acero, alambres, perfil de hierro o acero sin alear, bridas, perforadoras, grapadoras, afeitadoras, escobas, escobillones, máquinas de cortar el pelo y aparatos de rayos X con sus insumos para uso médico.

“Se valora que agilicen algunas importaciones que estaban muy trabas y complicando la producción por falta de insumos. Pero el problema es que no hay previsibilidad. El gobierno tiene las atribuciones para administrar el comercio. Pero si lo hace debe atenerse a las normas internacionales de la OMC y los pactos firmados, como los tratados automotrices con Brasil y México. Pero como en Argentina no sabemos qué va pasar, un producto hoy puede tener hoy licencia automática y mañana no; y semejante cambio afecta toda la cadena comercial por el retraso y los mayores costos que supone”, resalto el presidente de Cira.

El empresario también se quejó de que los cambios son inconsultos. “Salen estos cambios y a nadie del sector llamaron antes para ver si es lo que necesitamos”, se lamentó García.