Como en otras ciudades del mundo, en Mar del Plata también los animales comienzan a desplazarse por espacios donde antes no lo hubieran hecho. El aislamiento social, preventivo y obligatorio, corrió a los seres humanos de las calles, y la fauna aprovecha esos lugares sin límites.

Es por ejemplo el caso de los lobos marinos que son parte de la tradicional postal del puerto de Mar del Plata. Sin flashes que los molesten, ni turistas deseosos de llevarse esa foto, se mueven con su parsimonia habitual.

A metros de la banquina donde se encuentran las históricas lanchitas amarillas que dan color a los recuerdos de cada turista que transita por ahí, también está la Lobería, donde solo lobos machos conforman la Reserva Faunística en el puerto. Además de estos, los flamencos también se animan a recorrer las playas.

Pero Mar del Plata no es el único lugar del país donde esto sucedió, según publicó Infobae. En Puerto Pirámides, ante la ausencia de turismo, se vió a un par de guanacos ganado la playa, muy cerca del lugar donde se avistan las ballenas francas cada temporada. Son animales muy tímidos, que huyen ante la mínima presencia del ser humano.