Como una trama polisémica que a lo largo de nueve días impulsó el cruce de lecturas y experiencias entre casi 200 autores y artistas de distintas partes del mundo, la edición 2020 del Festival Literario de Buenos Aires (Filba) que culminó este domingo revirtió un escenario inicialmente adverso que sacó ventaja del formato virtual con la inclusión de figuras internacionales y el diálogo de la literatura con otro lenguajes como la performance y el cine, a través de una programación que registró más de 75.000 visitas.

La primera decisión que tomaron las organizadoras de cara a las restricciones impuestas por la pandemia, fue la fusión del Filba internacional con Filbita, -el segmento infantil y juvenil- para confluir en una agenda compartida que dio lugar a la participación de 63 artistas internacionales y 130 nacionales, cuyas intervenciones generaron más de 120 actividades que totalizaron 135 horas de programación.

Por un lado, la modalidad virtual permitió expandir la convocatoria hacia autores con agendas complejas que no suelen asistir a festivales que implican grandes desplazamientos geográficos, como el caso de la estadounidense Joyce Carol Oates, la autora de títulos notables como “Memorias de una viuda”, “La hija del sepulturero” y “Mujer de barro”, que aceptó abrir el Filba luego de los exactos diez años que la organización llevaba gestionando su participación.

El elenco soñado incluyó también a escritoras como Siri Hustvedt, Vivian Gornick, Jamaica Kincaid, Yolanda Reyes y Sharon Olds, así como al ilustrador australiano Oliver Jeffers, el escritor rumano Mircea Cartarescu, el guionista estadounidense Nic Pizzolatto y el británico M.J. Harrison, junto a grandes figuras de la literatura nacional como Rodrigo Fresán, Martín Kohan, Ariana Harwicz, Juan José Becerra, Federico Falco, Mariana Enriquez y Camila Sosa Villada, entre otros.

Lo que la presencialidad quita, la virtualidad expande

Casi 6.500 reproducciones tuvo hasta el momento el discurso de apertura de Joyce Carol Oates, mientras que las lecturas de la poeta estadounidense Sharon Olds sumaron más de 5.000 vistas, una cifra similar a la que hasta el momento tiene la charla de la escritora Siri Hustvedt.

Más de 3.000 alcanzaron Cartarescu, Harrison, Kincaid, Guillermo Arriaga o la actividad de traducción sobre la novela “Las malas”, con Sosa Villada y Svenja Becker.

Es que detrás de esas cifras -que pueden multiplicarse por fuera del festival porque los videos quedaran en el canal de Filba-, esta edición online puso a prueba y significó la primera gran experiencia local de adaptar un festival de literatura a un formato virtual sin redundar en paneles vía Zoom sino ofreciendo otras alternativas, con recursos digitales que enriquecieron mucho la experiencia detrás de las pantallas.

La literatura y otras artes

Durante los nueve días, la literatura funcionó como un escenario expandido en el que se mezcló con otros lenguajes que permitieron desde escuchar textos narrados por escritores a través de audios de WhatsApp -700 personas agotaron el cupo de suscripción a esta actividad llamada “Voy con audio”- hasta participar de recitales pensados para ser oídos con los ojos cerrados, como los de la cantautora española Christina Rosenvinge.

Uno de los grandes ejes que recorrió esta edición fue el de la traducción con charlas entre traductores y al mismo tiempo escritores como Inés Garland, Ariel Dilon y el español Andrés Barba y la performance “Pongamos por caso”, ideada por el dramaturgo y actor Rafael Spregelburd, que puso en escena una trama sobre poéticas intraducibles y colonialismos culturales.

La performance fue otro de los lenguajes con los que dialogó la literatura a través de experiencias que pusieron en escenas instancias performáticas para reflexionar sobre distintos tópicos, como la que llevaron adelante el escritor Federico Falco, la cantante mexicana Julieta Venegas y la bailarina Margarita Molfino, donde una lectura llevaba a una coreografia, a la música de un piano en vivo, luego a otra lectura, todo en una misma casa en la que estaban los tres distanciados como si no estuvieran compartiendo el mismo espacio.